Un té para el olvido

Un té para el olvido

¿Sabía usted que existe un té que al ingerirlo el olvido se apodera de quien lo bebe? ¿Que está hecho de hierbas de diferentes arroyos y que tiene cinco sabores?

Por: Manuel Tibeiro Bermúdez Vasquez
julio 11, 2024
Este es un espacio de expresión libre e independiente que refleja exclusivamente los puntos de vista de los autores y no compromete el pensamiento ni la opinión de Las2orillas.
Un té para el olvido

La receta de esta pócima para el olvido está en el nuevo libro de Ignacio Izquierdo Ruiz, El té de la señora Meng.

Ignacio está estrenando novela, pero esto no quiere decir que sea su primer libro. El autor tiene ya una amplia trayectoria en la literatura. Ganador en 1985 del concurso Universidad de Medellín con El límite de la sombra. En 1994 ganó el concurso Colección de Autores Vallecaucanos con el libro de cuentos Ese dulce sabor del olvido. En 1999 publicó Es mejor cometer faltas nuevas, libro de cuentos. Posteriormente, su novela Con el circo llegaban las moscas, lo hizo ganador del concurso de novela Colección de Autores Vallecaucanos.

Posteriormente otros títulos llevan su firma: las novelas Nepente; Legado de pájaro, Cuadros de una exposición y Los estigmas de Pascal, también, el libro de cuentos El día del invierno.

Es decir, Ignacio Izquierdo tiene «oficio» y tesón, eso que a veces les falta a muchos de quienes dicen querer escribir.

Hablar con los autores de los libros siempre me emociona, me permite buscar en las palabras secretos escondidos, en las narraciones enterarme de las peripecias que pasó el escritor creando personajes, escogiendo al narrador, y luego estar muchos días tecleando en el ordenador esas imágenes que se vuelven texto y  que han de darle forma a la historia que quiere contar.

Los recuerdos inventados

Son las 2 de la tarde y he quedado con Ignacio en Chipichape para que hablemos de su libro. Un abrazo de saludo nos permite olvidar el tiempo que llevamos sin cruzar palabras.

—¿Estrenando novela? —le digo a manera de saludo.

Sonríe, como queriendo decir: —«el oficio».

No hay preámbulos quiero empezar a dialogar con Ignacio. Luego vendrá el café y la charla.

¿Qué es su nueva novela?: El té de la señora Meng?

Es un libro que trabajé durante algún tiempo con la pretensión de hacer una novela de tipo biográfico, pero que terminó convirtiéndose en una bioficcion.

Cuando la señora Meng da a beber su vino, el olvido se convierte en un infierno.  Como autor, en ese momento, me convertí en un hombre que logró salir del infierno del olvido y logró, aunque fuera parcialmente, no tomar todo el vino y recordar algunas cosas del pasado, en términos de lo que uno denomina realidad.

Durante el proceso reflexioné: ¿Qué es la realidad? ¿Qué es el recuerdo? ¿Qué tanto de realidad tiene el recuerdo? Y, ¿qué tanto el recuerdo de una persona adulta es real? Porque, ya lo decía alguien «en la mente de un adulto queda muy poco de los recuerdos infantiles y de los recuerdos, inclusive de juventud, porque han sido reemplazados por sueños o por transferencias de alguna época».

Eso es lo que le sucede al autor en la novela. Es lo que ocurre a las almas de los muertos cuando la señora Meng los encuentra listos para pasar a una nueva etapa en la reencarnación. No puede permitirles ir a reencarnarse con todos sus recuerdos intactos, por eso la señora Meng les da el vino del olvido para que cuando lleguen a la reencarnación, lleguen limpios de recuerdos.

Parte de lo que yo quería hacer durante el proceso de escritura se fue transformando hasta que al final de esta obra, no sé cuántos son recuerdos reales y cuántos son recuerdos inventados, pero que uno los asume como sus recuerdos.

Esos recuerdos involucran a la familia, ya que se trata de hacer una biografía en la que padres y hermanos son personajes protagónicos. Cuando se habla con los hermanos para recordar una determinada historia, inmediatamente surgen las contradicciones y lo más probable es que ellos aseguren que un hecho no sucedió como uno lo recuerda; es decir, hay mucha diferencia entre los recuerdos de una persona a otra. La esencia de la novela es el trabajo sobre recuerdo y sobre el olvido.

