Una persistente llovizna cae sobre la ciudad, y por entre la fría madrugada y mi desvelo, se me cuela en el alma cierto pesimismo pringado de esperanza, una tristeza vaga e imprecisa de ilusión vacía: El Partido Liberal, aún está vivo. A pesar de algunos de sus jefes herejes, y ausentes de la filosofía humanista del viejo Partido. César Gaviria prostituyó el ideario y usa el Partido Liberal como empresa privada para alzar su enorme ego. Pero el Partido, sigue vigente a pesar de él… y de otros como él. Se explica fácil, su pasado de luchas sociales y algunas de las cosas logradas en favor de los trabajadores y la Clase Media, todavía concitan gratitud, respeto y esperanza. El Partido es, aún, sentimiento mayoritario en el pueblo. Aún es una de las mayoría en el parlamento, a pesar de sus errores y su falta de propuestas nacionales.
Eso indica que el viejo axioma de “existen más liberales que Partido” es rigurosamente cierto. Pero nos diluimos entre una serie de intereses malsanos y una orgía de egoísmos personales de aquellos que llegaron a posiciones de poder, en su nombre y se apoltronaron. Lo volvieron “negocios de familia” Abandonaron, doctrina, filosofía y propósitos.
Lástima, éramos un partido de inconformes, de contestatarios contra toda forma de injusticia e inequidad; abanderábamos las luchas sociales. Sindicatos, trabajadores industriales y la Clase Media, sentían que tenían representación política y un defensor de sus intereses de clase en el Partido Liberal. Durante casi todo el Siglo XX fue el Partido de las grandes mayorías, lo llamaban “el Partido del pueblo” y era motivo de orgullo, ser Liberal. Pero se volvió “empresa familiar” hereditaria y transferible. Es lo que pasó con todos aquellos “caciques regionales y locales” que cayeron en poder de la corrupción y otras minucias, que desde las distintas celdas… “eligen” sucesor. Para mayor deshonra.
Allí empezó el vergonzoso eclipse, como dijo el poeta Robledo Ortíz. Por otra parte, y causa de esas malas mañas, un gran caudal de liberales decepcionados, (de sus dirigentes, nunca de la filosofía que profesaban) busco asilo en otros lares políticos. Una gran cantidad de “jefes y jefecitos” montó rancho aparte. Nos convertimos, en la “teta” que nutrió a casi todas las demás fuerzas políticas que hoy “operan” en Colombia. Pese a todo, aún somos un Partido respetable. Y, a pesar de todo, aún somos mayoría en el corazón del pueblo colombiano.
Es innegable que andamos mal. En manos de César Gaviria, el Partido Liberal, al menos en la cúpula, perdió el norte de su filosofía humanista, aprendió a cambiar favores por plata y privilegios. Muchos de sus fieles emigraron a otras ideas, mestizas y logreras, entresacadas de la vieja cantera de los principios liberales. Lo más absurdo de todo, es que de su “teta” han mamado casi todos los cuasi Partidos, Grupos y movimientos surgidos de la C. P del 91. Cosa rara, en sus fachadas electorales, simulan ser más liberales que Gaitán, mientras venden las ideas “prestadas” por un Partido que alguna vez, solo con su cauda, ganó todo. Resultaron ser más Liberales que nosotros. De dientes para afuera.
Hoy, como Partido, somos una inmensa minoría, vergonzantes, que necesita andar como “gregario” de cualquier gobierno ajeno nuestra esencia y filosofía. Lo curioso es que todavía somos el Partido del pueblo. Lo que prueba que somos un país de ingenuos, pues todavía nos creen, así no digamos nada importante. ¿Qué somos hoy?
