Pensar la vida, es necesariamente pensar la educación como mecanismo trascendental y fundamental para garantizar el cambio social y humano. Pensar en una educación “viva” que busque liberar al conocimiento de todo sesgo para que pueda haber una verdadera experiencia de aprendizaje, una experiencia de vida, es la razón de ser de cada establecimiento educativo.
Por esta razón, es fundamental reflexionar sobre el proceso de formación como un puente que conecta la barbarie con la civilización. En pocas palabras, la educación es el más eficaz mecanismo para transformar vidas, no en vano se afirma lo siguiente “el pedagogo es aquel maestro y aquella maestra que sabe acompañar el destino de la niñez, no para consolarlo en su tristeza, sino para indicarle cómo y de qué manera puede pintar el oscuro amanecer”.
Me valgo de esta hermosa cita de María Zambrano para iniciar una reflexión sobre la capacidad formativa y transformadora del discurso pedagógico de la educación.
De esta manera, pensar el lenguaje y las palabras, los cuales vienen siendo la principal herramienta de la educación, se convierte en instrumento eficaz para crear mundos, para de-formar, trans-formar y formar realidades, pensamientos, ideas e ideales que permiten acoger al otro, y ver al ser humano bajo la óptica del respeto, de la dignidad, de la compasión.
La educación nos garantiza de alguna manera una lucha para erradicar la crisis de la formación humanística, esto es, nos permite construir una narrativa de vida acorde con el exterior, nos permite vernos en el “espejo de nuestras propias faltas” porque nos garantiza la revisión de nuestra producción de sentido con relación al mundo.
Ahora bien, en Colombia se ha hecho un esfuerzo titánico por garantizar la educación a todas las personas, dado que es un derecho fundamental consagrado en la Constitución de 1991. Es cierto que se ha avanzado en cobertura desde la ley 115 de 1994 pero la calidad aún falta por precisar, trabajar y fortalecer. Desde la Ley 115 de 1994 se han alineado las trayectorias educativas y se ha reflexionado sobre el aseguramiento de la calidad y sobre la gestión de calidad.
Por tal razón, se han desarrollado instrumentos de Planeación Institucional y Calidad Educativa con el fin de garantizarle a los estudiantes, docentes y demás, un progreso en las distintas gestiones, áreas, procesos y componentes de los establecimientos educativos, para lograr fortalecer un sistema de autoevaluación institucional que permita asegurarle al ser humano una educación fortalecida en las tres competencias: el saber, el saber hacer y el ser y convivir.
Es necesario garantizarle al estudiante el conocimiento para que pueda construir su perfil profesional pero fundamental garantizarle la competencia del ser para que pueda entablar puentes entre el conocimiento y la vida misma, esto es, utilizar racionalmente el conocimiento para fines humanístico.
Esta concepción de educación se puede seguir trabajando, tanto desde todos los espacios académicos como desde el hogar mismo. Soy un ser humano consciente de que la educación nos puede salvar, por lo menos, a mí me salvó la vida. Me ha brindado la sensibilidad para ver el mundo con asombro y al ser humano como un ser para acoger: alteridad.
El amor por la educación, por la academia nos permite tener una visión panorámica sobre lo real, lo imaginario y lo posible en la educación. Por esta razón, todos los maestros debemos estar interesado en la calidad educativa, reflexionando sobre nuestra praxis para comprender las dinámicas sociales y educativas, y poder gestionar y desarrollar procesos en las organizaciones educativas a partir de nuevos conocimientos que den solución a problemas disciplinares, interdisciplinarios o profesionales y de esta manera ayudar y garantizar la educación como pilar fundamental en la vida del ser humano.
