Guerra, una de las palabras más usadas en nuestro país en los últimos años, se ha vuelto tan común que nuestro léxico y vidas han empezado a girar, prácticamente, entorno a ella. Con el correr de los años una guerra se ha convertido en una guerra sin sentido, pero aun así todos los involucrados celebran sus victorias y padecen sus derrotas.
Los vencidos lloran su derrota, sus muertos, lamentas sus pérdidas, materiales e inmateriales. Buscan la manera de sobresalir en el campo, y de llevar una alegría a su bando. Los vencedores, los malditos vencedores, lloran sus bajas, celebran su victoria -no importa el bando-, buscan su trofeo y lo hallan. Los indefensos supervivientes del enfrentamiento se convierten en trofeo, los arrastran a la muerte, los llevan a un paseo por los círculos del infierno.
Desde el acceso carnal hasta la amputación de sus extremidades o cabeza son tomados como trofeo de batalla. ¿A dónde nos ha arrastrado esta guerra sin sentido? ¿Nos arrastra, acaso, al borde del abismo social? ¿Dónde están los brazos del Leviathan que nos debería proteger? ¿Está tomando sus trofeos de guerra? ¡Desastrosa guerra! El cuerpo del enemigo vencido se convierte en trofeo del enemigo vencedor.
Es tan malo el malo para ser despedazado; es tan bueno el bueno como para hacerlo. Tan cierta es la inhumanidad del malo, para despedazar su contrario; es tan noble el bueno que estupefacto se queda ante el hecho. ¡Desastrosa guerra! En que has convertido al hombre. Tomando a su igual como trofeo en un mundo, en una sociedad, donde deberían luchar como iguales.
Ps. Guerra, busquemos a Paz. Y Paz contened a Guerra.
@UnTalDuart