De mal en peor
Opinión

De mal en peor

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mayo 05, 2015
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Todo en el país está de capa caída, pero no por la reciente matanza de diez militares en el departamento de Cauca. Así lo afirman equivocadamente algunos medios de comunicación que el fin de semana publicaron las más recientes encuestas de Gallup e Ipsos-Napoleón Franco.

Si bien la imagen del presidente Juan Manuel Santos se vino abajo (solo tiene una aceptación del 29 % en la muestra de Ipsos), hay dos factores que dejan en claro cómo está el país.
La gente no tiene confianza en el proceso de paz. De hecho, me parece que nunca la ha tenido. Si en noviembre del año pasado, según el mismo sondeo, el 42 % de los colombianos se mostró optimista con el proceso de negociación de Cuba, ahora ese guarismo cayó 13 puntos y se ubicó en 29 %. Y un asunto más: solo el 23% cree que el país va por buen camino.

A esto no hay que darle muchas vueltas. El Gobierno puede tener las mejores intenciones del mundo en firmar la paz con las Farc (como en su momento las pudo tener Andrés Pastrana), pero las cosas no le han salido.

Y no le han salido porque con las Farc no se puede. Es imposible. Todo es intransigencia y cinismo. Veamos: el general en retiro de la Policía Luis Mendieta, que estuvo secuestrado por las Farc durante casi doce años, hizo parte de una de las delegaciones que estuvo en la capital cubana y al término del encuentro con los delegados del grupo guerrillero dijo que esos señores eran iguales a los que lo mantuvieron cautivo en la selva por años, incluyendo el tonito.

Cómo creerles a las Farc si sus integrantes dicen ser víctimas y no victimarios. A lo largo de estos treinta meses de negociación formal en Cuba nunca han querido reconocer que son culpables de crímenes de lesa humanidad —léase por ejemplo secuestro, reclutamiento de menores o delitos sexuales contra mujeres— y que han traficado con drogas.

Cómo no va a estar enredado el Gobierno si en el preacuerdo que firmó con la guerrilla quedó en claro que en la mesa de negociación no se discutiría el modelo de país que tenemos; pero la mentalidad y la soberbia de estos personajes les da para meterse en todo.

Para muestra dos botones: hace un año le enviaron un mensaje a la selección de fútbol que iba a participar en el Mundial de Brasil y recientemente invitaron a Cuba a la Miss Universo colombiana Paulina Vega, quien la semana pasada, inteligentemente, sostuvo en una rueda de prensa que ella por allá no tenía nada que ir a hacer porque una eventual reunión con los guerrilleros no tendría relevancia alguna para el proceso de paz.

Entonces si las FARC se meten en fútbol y en belleza, ¿será que no lo van a hacer en economía y en el futuro de las Fuerzas Militares y de Policía?

Y continuando con cifras a la baja, las referentes a la administración de justicia son como para que cualquiera se ponga a llorar. Según Ipsos-Napoleón Franco, el 84 % de los encuestados no confía en la justicia.

Desde luego la situación en la Corte Constitucional ha hecho daño, pero las demás cortes y la Fiscalía deben hacer su propia reflexión.

Al ciudadano del común le interesa es que la justicia funcione cuando por ejemplo lo atracan.
Pero no: aquí un ciudadano de a pie acude a la justicia para que le resuelvan un atraco o un caso de violencia intrafamiliar o un incidente de hurto y solo va a perder tiempo y plata en pasajes. Al año no le han resuelto nada y si la víctima se descuida termina en la cárcel y el victimario seco de la risa en la calle haciendo daños. Por supuesto que el tema es más complejo, pero la foto del drama del ciudadano de a pie es el mejor de los termómetros de la seguridad pública.

¿Se puede recomponer el camino? Difícil. El presidente Santos lleva cinco años hablando de paz —sin resultados palpables— y a esta altura de su mandato ya es muy complicado cambiar de emisora. El gobierno puede también buscar aliados por otros lados. A eso equivale —creo yo— la reunión del ministro de la Presidencia (nuevo nombre que le pusieron a la Secretaría General de Palacio) Néstor Humberto Martínez con el expresidente Álvaro Uribe. Amigos y extraños al proceso de paz han dicho hasta el cansancio que es imposible concebir una paz sin Uribe, único personaje que, según las encuestas, sigue en alza, pero que además sigue siendo visto por la gente como un influyente líder social y político.

Y por el lado de la justicia muchas cosas tienen que cambiar. Estamos en mora de un debate sincero y alejado de escándalos coyunturales.

 

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