El 11 de marzo, el presidente Gustavo Petro visitó la Universidad Nacional para poner la primera piedra del edificio de Bellas Artes y allí, en medio de un discurso, aseguró que iba a hacer que se respetaran los resultados de la consulta electrónica que tuvo lugar al día siguiente en la que la comunidad académica eligió el futuro que querían para la rectoría de su alma mater. No lo logró.
A pesar de que la ministra de Educación, Aurora Vergara y sus dos delegadas en el Consejo Superior Universitario (CSU) siguieron su directriz, sus intenciones no fueron suficientes para poner en la rectoría a al abogado y académica Leopoldo Múnera, quien obtuvo la votación más alta en la historia de las consultas.
Los contradictores de su candidatura lograron atravesarse en el Consejo Superior y hundir la aspiración. El elegido en una votación secreta y con un cambio a última hora de método de conteo fue el antiqoqueño José Ismael Peña, quien aseguraba la sucesión de la rectora de los últimos 8 años Dolly Montoya: había sido su último vicerrector académico.
Las aguas turbulentas que terminaron por rebasarse
Desde la elección de Peña por el Consejo Superior Universitario el pasado 21 de marzo, la universidad pública más importante de Colombia, no ha tenido un solo día de tranquilidad.
La elección fue tortuosa. El CSU está conformado por ocho consejeros, cinco de los cuales se pusieron de acuerdo para elegir al candidato que había ocupado el tercer lugar en la votación entre la comunidad académica, Ismael Peña. Desde el primer momento empezaron las resistencias en la comunidad académica, ya que se había desconocido la votación popular y declararon un paro indefinido. La ministra de Educación, Aurora Vergara, reusó firmar el acta que formalizaba la designación de Peña, quien acudió a una figura anómala para poder asumir la rectoría: posesionarse en un Notaria. Una decisión que profundizó la polarización.
Por su parte, Leopoldo Múnera, quien se veía ganador después de su victoria aplastante en la consulta, se convirtió en la víctima del proceso, siendo un referente para el movimiento estudiantil que consideraba a Peña como un rector ilegitimo. De hecho, fue él uno de los principales impulsores de la idea de que fuera nombrado un rector en calidad de encargado mientras que se resolvía la situación, algo a lo que se opusieron frontalmente los consejeros contrarios al Gobierno.
Para Leopoldo Múnera la tercera fue la vencida
La de 2024 no es la primera vez que el abogado y politólogo aspira a la rectoría de la Nacional, universidad donde, si bien no se graduó, ha pasado allí buena parte de su vida profesional.
Llegó como profesor en 1984 y fue escalando posiciones dentro de la institución llegando a ser Decano de la Facultad de Derecho a finales de la década de los 90 e incluso Vicerrector de la sede Bogotá entre 2002 y 2003, donde trabajó para el entonces rector Víctor Moncayo, quien dos décadas después sería clave para llevarlo a la rectoría como representante del Consejo Nacional de Educación Superior (CESU).
En 2012, cuando se acababa el periodo como rector del bioquímico Moisés Wasserman, Múnera se presentó como candidato. Para entonces ya gozaba con el respaldo de buena parte del estudiantado, lo cual se vio reflejado en la consulta en la que, tal como sucedió el pasado marzo, resultó vencedor. Sin embargo, el CSU no tuvo en cuenta eso y optó por poner como rector al matemático Ignacio Mantilla, mismo personaje que doce años después haría parte del CSU y propondría un modelo de votación inédito que le dañaría el ‘caminao’. Ya entonces hubo protestas.
Pero, como el que persevera alcanza, el ‘profe Leopoldo’, como le llaman los estudiantes, logró su cometido, pero para ello necesitó que se alinearan los astros. En primer lugar, le hizo falta que estuviera en el poder un Gobierno progresista como el de Gustavo Petro que se diera la pelea por hacer respetar la democracia universitaria; en segundo lugar, se dio una feliz coincidencia para el propósito: el fin del periodo en la representación del CESU de Humberto Rosanía, a quien Dolly Montoya quiso atornillar otras semanas más y la renuncia de la representante estudiantil Sara Jiménez por presión de la comunidad universitaria. Esto le abrió el camino a la llegada del exrector Víctor Moncayo y la estudiante Laura Quevedo.
Su designación no aplacó las aguas, avivó la polémica y abrió el debate sobre la autonomía universitaria y la intromisión frontal del gobierno Petro en la elección del rector de la Universidad Nacional. Un debate que calentó el Presidente con su felicitación frontal y sin disimulos a Múnera por su elección como rector.
Mientras los contradictores se expresaban en la calle en los alrededores de la Nacional, el rector Múnera recorrió el campus rodeado por estudiantes que con su voto habían apostado a su elección.
Así se ve la legitimidad
— Robertico (@MarioRobertoP) June 7, 2024
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