Los colombianos nos equivocamos con Gustavo Petro. A esa conclusión llegué tras analizar detalladamente los dos años que completa en la Presidencia el hijo de Ciénaga de Oro.
No, pues que descubrimiento, dirá el lector. Eso lo tenemos claro el 70 % de los colombianos, que en todas las encuestas desaprueban la gestión del actual gobierno.
Pero mi percepción va más allá de ese sentimiento mayoritario, que se origina en la desastrosa gestión del actual mandatario.
Yo estoy convencido de que los colombianos nos equivocamos fue en el rol que le otorgamos a ese hombre: no debimos elegirlo presidente sino miss Colombia. O mister Colombia, porque lejos de mi referirme a las inclinaciones de nuestro Primer Mandatario.
Me explico. A Petro no le gusta gobernar. Eso le parece aburridísimo, Lo que a él le fascina es la parafernalia del poder.
Como a cualquier reina de belleza, al presidente le gusta que lo reciban en olor de multitud; le gusta marchar; le gusta tuitear; le gusta dar declaraciones públicas; le gusta andar en pomposas camionetas, rodeado de guardaespaldas. Le gusta, sobre todo, lucir su corona, que en su caso es una cachucha de la Armada o un sombrero ‘vueltiao’
Su juguete preferido es el avión presidencial. Y le encanta utilizarlo y no tener que moverse, como cualquier zarrapastroso, en una aerolínea comercial.
Como a toda reina que se respete, a Petro le fascina andar de gira. Al punto de que en los 24 meses que lleva en la Presidencia ha hecho 48 desplazamientos y ha permanecido fuera del país un total de cien días.
Al ritmo que lleva, al término de su mandato en 2026, (¿) habrá completado el centenar de periplos y todo un año en tierras foráneas.
Petro ha superado con creces los desplazamientos de sus antecesores. Iván Duque, durante los cuatro años de su mandato, efectuó 48 viajes. O sea, en la mitad del tiempo nuestro actual soberano ya lo empató.
Entre tanto, Juan Manuel Santos, todo un nóbel de la Paz, durante su segundo mandato realizó 56 excursiones fuera del país.
Es justo destacar que Petro supera con creces en materia de viajes a la Miss Universo más viajera, que ha sido la venezolana Dayana Mendoza, quien durante su reinado visitó 30 países.
Claro que el reinado de Dayana duró un año, mientras que el de Petro, si bien nos va, se prolongará por cuatro. Pero eso no es culpa de Dayana. Ni de Gustavo.
Es bueno precisar que a nuestro gobernante no solo le gusta acumular horas de vuelo en el avión presidencial. También le encanta que lo reciban el rey Felipe de España, Emmanuel Macron, Joe Biden y demás integrantes del club de poderosos de este planeta.
Le priva, como a todas las ‘misses’ sentarse a manteles con esos personajes y tomarse fotos con ellos, para mostrárselas a los nietos.
El problema es que esos viajes que tanto entusiasman a nuestro mandatario son financiados con recursos públicos, y muy poco le han aportado al país. En especial, viajes tan absurdos como el más reciente, que realizó a París para asistir a la inauguración de los Juegos Olímpicos.
Vaya contrasentido: mientras propició que le quitaran a Barranquilla la sede de los Juegos Panamericanos, se hace presente en la inauguración de los Olímpicos, como si fuera un gran auspiciador del deporte.
Mientras propició que le quitaran a Barranquilla la sede de los Juegos Panamericanos, se hace presente en la inauguración de los Olímpicos, como si fuera un gran auspiciador del deporte
Lenguas ‘fascistas’ y de extrema derecha afirman que lo de la asistencia a la inauguración de los Olímpicos era una excusa, porque la verdadera motivación del viaje presidencial era visitar a la hija que reside en la ciudad luz. Semejante demostración de cariño parece indicar que a esta hija sí la crio.
Ahora, como todas las Miss Colombia que han existido, Petro también anhela ceñir la corona del Universo. De ahí su esfuerzo por convertirse en el abanderado mundial de la lucha contra el cambio climático y su obsesión por hablar en todos los foros globales sobre la necesidad de sustituir los combustibles fósiles.
Ese empeño por ser el soberano del Universo dejó para la historia una inolvidable frase, que superó en lucidez a la afirmación de la Miss Panamá que sostuvo que Confucio era el inventor de la confusión. “Hay que expandir el virus de la vida por las estrellas del Universo”, sentenció Petro, ni más ni menos, en la Asamblea de Naciones Unidas.
En definitiva, estos 24 meses me sirvieron para percatarme de que los colombianos pusimos a Gustavo Petro en el lugar equivocado. Su perfil no le daba para gobernar, pero sí para reinar.
Con una ventaja adicional: a las ‘misses’ no las reeligen.