Una idea, surgida del duerme-vela, me impulsa prender la luz y sentarme al computador a dar forma a mis reflexiones. En ninguna parte del mundo, un Partido Político, al que gritan confiadas su esperanza tantas personas, y le eligen a 14 Senadores y 32 Representantes a la Cámara, puede ser una Partido “anexo” una entidad política, dedicado a “hacer equipo y actuar como gregario” de unas ideas políticas, que no compartimos. Ahora, para ocultar tanta ignominia, llamamos a ESO, “acuerdo programático”
Resulta que después de haber ayudado a construir la mitad de historia de este país, durante más de 160 años, de luchar por los postulados de las revoluciones sociales del Siglo XVIII, libertad e igualdad, protegiendo a las clases menos favorecidas, bajo distintas doctrinas, hoy resultamos siendo calanchines de otras ideas refractarias a nuestra filosofía partidista. Ocupamos puestos secundarios. Ni candidato a presidencia elegimos, pues con Gaviria, resignamos nuestra opción de poder presidencial.
Hay que virar el rumbo. Queda poco espacio para seguir equivocándonos. Hemos fallado. Cometimos errores. Nada raro, sí somo un colectivo de hombres y mujeres con pasiones distintas, pero con una idea básica del estado: justicia social y libertad…en todas sus acepciones. Virar el rumbo.
Estamos en la imperiosa necesidad de aceptar, con hidalguía y coraje, que quizás merecimos el castigo ciudadano, por nuestros errores y faltas políticas pasadas. Reconocer que ya era tiempo de hacer un alto en el camino para enderezar las cargas. Así es como lo hacen nuestros arrieros cuando la jornada es demasiado larga. Largos años de duro caminar por los azarosos caminos del poder, ganando cualquier elección sin “alianzas programáticas”, son demasiado largos, corrosivos y pesados, para que pudiéramos llegar a puerto sin mataduras, sin fatigas, y sin necesidad de un relevo en los actores y las ideas. Pero con César Gaviria, el Partido Liberal NO TIENE FUTURO. Bueno, su familia a amigos sí, desde luego. Gaviria nos anquilosó en una derecha ajena a nuestra esencia.
Si, quizás teniendo en cuenta la forma en que anda el liberalismo, anarquizado y plagado de oportunistas, peor aún, la manera como estamos actuando muchos liberales, de espalda a la filosofía de servicio a las clases populares, se amerita un reparador peregrinaje por el árido desierto de la oposición. Que también es hacer política, y otra manera civilizada de ejercer poder. Pero no es ese el ideal ni el propósito de una colectividad política.
La Vocación natural y principal de un Partido Político es el poder, para gobernar bajo las premisas de su doctrina y su filosofía. Para poder cambiar las condiciones sociales, económicas y políticas según su interpretación de la realidad en la que actúan. Para ir por nuevas cosas para su sociedad y su tiempo. Hay que ir tras el poder.
Para ello, un Partido tiene unos mínimos conceptuales y éticos funcionales: idea del gobierno; una filosofía del servicio y una doctrina bajo la que actúa. La política es razón de ser del hombre como ser gregario. Es el orden social. Es el “mar” en que una nación navega como colectivo humano, dando orden lógico a las relaciones entre distintos pensamientos. La política es el capullo que envuelve al hombre en su humanismo esencial, para que pueda actuar dentro del “Contrato Social” Por eso, para un Liberal de ideas… alternar el poder es lícito, es la esencia de una sociedad de ideas contrapuestas…que constituyen la dinámica que mueve a un país y a sus gentes. Es ir hacia adelante. Y el Partido Liberal es humanista y progresista por definición. Es igualitario, compasivo con las mayorías más necesitadas de protección política. Pero estamos fallando.
Es tiempo de reflexionar. De abrir un compás de espera y análisis. De recomponer nuestras ideas, de corregir yerros, de hacer los relevos necesarios en las cúpulas ya añejas y casi que anquilosadas y anquilosantes, que tenemos. Hay que establecer proyectos de gobierno para los días y las gentes de hoy. En otras palabras, es el momento para actualizarnos según las necesidades de la sociedad colombiana de hoy.
Sí revisamos el ideario, sí depuramos cuadros y hacemos lo correcto, tal vez, solo talvez, aún es posible volver a ser “el glorioso” de antes. Creyentes tenemos por bultos. Multitudes. Pero casi todos, ofendidos, o desilusionados y alejados. Virar el rumbo. Quizás, aún sea tiempo de recobrar nuestra estatura social y una renovada fe partidista que nos permita, sí hacemos bien las cosas, volver a ser opción de poder. Un poder real, con ideas y ejecutorias propias. En otras palabras, dejar de ser Partido accesorio. Es momento de definiciones.
