La tragedia los unió. Jorge tenía 10 años, Delcy apenas 7. Eran los tiempos del gobierno de Carlos Andrés Pérez y su papá Jorge Antonio Rodríguez pasaba los días detenido en una mazmorra en Caracas. El fundador de la Liga Socialista, el mismo partido marxista en el que se inició en la política Nicolás Maduro, pagaba con su libertad la radicalidad de sus ideas. La policía política del gobierno de Pérez era drástica con la oposición y más en este caso en el que estaba de por medio el secuestro del estadounidense William Frank Niehous, vicepresidente de Owens-Illinois. Rodríguez fue apresado frente al Colegio Miguel Antonio Caro en un operativo de búsqueda de los secuestradores pertenecientes a grupos de izquierda que habían convertido al norteamericano como objetivo militar señalado de ser agente de la CIA, y quien duró secuestrado tres años y cuatro meses. La presión de las torturas a que fue sometido el líder de la Liga Socialista le causaron su muerte en 1976. Tenía 34 años. Desde entonces José Antonio Rodríguez ha sido considerado un mártir de la izquierda y ahora un mártir del chavismo presente en la vida de Maduro y de los hermanos Rodríguez en quienes ha depositado su confianza y les ha trasladado todo el poder.
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Delcy, la escudera que tiene la espada
Delcy es literalmente escudera de Maduro. De él recibió una copia de la espada de Bolívar cuando dejó la Cancillería para postularse a la Constituyente. El camino no había sido fácil. Con Chávez tuvo cargos menores hasta que en 2006 la nombró ministra del Despacho de la Presidencia, pero seis meses después “el comandante” la sacó del gobierno para poner a su hermano Adán Chávez.
Delcy tuvo que esperar hasta que después de la muerte de Chávez, Maduro le diera una segunda oportunidad. Él la puso frente al Ministerio de Comunicaciones en 2013 y después en la Cancillería. Entonces no hubo quien la detuviera. Ni siquiera Diosdado Cabello, vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela, cuando en la Asamblea Nacional Constituyente que Maduro armó para contrarrestar a la Asamblea Nacional de mayoría opositora, pasó por encima y la impuso como presidenta, dándole un enorme poder en el órgano encargado de refundar la república con su nueva Constitución.
A lo más alto de la cúpula llegó el 14 de junio del 2018 cuando Maduro la designó vicepresidenta de la República en reemplazo de Tareck El Aissami. Hasta hoy. Delcy, la que en París se hizo especialista en Derecho Laboral, siempre ha mostrado que la amplia sonrisa en privado es la aguerrida capaz de mostrar los dientes en defensa del gobierno. Se ganó el apodo de “la canciller sin diplomacia” con su famoso “¡Si nos cierran la puerta, nos meteremos por la ventana!”, cuando Venezuela había sido excluida de la sesión del Mercosur en Buenos Aires.
Jorge y Delcy sucesores de Maduro
Con Jorge, su hermano 4 años mayor, tomó el encargo de Maduro de hablar con la oposición en medio de la crisis política del 2017, que siguió a las cruentas manifestaciones del 2014. Los dos fueron siete veces a la cárcel de Ramo Verde para conversar con Leopoldo López, líder de Primero Justicia y figura de la oposición recluido allí tras entregarse entre multitudes.
Jorge, el psiquiatra, el poeta y conductor en tv del programa de entrevistas “Latitud América”, y “La política en el diván, el poderoso presidente de la Asamblea Nacional conoció a Nicolás Maduro en la pequeña Liga Socialista de su padre Jorge Antonio. Eran del mismo barrio, El Valle, al oeste de Caracas. Jorge, universitario con novias de clase alta, terminó siendo médico; Nicolás, bachiller, llegó a la política desde el sindicato, terminó en la presidencia a través del gran líder. Ambos sellaron una alianza en 2012, cuando Maduro asistió a la ceremonia anual que los Rodríguez hacen en la tumba de su padre.
