Cerca de 2 millones 130 mil habitantes y una densidad poblacional de 81,68 hab/Km², según cifras oficiales del Departamento Nacional de Estadísticas (DANE, 2020) reflejadas en la página institucional de la Gobernación de Bolívar dan cuenta de la importancia del departamento de Bolívar, que junto con el del Atlántico, resultan ser el pilar fundamental de la región caribe colombiana.
Siendo así, en materia de salud, el principal bastión del Departamento de Bolívar, la E.S.E Hospital Universitario del Caribe; aunque en la realidad cotidiana, resulte ser el mayor paria del gobierno central.
Así, como entidad hospitalaria de mayor nivel en el Departamento de Bolívar, la E.S.E Hospital Universitario del Caribe tiene bajo su responsabilidad la salud de todos los habitantes del orden departamental, contando en su haber con todos los requisitos habilitantes para tal titánica labor; aun cuando las finanzas y el personal no sean suficientes.
Si bien es cierto que la precitada entidad ofrece un amplio portafolio de servicios, no cuenta con la capacidad estructural ni de personal adecuados para hacerle frente a las mesiánicas pretensiones del gobierno nacional las cuales, aun sin un respaldo político sólido, están siendo promulgadas a través de decretos o de las intervenciones que realiza con amaño la Supersalud.
Y sí, resulta que para los pacientes y el personal que interviene en la atención en salud, no hay nada peor que un derecho fundamental de tal envergadura resulte siendo politizado, tal como se nos muestra en los actuales albores de una estatalización completa de un sistema que está siendo construido con babas desde las oficinas centrales de lo que alguna vez fue el símbolo de una democracia participativa, justa y equitativa.
Así las cosas, se necesita una visita de carácter simple para hacer evidente lo innombrable; personas a su suerte en grandes filas para realizar la facturación y luego ingresar a una cita o para el área de análisis o procedimientos, personal asistencial con los cabellos desordenados y una expresión de agitación en su rostro tras el traslado frecuente por los pasillos de la entidad, dan cuenta del caos que ha significado la dilapidación rapaz de la E.P.S Coomeva, cuyos pacientes del régimen subsidiado fueron asignados –sin medición de consecuencias- a una entidad que no contaba con los mecanismos para su recibimiento en óptimas condiciones.
En este sentido, los discursos edulcorados de un gobierno central que cree tener la batuta para arreglar un sistema de salud mediante la liquidación de promotoras y prestadoras de salud ante el sometimiento de aquellas por la vía del tráfico indiscriminado de mermelada en reuniones a puerta cerrada derivan en el sufrimiento de penurias por parte de los pacientes, sobre todo en aquellos que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad.
Según lo mencionado y lo que es de atisbo desde la realidad cotidiana, el panorama de la salud en Bolívar –Y me atrevería a decir que en todas las E.S.Es de Colombia- se muestra bastante desalentador ante el silencio cómplice de las autoridades que se muestran totalmente insensibilizados ante la realidad de los pacientes en el país.
Así, si bien antes las cosas no eran mejores, hoy tras la liquidación de las promotoras y algunos prestadores de salud, existen personas que no son atendidas a tiempo porque “no pagan, son subsidiados” y esta es una realidad cruda que debemos aceptar, mejorarla dependerá de las voces que se alcen contra las aspiraciones mesiánicas de un gobernante, S.O.S.