No se puede negar lo evidente: estamos en manos de una dirigencia política y empresarial que está conduciendo de la peor manera este país.
El gobierno, sus áulicos, los congresistas que cedieron a las coimas selectivas, sumados a empresarios prebendarios, están agravando la crisis que nunca imaginamos podría ser peor que la pandemia; esta lo es.
En esa crisis, se colocaron a disposición de las empresas miles de millones de dólares, con el propósito de proteger el empleo. Como lo advertí en la reunión que se tuvo con el Alto Gobierno y el Señor Procurador, convocada por Fedecore, siendo las Microempresas el 88% de nuestro tejido empresarial y el 11,5% Pymes, de modo casi generalizado, carecen de la formalización y diseño bajo estándares internacionales, luego no cumplen con rigor las áreas de análisis y riesgo de los intermediarios financieros con acceso a estos fondos de redescuento, puesto que ellos son los tomadores del riesgo.
El resultado: 650.000 MiPymes desaparecieron y se perdieron 3,5 millones de empleos, y los recursos y apoyos llegaron mayoritariamente a cuentas privilegiadas, con una consecuencia perversa: recuperación del empleo con una reducción sustancial del salario medio ¿y las MiPymes que sobrevivieron? bien gracias.
En la Pandemia el SGSSS salvó millones de compatriotas y extranjeros que se encontraban afiliados; igual se hizo con la diáspora venezolana, pero, Petro, obsesionado con su odio al sector privado, se empeñó en destruir nuestro sistema de salud que, después de 30 años fue reconocido repetidamente como uno de los mejores del mundo: el 3º en L.A. después de Ecuador y Argentina y el 38 entre 195 países evaluados (Global Health Security Index, 2021), el 6º entre 40 países (The Economist, 2021) o el 35 de 89 países (Ceoworld Health Care Index, 2021).
Entre nosotros, la satisfacción de los pacientes (Estudio Nal Evaluac. Servicios EPS- Minsalud, 2022) es del 78,7% (81,03% de los afiliados al régimen subsidiado y 77,56% en el contributivo). Faltan sin duda mejoras: algunas que señalé atrevidamente en 2015 (Gestión de Costo Efectividad y Creación de Valor en Salud en Colombia): los copagos no pueden ser iguales independiente de los hábitos de autocuidado y de adherencia a los tratamientos del paciente (deben castigar a quienes negligentemente elevan su riesgo en salud), la insuficiencia en la UPC (era del 21%), la falta de infraestructura y personal en zonas apartadas, los riesgos de seguridad para ese personal, la corrupción en muchos aseguradores y prestadores de servicios de salud, etc.
Este es un avance social que acabó con el riesgo financiero para las familias de los enfermos, con un diseño exitosamente redistributivo: el régimen contributivo junto a partidas presupuestales cubre el costo del subsidiado, el 55,6% de la población (DANE. ECV, 2023).
Sin embargo, las cifras son contundentes: salvo por Argentina y Venezuela, somos la nación con los peores indicadores económicos y sociales de la región; ni que decir con la criminalidad y el terrorismo rampante.
Condimentemos estos hechos que tanto desazón provocan con un poco de humor recordando refranes de la filosofía de lo obvio: James Whitcomb Riley (1849-1916): “Cuando veo un pájaro que anda como pato, nada como pato y grazna como pato, lo llamo pato” o lo que dijo, en mi opinión el 2º más destacado de Colombia, el expresidente Julio Cesar Turbay, “hay que reducir la corrupción a sus justas proporciones” y por último el más grande, Kid Pambelé, “es mejor ser rico que pobre”.
Pues bien, pese a la negación del gobierno y algunos miembros del Pacto Histórico (o prehistórico), todas las acciones y anuncios del Presidente y sus Ministros “caminan como pato, nos tienen rodeados de criminales y corruptos y nos llevan a que es mejor ser pobres.
En medio de este retroceso, una oda a la esperanza: este pueblo que lucha sin parar para llevar honesta, responsable y creativamente el sustento diario a su familia; somos la mayoría.
Esto es un hecho reconocido por todos y, especialmente por extranjeros que han llegado a invertir en el país o al observar compatriotas que se destacan en las mejores universidades del mundo, en empresas multilatinas o multinacionales y felizmente, en el arte y el deporte; estos si son nuestros embajadores y nos llenan de orgullo. La invitación es la que sigo en este momento: TODOS PODEMOS SUMARNOS A LA DEFENSA DE LA PATRIA.