Desde siempre, Jorge ha estado en el momento y los sitios clave dentro de la estructura chavista. En el 2004 como miembro del Consejo Nacional Electoral organizó el referendo que mantuvo a Chávez en el poder, mientras repartía los subsidios millonarios que le facilitaron la victoria. Después ocupó casi todos los cargos: alcalde de Caracas, ministro, diputado, y vicepresidente en reemplazo de José Vicente Rangel.
Hoy es el negociador insigne del gobierno de Maduro. Sus dotes de estratega son ampliamente reconocidas, tanto como su habilidad para usar su faceta más amable o el sarcasmo más demoledor. De eso ha hecho gala desde ha asumido el papel más complejo de su carrera: las elecciones presidenciales. En el escenario se mueven Estados Unidos, el gobierno, la oposición, las sanciones, las negociaciones, el bajonazo en los índices de popularidad del chavismo.
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En su haber como “embajador plenipotenciario” tiene la interlocución con Estados Unidos, y sin presencia de terceros en Doha, la capital de Qatar, con Juan González, el cartagenero nacionalizado estadounidense, -hasta hace poco asesor del presidente Joe Biden para América Latina- sobre la reanudación de los diálogos con el compromiso de elecciones libres, levantamiento de las sanciones y el que era su punto focal: la liberación del presunto testaferro, Alex Saab.
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El 20 de octubre se firmó en Barbados la promesa de elecciones el segundo semestre de este año, con lo cual Estados Unidos levantó por seis meses las sanciones al petróleo y al gas. Pero en el aire quedaron las inhabilidades de los candidatos opositores y en especial María Corina Machado.
La líder de Vente Venezuela y la oposición unificada fue a las urnas y ganó arrasadoramente con el 92,5 % de los votos que eran 2,3 millones. Saab fue liberado el 20 de diciembre luego de tres años por lavado de activos, con indulto de Biden y el canje de 10 estadounidense de escasa figuración y 20 venezolanos que estaban en prisión. Cuando lo recibió en Miraflores, Maduro estrechó la mano de Jorge Rodríguez, que sonreía a su diestra: “Lo lograste. Felicitaciones”.
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Después se “puso conejo” al acuerdo de Barbados. El Tribunal Supremo de Justicia ratificó la inhabilitación de la candidata opositora, y la de Corina Yanes, la sustituta. Edmundo González Urrutia, diplomático de carrera, tuvo que tomar el liderazgo de la campaña opositora como “el candidato que no quería ser” y las encuestas dicen que ha logrado captar un buen porcentaje de votos de la arrasadora campaña de María Corina Machado. A pocas horas de los comicios dan un cómodo margen a favor de González Urrutia.
Jorge Rodríguez ha hecho su última misión ante Estados Unidos. Con las encuestas desfavorables, Maduro se jugó la reanudación de negociaciones. Rodríguez volvió a Washington y lo que se sabe es que se levantó la restricción de exportación e importación al gas. El paso siguiente fueron los observadores internacionales que el gobierno totalizó en 635 haciendo énfasis en 4 expertos de la ONU y delegación del prestigioso Centro Carter.
Lo demás ha sido seguir un libreto de Maduro para entorpecer el proceso electoral. A la inhabilitación de las candidatas han seguido las detenciones de las figuras y colaboradores de la oposición – un centenar desde el inicio formal de la campaña el 4 de julio-, violencia e intimidación contra los trabajadores de la campaña y contra quienes apoyan o asisten a los actos, encarcelamiento a quien se ha atrevido a hospedar a Machado. Exclusión de la Unión Europea de los observadores internacionales y cierre de cobertura de varios medios de comunicación.
Jorge y Delcy son los principales sucesores de la presidencia en caso de que Nicolás Maduro tenga que ausentarse por cualquier causa. Lo dice el artículo 233 de la Constitución de Venezuela. Y el 239, que la Vicepresidencia coordina las relaciones del Ejecutivo y la Asamblea Nacional, lo cual quiere decir que Delcy debe servir de intermediaria entre Maduro y su hermano Jorge Rodríguez.
Esos tres políticos se están jugando la permanencia en el poder en las próximas elecciones. Con un proceso que ha ido subiendo el tono hasta llegar a las cruentas amenazas de Nicolás Maduro si es derrotado. Y los alfiles Rodríguez que apalancan cada jugada.