Con las fuerzas parlamentarias, los dueños reales de los votos en cada región, sí es que esas lumbreras, se dan cuenta que vamos cuesta abajo, por nuestros propios errores, deberíamos replantear al Partido. Los parlamentarios liberales andan de rodillas, ante el neoliberal de César Gaviria. Pero no se dan cuenta, que de paso, arrodillan a un Partido y a sus creyentes Debemos volver a sus fuentes primigenias: el taller, la fábrica, la plaza, el parque, la calle. Nuestras ideas, expuestas con respeto, con claridad y por hombres de honor, son las mejores, son las que más arraigo tienen en las conciencias del pueblo colombiano. Debemos volver al diálogo voz a voz. Cara a cara. Con respeto, debemos sembrar esperanza en nuestra gente.
Busquemos aliados-socios en los Movimientos Progresistas que irrumpieron con fuerza en el panorama político de hoy, que tengan ideas honestas y comportamientos honorables, y que, con nuestro concurso, luego de corregir errores, podamos reacomodar, para mejor, el sistema económico neoliberal y tan inequitativo e injusto, que tenemos, y que empobreció a millones, en beneficio de unos pocos.
Como Liberales, amigos y defensores del Estado Social de Derecho, debemos acompañar a la nueva fuerza política de tendencia progresista que, arribó a estadios de poder hasta hace poco, inimaginables. La disrupción de un progresista como Gustavo Petro, es la puerta por la que, las ideas humanistas y compasivas del Partido Liberal de antaño…pueden regresar al poder, en un futuro próximo, no como “dama de compañía” sino, ya, como colectividad autónoma y con su masa electoral de regreso.
Debemos ser el bateador emergente en 2026. Debemos retomar la vieja idea de servir a los más humildes, como premisa mayor. En 2026. Debemos ser el aglutinador del progresismo de mañana, para continuar la tarea, sí es que Petro, hace las cosas bien. Debemos implementar una nueva justicia social y económica, de respeto por las instituciones, una Democracia real, funcional, efectiva y universal. Lograr una justicia pronta, eficiente y eficaz. Debemos ser el fiel de la balanza, entre la sociedad y toda instancia de poder.
El Partido que dará confianza a los empresarios y capitalistas de Colombia, para que entiendan que NO serán despojados de sus bienes, porque los necesitamos, para crear empleo sano; para que paguen completos y honestamente sus impuestos, con los que educaremos y mantendremos sana nuestra sociedad. Petro es muy inteligente, no golpeará a los ricos. Solo los hará pagar lo justo, no solo en sus impuestos, sino en su parte de la responsabilidad social del capital. Petro sabe que, sin los ricos, no sacará a los pobres adelante. Así que solo les exigirá un esfuerzo mayor, por el país que les ha dado todo lo que tienen.
Más importante aún, Petro es la puerta de regreso del Partido Liberal, al Poder. Sí sacamos a Gaviria, de la jefatura del Partido, es posible que, más temprano que tarde, estemos de vuelta a una realidad política en la que nuestros postulados, vuelvan a ser atractivos para las inmensas multitudes que esperan que su Partido, regrese a luchar por ellos.
La Paz, la Equidad, la Justicia Social y las libertades esenciales al hombre…son asunto nuestro. Con los Liberales genuinos, en el gobierno, los ricos de todas la esfera económica, se calmarán, pues sabrán que los queremos y necesitamos como socios para sacar a Colombia de la postración social en que se encuentra la mayoría de sus gentes.
Dejar solo a Petro en temas económicos y sociales, como lo hizo Gaviria y su sanedrín, es otro error costoso que cometimos.
