El reciente asesinato de Freddy Gray, un ciudadano afroamericano en Baltimore (Maryland), Estados Unidos, ha suscitado una serie de reflexiones y cuestionamientos al sistema policial norteamericano y la represiva aplicación de los instrumentos encaminados a mantener la seguridad. Lejos de ser un hecho aislado, lo ocurrido en Baltimore hace parte de una cadena de asesinatos de habitantes afroamericanos a manos de integrantes de la policía de ese país, por lo que se puede afirmar que se trata de un patrón de actuación que asume como una potencial amenaza a la seguridad nacional los ciudadanos negros de ese país.
Como fundamento histórico de este fenómeno podemos encontrar dos factores no necesariamente aislados; primero, el degradante proceso esclavista que se desarrolló en los estados de la costa oriental norteamericana, sobre todo en Georgia, Mississippi, Carolina del Norte y del Sur, Virginia, etc. Un reciente estudio de The Washington Post vincula los lugares más racistas en Estados Unidos precisamente a los estados mencionados. Podemos sugerir, a partir de ese estudio, que la abolición de la esclavitud no se tradujo en un proceso de desmantelamiento de los prejuicios racistas y segregacionistas que produjeron episodios dramáticos, principalmente, en el área sur de la costa oriental.
En segundo lugar, se habla de un factor histórico que constituye la construcción de la doctrina socio-jurídica norteamericana que se efectúa en las universidades de los estados “progresistas” del país, situadas, en su mayoría, al norte de “las trece colonias”. Los problemas que surgen a partir del proceso de construcción del Estado-Nación americano, luego de la revolución de 1787, plantean a la academia una serie de retos relacionados con la noción del orden y el control social, esenciales para enfrentar fenómenos ligados al proceso de urbanización tales como alcoholismo, drogadicción y delincuencia.
Es en este contexto que se desarrolla una concepción que asume el derecho conectado a la realidad y los problemas para atacarlos y solucionarlos en la medida en que se van presentando. Esta concepción se presenta a su vez como una crítica a la tradición socio-jurídica europea, mucho más reflexiva y académica, y , por lo tanto, según los primeros sociólogos del derecho norteamericanos, más rezagada respecto de los cambios y problemas sociales.
A esta nueva visión se le denomina law in action, en contraposición a la law in books europea. De allí se desprende, por ejemplo, la famosa premisa de “el brazo fuerte de la ley” que le otorga a los policías la facultad de disparar a criterio, sobre todo en un país donde la segregación y represión de los negros ha sido uno de los hilos conductores de su historia.
El racismo es, entonces, un elemento crucial en la historia y el desarrollo social norteamericano. Hoy en día es común ver automóviles con la bandera confederada conducidos por esa especie radical y reaccionaria llamados red necks, personajes nostálgicos de los tiempos en que los negros eran sometidos como esclavos en las granjas del sur del país. También son comunes los grupos tipo Ku Klux Klan que actualmente siguen realizando sus actividades “solo para gente blanca” en distintas ciudades. En su cuenta de Twitter podemos encontrar parte de su doctrina ideológica.
Una reciente publicación en The Economist también analiza el rol de una sociedad que espera a cualquier problemática social una respuesta policial, y esto ha hecho que la policía acumule un poder sin precedentes, dado que la gente asume como deseable una aplicación fuerte de la ley y la autoridad a problemas como la drogadicción o las enfermedades mentales, por nombrar solo algunos. Una comparación con países como Canadá, Alemania, Inglaterra etc., nos mostrará la diferencia entre un sistema represivo y uno preventivo, donde la policía tiene que cumplir unas funciones sociales sin recurrir a la fuerza.
Adicionalmente, un sistema donde se juzga a los policías por el número de arrestos sobre el número de delitos que previene, necesariamente, va a generar una cultura policial ultra represiva cuya expresión han sido la cadena de asesinatos recientes que iniciaron con el proceso del Joven Zimmerman, en el centro de la Florida, y que hoy tiene su capítulo en Baltimore. Estados Unidos es una sociedad esencialmente violenta, por lo que un escenario de soluciones se ve lejano, más cuando la mayoría republicana en el congreso obstaculiza y ataca todo intento de reforma progresista promovida por Obama. Lo que queda es esperar el lugar y los protagonistas del próximo episodio de esta lamentable historia en donde los afroamericanos llevan la peor parte.
Profesor de Geografía Política-Universidad del Tolima
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