El recuerdo es una creación pues el momento de recordar es un acto creativo.

Hay varios de sus libros tienen como asunto el tema del recuerdo

Si, en otros libros he trabajado el tema del recuerdo, pero en esos casos fue solamente ficción. El recuerdo visto desde unos personajes que son capaces de recordar. Aquello me sirvió como plataforma para lanzarme a mi nueva novela El té de la señora Meng.

Al fin y al cabo, todos los escritores tenemos un miedo escondido de meternos con el problema de la biografía y los recuerdos familiares, que son tan engorrosos. Sobre todo, porque cuando hay que retratar a personas muy cercanas a uno eso se vuelve problemático. Por qué: ¿hasta dónde uno es capaz de descubrir o encubrir los recuerdos que guarda sobre las personas del entorno familiar.

¿Cuántos años para decidirse a tomar el té de la señora Ming?

Algunos años, ya que la idea partió a raíz de la muerte de mi papá, suceso doloroso y dramático. El se lanzó del octavo piso de la clínica del seguro social y desde ese momento me quedó la idea de involucrar a mi padre en una historia.

Para mí era muy difícil tomarlo a él exclusivamente como personaje, porque, a pesar de la cercanía, uno descubre que sabe muy poco de la historia de sus padres. Desafortunadamente nunca hay el momento preciso para hablar con los progenitores sobre su pasado. Escudriñar sobre la vida de ellos cuando estaban jóvenes, la relación con sus padres, etc. Por esa razón había muy pocos elementos históricos, pero si muchos sentimentales y familiares.

En la medida que comencé a escribir esta novela, hace unos cuatro años, comprendí que no lo podía dejarlo a él solo, tenía que involucrarlo entre una cantidad de familiares, ya fueran reales o inventados, para que él pudiera navegar entre esos espacios y yo, poder contar lo que pretendía narrar.

Dibujarlo a él era muy difícil porque su vida había sido cotidiana en sus quehaceres, pero muy rica en su aspecto interior. Esa vida interior enriquecida es difícil de contar, porque no tiene las grandes aventuras del tipo de un viajero o un gran intelectual o gran revolucionario. Es difícil porque son personas que escasamente se arriesgaron a salir de su pueblo. Pero ahí tenemos, por ejemplo, a Pedro Páramo, que es la idea del universo en un pueblo.

El oficio del escritor

Hablemos un poco de lo que llaman «la carpintería» de un libro, en este caso de su nueva novela. ¿Es usted un escritor de los que denominan de brújula o de mapa?

Yo me definiría más como un escritor de mapa. Yo parto de algo que los cineastas llaman guión, es decir, armar el esqueleto y sobre esa construcción ir trajinando para tener una idea, por ejemplo, de los personajes, de la época de los personajes y el momento del capítulo en el que deben entrar, la relación entre los personajes, esos vasos comunicantes y el tono o tipo de narración que uno quiere.

¿Es bueno trabajar con mapa?

A mí me ha servido mucho, tiene ventajas. Evito perderme, divagar, además de mi estructura síquica, por mis actividades laborales, tiene mucho que ver con la planificación y por eso es bueno trabajar así.

¿Qué debe predominar en un texto narrativo: la técnica o el tema?

Para mí no es un grave problema esa disyuntiva, pero yo pongo especial cuidado al tema, a la historia.

Cuando me decido por un trabajo, lo primero que me planteo es ¿Qué historia voy a contar? Y luego, ¿Cómo la voy a contar? El cómo implica que la historia sea verosímil, pero también procuro que sea lo más sencilla para el lector. Que el lector sea capaz de sumergirse en la historia y la haga parte de él. Pero obviamente no se puede descuidar la técnica, la lucha de todo escritor es por narrar bien, porque los diálogos estén bien planteados, etc.

¿Cuánto tiempo le dedica a mapear un libro y que tanto, ese mapeo, le facilita luego la escritura del mismo?

