El suicidio en profesores es un fenómeno complejo que requiere una comprensión multidisciplinaria, abarcando tanto la epidemiología como la psicología forense y cognitiva. La prevalencia de trastornos mentales en este grupo profesional y la relación de factores laborales, personales y sociales contribuyen a esta problemática alarmante.
Los profesores, debido a la naturaleza de su trabajo, están expuestos a altos niveles de estrés, lo cual puede desencadenar una serie de trastornos mentales. La depresión es uno de los trastornos más comúnmente asociados al suicidio en este grupo. La literatura especializada ha demostrado que la prevalencia de síntomas depresivos es significativamente mayor en profesores en comparación con otras profesiones (Iancu et al., 2017). La depresión puede llevar a una visión negativa y pesimista del futuro, lo que incrementa el riesgo de conductas suicidas.
Otro trastorno mental que frecuentemente afecta a los profesores es el trastorno de ansiedad. Los factores estresantes específicos del entorno educativo, como la presión para cumplir con estándares académicos, el manejo de la conducta estudiantil y la carga administrativa, contribuyen a altos niveles de ansiedad (Schonfeld & Bianchi, 2016). La ansiedad crónica puede generar un estado de hipervigilancia y fatiga, reduciendo la capacidad de los individuos para manejar el estrés y aumentando la vulnerabilidad al suicidio.
El trastorno de estrés postraumático (TEPT) también puede ser relevante en el contexto educativo. Aunque comúnmente asociado a eventos traumáticos extremos, los profesores pueden desarrollar TEPT debido a experiencias continuas de acoso laboral, violencia escolar o eventos traumáticos personales (Gibbs et al., 2018). La reexperimentación de estos eventos y la evitación de situaciones que los recuerden pueden aislar aún más al individuo y exacerbar sentimientos de desesperanza.
De la misma forma, los trastornos mentales, los factores laborales específicos contribuyen significativamente al riesgo de suicidio en profesores. La carga de trabajo excesiva, la falta de apoyo institucional y la percepción de baja recompensa por el esfuerzo invertido son factores de estrés que han sido identificados como riesgos potenciales (Stansfeld et al., 2015). Estos factores pueden desencadenar o exacerbar trastornos mentales existentes, creando un ciclo vicioso de deterioro de la salud mental.
La psicología forense y cognitiva nos ofrece una perspectiva adicional para comprender el suicidio en profesores. Desde esta óptica, es crucial considerar no solo los trastornos mentales diagnosticables, sino también los patrones de pensamiento y las distorsiones cognitivas que pueden llevar a un profesor a considerar el suicidio como una solución viable. Las distorsiones cognitivas, como el pensamiento dicotómico (ver las cosas en blanco y negro) y la personalización (asumir la responsabilidad por eventos fuera de su control), son comunes en individuos con ideación suicida (Beck, 1967). Los profesores que constantemente se perciben a sí mismos como fracasados o inadecuados debido a las expectativas laborales pueden estar particularmente en riesgo.
La intervención en este ámbito debe ser multifacética. Las instituciones educativas tienen la responsabilidad de implementar programas de apoyo que aborden tanto la salud mental como los factores laborales. Programas de entrenamiento en habilidades de afrontamiento, talleres de manejo del estrés y la creación de un entorno de apoyo pueden ser efectivos (Erdogan et al., 2020). De igual modo, es crucial que los profesores tengan acceso a servicios de salud mental adecuados y que se fomente una cultura que des estigmatice la búsqueda de ayuda.
Referencias
- Beck, A. T. (1967). Depression: Clinical, experimental, and theoretical aspects. University of Pennsylvania Press.
- Erdogan, E., Ozer, Y. Y., & Uslu, R. İ. (2020). The effects of stress management training program on perceived stress, anxiety, and hopelessness levels in university students. The Journal of Psychiatry and Neurological Sciences, 33(3), 218-229.
- Gibbs, L., Block, K., Harms, L., & MacDougall, C. (2018). Children and young people’s wellbeing after a disaster: The cumulative effect of adverse experiences. The Lancet Child & Adolescent Health, 2(7), 509-511.
- Iancu, S. C., Rusu, A., & Rusu, P. (2017). Job satisfaction and burnout in the Romanian educational system: A meta-analytic study. Educational Psychology, 37(5), 568-581.
- Schonfeld, I. S., & Bianchi, R. (2016). Burnout and depression: Two entities or one? Journal of Clinical Psychology, 72(1), 22-37.
- Stansfeld, S. A., Shipley, M. J., Head, J., & Fuhrer, R. (2015). Work characteristics and personal social support as determinants of subjective well-being. PLoS ONE, 10(2), e0119250