Los negocios privados de curas y pastores, son cosa MUY distinta a la Fe. Sus fortunas particulares, amasadas en nombre de Dios…deben pagar el impuesto apropiado. Una cosa es el Culto, que se debe respetar y proteger, y otra distinta el negocio “extra curricular” que los convierte en estrellas y potentados, Cresos modernos. Ya habrá forma de tapar ese hueco. Que solo buscaba algo que yo, un pobre pelagatos de toda la vida, he propuesto desde 2010, para sacar a este país adelante, y solo hay una manera …es que “todos ponen”
Debemos acompañar al Pacto Histórico, acompañar el cambio que nos piden nuestros creyentes.
En aquello que se ajuste a los cánones liberales. Con nosotros, apoyando las reformas disruptivas de Petro, todos, ricos y pobres, sabrán que, como Partido, simplemente buscamos, que el capital de los más ricos, genere más riqueza social, que reinvierta en reconstruir la economía colombiana en todos los terrenos, y que los pobres se eduquen para acceder a mejores empleos… en las empresas de los ricos. Con el liberalismo apoyando a un Pacto Histórico, ordenado, serio, consecuente con los problemas de la Colombia de hoy, haremos posible una alianza que nos permita negociar la Paz Total; crear una Justicia total y universal; rescatar el Campo y la Industria. Hacer que los ricos ganan más dinero, y sean más ricos… para que paguen más impuestos. Esa es la fórmula. Recuperar el rumbo.
Virar el rumbo. Necesitamos a Petro. Y el presidente nos necesita. Todos deben saber que, en lugar de atacar al capital lo protegeremos. Que buscaremos su concurso; que inclusive, buscaremos capítalizar la economía colombiana…con nuevos Bancos de fomento que irriguen crédito de bajo costo y plazos adecuados.
Deben saber que sinceraremos la economía en busca de la responsabilidad social del capital,
y la mejora de las condiciones sociales generales. Todos deben saber, que los únicos enemigos de oficio que reconocemos, son los corruptos de cualquier color y cualquier estrato. Que no dejaremos que las ratas de cuello blanco, en todos los niveles de la “clase dirigente” pública y privada, se sigan comiendo la alimentación de los niños y de los más pobres; no permitiremos que se apropien de los recursos de la Educación y la Salud de todos.
Con nuestros socios políticos del Pacto, haremos del campo una nueva y próspera economía, que irrigue bienestar a los más pobres de las ciudades, alimentándolos a precios razonables, justos para ambos; cosechas que respondan a mercado, sin envilecerse por exceso de oferta, y falta de planeación adecuada, ni escasez que maltrate a la ciudad con precios muy altos. Con la nueva visión liberal, iremos decididos al campo, con el pequeño y mediano propietario rural, para que su tarea sea pagada con justicia y tenga prosperidad. Llegaremos con los recursos financieros y técnicos suficientes y oportunos, para que valga la pena cultivar la tierra.
Esto, impulsará un regreso al campo de campesinos ancestrales, que hoy sobreviven en forma precaria en los infames tugurios marginales de ciudades y pueblos…logrando que los hijos de la tierra, los maestros de la azada…regresen a su sitio primigenio, a sembrar la tierra y crear riqueza. A vivir en Paz. NO es revolución, es evolucionar racional e inteligentemente, usando el enorme capital natural y humano que tenemos. Bueno, sí puede ser una revolución, pero la conciencia colombiana.
Con el Pacto Histórico, compartimos las ideas torales; creo que debemos apoyar todo lo que sea correcto políticamente en la gestión del Gobierno Petro. Ya vimos que entrega las ratas a la justicia.
Los liberales somos Socialdemócratas por ideas, por filosofía. Respetamos el Capital. Somos Progresistas. Postulamos nuestro origen humanista, surgido de las grandes Revoluciones igualitarias del siglo XVIII. Hoy es cuando. Es tiempo de definiciones, hora de virar el rumbo
hacia nuestra esencia política básica: la defensa de los trabajadores y la clase media.
Debemos trabajar al alimón con el Pacto Histórico. Es la forma en que regresaremos a nuestra esencia social demócrata, Entonces tendremos, no solo vocación, sino opción de Poder.