“Con tanta mierda que yo sé, pues nos jodemos todos, sí, ustedes me joden a mí, yo los jodo a ustedes, pero se caen las Torres Gemelas” (…)Lo que yo no entiendo, Laura. Lo que tú me conoces a mí. El cuento del tigre, al tigre hay que dejarle una salida porque, si no, se tira encima de las personas. Y tú sabes que yo soy tigre que, sin salida, de pronto me tiro encima de las personas”.
Este fue el calibre de las amenazas que Armando Benedetti profirió en contra de Laura Sarabia, la mujer más poderosa del Gobierno. Las advertencias están contenidas en unos audios que se conocieron en junio del año pasado y que fueron divulgados por la revista Semana.
No se necesita ser Sherlock Holmes para intuir que esas grabaciones fueron hechas por Benedetti y que él mismo se las filtró a ese medio de comunicación. Porque, por muy mal que quedara por el lenguaje soez que utilizó y por el tono alicorado en que se expresó, a él le interesaba que esa conversación fuera pública. Y que el presidente Petro quedara notificado de las amenazas.
Cuando estalló el escándalo, Petro, como para tratar de bajarle tono a la cosa, destituyó a Benedetti, que en ese momento se desempeñaba como embajador en Venezuela y a Sarabia, quien fungía como secretaria privada de la Presidencia.
Pero cuando la marea se calmó, en buena parte gracias a las maniobras dilatorias del presidente que, hay que admitirlo, es un as para poner a hablar al país de lo que él quiere, ambos volvieron al gobierno. (Basta con que Petro mencione la palabra constituyente para que medio país entre en histeria y se olvide de todo lo demás)
Hoy Benedetti es embajador en la FAO y Sarabia directora del Dapre, Departamento Administrativo de la Presidencia. Mejor dicho, ambos se cayeron de para arriba.
El país ya había olvidado este escándalo. Pero como Benedetti es el hombre mosca, donde se para la c…, en los últimos días su nombre ha vuelto a sonar por cuenta de un nuevo escándalo.
Que no es el primero ni será el último en la agitada vida de este político costeño, que es adicto a varias sustancias, al punto de que el anterior canciller, Álvaro Leyva, no dudó en calificarlo de “drogadicto”; que tiene fama de maltratador de mujeres, lleva cuatro matrimonios, y que está involucrado en varias investigaciones judiciales.
Una de ellas por sus presuntos nexos con el cartel de la hemofilia, el oscuro episodio que desangró las finanzas del departamento de Córdoba.
El más reciente alboroto protagonizado por Armandito, que no el último, se armó a raíz de una agresión que le hizo a su esposa, Adelina Guerrero Covo. Los hechos ocurrieron hace más de un mes y se vinieron a conocer gracias a una revelación que hizo el diario El País de España.
Según ese periódico, la noche del 30 de junio la Policía fue alertada por vecinos de un céntrico de barrio madrileño acerca de los gritos de una mujer que provenían de un apartamento cercano.
Cuando la Policía acudió al lugar se encontró con un Benedetti desencajado y con su esposa al borde del colapso. Según le dijo la mujer, el muy poco diplomático embajador la insultó, la amenazó con unas tijeras y con ese artefacto le cercenó varios vestidos.
Benedetti se escapó de que lo detuvieran porque no lo encontraron en flagrancia y porque esgrimió su condición de diplomático.
Lo cierto es que la justicia abrió una investigación por estos hechos y la causa avanza en un juzgado español, país donde el maltrato a la mujer es duramente sancionado.
Mientras tanto, el canciller Murillo que calló durante más de un mes frente a este episodio, se limitó a expedir un tibio comunicado en el que manifestó: “una vez conocimos el hecho, activamos el protocolo. Es un caso que está en revisión de control interno disciplinario. Entendemos que (Benedetti) se presentó ante las autoridades en España y está rindiendo las explicaciones”.
Mucho me temo que de ese comunicado no pasará Murillo. Benedetti continuará en el cargo como si nada. No se puede esperar nada diferente si después de tratar a los madrazos a la persona de confianza del presidente lo designaron embajador… Y además le crearon una embajada porque la delegación ante la FAO la venía ejerciendo el representante de Colombia ante el gobierno de Italia.
Petro quiere tener contento a Benedetti para que no cumpla sus amenazas y que lo quiere tener lo más lejos posible y donde menos daño haga
Son claras dos cosas. Que Petro quiere tener contento a Benedetti para que no cumpla sus amenazas y que lo quiere tener lo más lejos posible y donde menos daño haga.
Lo peor es que el silencio de Armandito lo estamos pagando todos los colombianos. Y nos está saliendo caro porque esa embajada vale no menos de USD 300.000 al año.
Lo cierto es que Benedetti le tiene pisada la cuerda al presidente. Debe ser muy grave la información que tiene en su poder el exsenador barranquillero sobre los dineros que entraron a la campaña que llevo a la Presidencia a Gustavo Petro, para que lo traten con tanta deferencia.
Qué pereza para Petro tener ese pendiente con un personaje tan volátil y tan atravesado como Armando Benedetti. El hoy presidente debe estar arrepentido de haber vinculado a su campaña a este personaje. Pero lo cierto es que sin su ayuda, sus contactos y sus artimañas, difícilmente el petrismo habría ganado los comicios.
Petro sabe que tiene rabo de paja y que Armandito posee en sus manos los fósforos que pueden prender ese rabo. Por eso, al locuaz político costeño no le va a pasar nada.
Vendrán más escándalos y Benedetti ahí seguirá y ahí se quedará, porque, usando sus propias palabras, si el gobierno quiere joderlo, él los jode a ellos.