Para mí el mapeo es una parte fácil. Estructuro la obra, la planifico, pero la escritura me lleva mucho más tiempo que la planificación. En el plan de trabajo el autor bosqueja una serie de personajes, acciones y localizaciones temporales, pero en medio del proceso de escribir aparecen cantidad de fantasmas que uno ni siquiera los planeó, pero sin los cuales la historia quedaría coja.

Me sucedió que después de que le comenté a algunas personas cercanas sobre el libro, comenzaron a contarme cantidad de historias, que no quedaron en el libro y que si las hubiese conocido y escrito lo hubieran enriquecido mucho más.

¿Por qué escribe, Ignacio?

Para mí escribir es mi naturaleza. Desde que comencé a plasmar mis primeras páginas a máquina, desde ese momento me di cuenta que es imposible dejar de hacerlo. Ya hace parte de mi vida.

¿Qué quisiera lograr como escritor?

Realmente no he pensado en eso. Soy muy realista en el sentido de lo que significa la literatura y lo que representa en nuestro medio. Lo que si aspiro es que las personas normales y corrientes, no los especialistas, me lean. A eso aspiro llegar y de alguna manera lo he logrado.

Dentro de nuestro medio, tenemos un trabajo ya reconocido, tenemos una presencia literaria, pero en lo particular, más allá de todo eso, aspiro a que las personas lo lean a uno y se acerquen a uno, no como el escritor, sino por medio de sus historias y de los personajes.

¿Lo conmueven los personajes que narra?

Con los personajes de ficción uno no tiene tantos afectos a pesar de que quiere a unos personajes más que a otros y también se emociona con lo que les sucede.  Pero con estos personajes, donde la ficción se convierte en recuerdo y el recuerdo en ficción, es diferente.

Lo que me catapultó realmente a escribir esta novela fue una anécdota que recordé leyendo un libro.

Cuando yo estaba muy joven caminaba por una calle con un amigo y encontramos en una esquina a un señor que tenía una cobija tirada en el suelo y sobre ella una cantidad de libros usados para la venta.

Yo me paré allí, pues a mi amigo no le interesaban para nada los libros, me puse a observarlos y de pronto me llamó la atención las obras selectas de John Steinbeck, yo no había leído nada del autor. Me puse a ojearlo y mi amigo, aunque estaba impaciente, no se atrevía a decirme que continuáramos el camino. Lo volví a colocar sobre la cobija, pero mi amigo lo cogió, le dio cualquier suma al hombre de la calle y me lo entregó.

Yo estaba leyendo Al este del Edén y en las primeras páginas hay unos párrafos dedicados a la vida de John Steinbeck. En uno de esos apartes cuentan que cuando los periodistas le dijeron al escritor que necesitaban datos de su biografía para poder hacer reseñas sobre él. El escritor les dijo: —están en su derecho de inventar sobre mí lo que quieran, al fin y al cabo, en cualquier biografía la mitad tiene que ser ficción.

Cuando yo leí eso fue como si se hubiera concretado una premonición y pensé, por ahí es el asunto y me decidí a escribir estas doscientas cincuenta y pico de páginas que tiene el libro.

¿Qué quiere destacar de la novela, El té de la señora Meng?

Yo procuro que tanto el título como la portada de mis libros se conviertan capítulos de la obra. En este caso la señora Meng no es un personaje protagónico en la obra. Es más bien una alegoría, una metáfora. La portada es otra metáfora, pues es un tipo que camina con un perro que lo sigue. El hombre está de espaldas, además.

La señora Meng, es un personaje de la mitología china, la encargada de, en el infierno, limpiar de recuerdos la mente de los muertos, para que puedan transitar a otra vida limpios de memorias. Quien lea la novela se dará cuenta que gira alrededor de alguien que estuvo en el infierno del olvido, logró no tomarse todo el té y pudo recuperar de contrabando algunos recuerdos. Si leen la novela van a descubrir ese mundo tan especial.

¿Dónde conseguir su libro?

Se consiguen en la Librería Oromo en el sur, y en La Librería de San Antonio que queda en la calle 2ª con carrera 10. Otra forma es contactándome al 310 3829045 y yo se los hago llegar.

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