Llegar a la comunidad Indígena de Ibudó Bosque, en el resguardo Dochama del municipio de San José de Uré, en el departamento de Córdoba, no es sencillo. Desde Bogotá se deben recorrer más de 500 Km por aire hasta Montería; luego viajar en carro llega hasta el municipio de San José de Uré, allí se toma una moto en la que se anda en trocha durante 30 minutos, apreciando paisajes naturales bañados por aguas cristalinas y tranquilas del río que lleva el mismo nombre del municipio. Luego, se debe descender por una colina a pie durante unos 20 minutos para llegar a la comunidad indígena de Ibudó Bosque de la etnia Embera Katío.
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Hasta aquella escondida comunidad indígena llegó un equipo del Instituto de Planificación y Promoción de Soluciones Energéticas para Zonas No Interconectadas – IPSE, entidad adscrita al Ministerio de Minas que se creo hace 76 años en el gobierno de Mariano Ospina Perez. Se trataba de estudiar y planear la conformación de una comunidad energética, uno de los programas banderas del Ministerio de minas en cabeza de Andrés Camacho con la que preteden lograr que llegue la energía a través de soluciones no convencionales las a las regiones más alejadas que por el difícil acceso y otras razones más, no cuentan y nunca han contado con este servicio. Municipios a los que está lejos de que lleguen las redes de interconexión nacional pero que por lo demás resultan soluciones mas efectivas y económicas que además vinculan a los pobladores que conforman una comunidad energética que termina a su vez manejando la infraestructura que se les entrega.
Una comunidad de 300 indígenas que no come cuento fácilmente
Aunque culturalmente los indígenas no son muy dados a recibir extraños, los funcionarios del Ipse llegaron con buenas noticias para esta comunidad indígena de más de 300 personas. A las afueras de 39 de sus malocas les instalaron paneles solares. Fue la primera vez que esta comunidad tuvo energía eléctrica.
La llegada de la energía les cambió la vida y algunos intereses. Ahora varios de ellos quieren tener una nevera para conservar sus alimentos. Otros quieren un televisor. Otros tantos han dicho que usarán la electricidad para crear oportunidades de trabajo, como por ejemplo enfriar y vender gaseosas o refrescos.
Aunque su economía no les proporciona la facilidad para llenar sus chozas de electrodomésticos, tener la luz y la energía los llena de nuevas ideas para tener una vida más cómoda. Al colegio de la comunidad les llegaron donaciones como un refrigerador para el restaurante escolar, una fotocopiadora y una licuadora.
Ibudó Bosque hace parte de las tres comunidades que integran el resguardo Dochama, junto con Dandadó y Batatadó, cuyo gobernador desde hace 10 años es Gabriel Arturo Domicó, un hombre amable y con carácter recio que decía lo feliz que estaban con la nueva forma de iluminar sus noches. El líder indígena contó que la llegada de la energía ha sido un cambio para las familias de su comunidad, que la mayoría de las noches tenían que irse a domir con la llegada de la luna, porque no contaban con velas.
“Ahora los niños pueden hacer las tareas de noche, se puede cocinar más tarde y dicen que a altas horas ya parecemos un pueblo porque se ve muy iluminado”.
Para la indígena Dioselina Cansamá, quien vive de coser blusas típicas tradicionales, el tener luz 24 horas al día, la deja trabajar en horas de la noche, mientras el día se lo dedica a las labores del campo y del hogar.
El guardia indígena Giovanny de Jesús Domicó ahora aprovecha las noches para tejer atarrayas de pesca, labor que aprendió en la casa de cultura de Tarazá, en el municipio vecino del departamento de Antioquia. Antes de la llegada de la luz, solo podía tejer en los pocos ratos libres. Su vida cambió. Ahora sus noches son productivas. Bajo la luz de un buen bombillo puedes hacer sus atarrayas, las cuales vende entre 200 a 400 mil pesos.
Esta comunidad hace parte de las muchas inscritas ante el ministerio de Minas para recibir energía a través de paneles solares, bajo el programa bandera del presidente Gustavo Petro, la cual ejecuta su ministro Andrés Camacho, acompañado de la entidades del ministerio como el Ipse y Fenoge: Comunidades energéticas, que ya han visto resultados en Chocó, Guajira, Córdoba, Guaviare, Caquetá y otros tantos pueblos metidos entre montañas y selvas que llevaban toda su vida no solo sin energía, sino en el olvido.