En Guainía, donde las gigantes torres de acero que transportan energía a través de kilómetros y kilómetros de cables, la luz no llegaba más allá de las cabeceras municipales. Eso cambió con los más de 500 paneles solares que el gobierno instaló hace pocos días en los resguardos Chatare, Carpintero y Venado, dentro del programa Comunidades Energéticas, que lidera el ministerio de Minas y Energía en cabeza del ingeniero Andrés Camacho.
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Por primera vez en la historia estos tres resguardos indígenas tendrán energía y luz 24 horas al día. La entrega de aquellas comunidades que se realizaron bajo la coordinación del Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas para las Zonas no Interconectadas – Ipse, la hizo directamente el viceministro de Energía, Javier Campillo, rodeado de decenas de indígenas que vieron cómo se les hizo realidad el sueño de iluminar sus casas a cualquier hora del día.
La puesta de este medio centenar de paneles solares, con los que más de 500 familias indígenas fueron beneficiadas, fue una promesa cumplida del presidente Gustavo Petro a la región desde donde presentó su plan Nacional Desarrollo a finales de 2022, en el que la transición energética es protagonista de las políticas que en materia energética quiere implementar en Colombia el Gobierno Petro en el que la energía debe ser un bien común orientada a reducir la pobreza energética y mejorar la calidad de vida de los colombianos.
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En aquellos resguardos, que están en plena selva, a orillas del río Guaviare y en la frontera con el departamento del Vichada, solo tenían luz cuatro días de los 30 que tiene el mes. La poca energía eléctrica que los indígenas guainianos tenían, la conseguían a través de una vieja planta carburada con diésel, un costoso combustible que llegaba en pipetas de plástico cada cuanto a los resguardos en lanchas de madera desde las cabeceras de los pueblos.
Desde que las tres comunidades energéticas empezaron a empezaron funcionar, estos casi 200 indígenas tienen luz y energía los 30 días del mes. Rito García Aguilar, de la Asociación Indígena de Venado, contó que las gigantes plantas agrovoltaicas que les pusieron no solo les entregan energía 24/7 sino que también les sirven como huertas para la producción agrícola. Así comenzaron a sacarle más provecho a la tierra. Hoy siembran y tienen empeño en sacar adelante como comunidad cosechas de lulo, ají, papaya y sandía, que para sacar delante de buena manera necesitaban de energía constante.
Con los 544 paneles el turismo también se vio impactado en la región. Ahora los turistas se sienten más seguros con luz 24 horas y con la energía necesaria para recargar sus celulares y sus equipos electrónicos, otros beneficios para una comunidad que ahora aprovecha de buena manera los 30 grados centígrados que les llegan día a día bajo un intenso sol abrazador.
Según lo dicho por parte del ministerio, la inversión en estas tres nuevas comunidades energéticas que tiene cada una de ellas especificaciones diferentes, dependiendo del territorio, tuvieron una inversión que superó $15.250 millones.
En la comunidad de Chatare montaron una central de generación híbrida de 70.87 kWp, con 175 paneles solares y 48 baterías 4710Ah. En la comunidad de Carpintero levantaron una central de 87,48 kWp con 216 paneles solares, y 72 baterías 4710 Ah y en la comunidad de Venado, una población vecina de Venezuela rodeada por el Río Negro que se convierte en frontera con Venezuela durante su recorrido montaron allí una central de con 153 paneles solares y 48 baterías, que les cambiaron la vida a sus pobladores que pocas veces habían visto la llegada de un Estado que los tuvo olvidados durante toda su historia.