El focense Epeo del Parnaso ensambló, por las artes de Palas, un caballo henchido de hombres armados e introdujo la mortífera imagen dentro de los muros. De aquí recibirá entre los hombres venideros el nombre de caballo de madera, encubridor de lanzas escondidas.
Eurípides, Las troyanas, 10.
El poeta clásico Homero fue el primero en narrar, en La Odisea, el episodio del enorme caballo de madera que los griegos dejaron como regalo a los troyanos, “máquina engañosa que el divinal Odiseo llevó a la Acrópolis, después de llenarla con los guerreros que arruinaron a Troya”. Así pudieron terminar con la resistencia troyana que ya completaba cerca de siete años. Desde entonces la expresión “caballo de Troya” alude a una engañosa táctica de guerra empleada por quienes encuentran oponentes muy duros de vencer porque presentan una dura resistencia a los que intentan oprimirlos.
A los sindicatos colombianos, y en particular a FECODE, les viene pasando algo muy parecido a lo que les sucedió a los troyanos en el relato homérico. Después de muchos años de resistencia del gremio magisterial a las políticas neoliberales que buscan arrasar con sus derechos, quienes lanzaron la consigna de “quebrarle el espinazo a FECODE” encontraron la fórmula ideal; el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OCDE, que siempre han pretendido eliminar las conquistas más significativas de los docentes, sólo habían logrado asestar un golpe muy duro al Estatuto Docente de 1979, con la contrarreforma impuesta a sangre y fuego por Andrés Pastrana y Álvaro Uribe en los inicios del presente siglo XXI; pero no habían podido arrasar con el régimen prestacional especial del gremio, conquistado luego de décadas de lucha y plasmado en la ley 91 de 1989, en la ley 115 de 1994, en apartes de la ley 60 de 1993 e incluso en la excepción de la aplicación de la ley 100 de 1993, lograda en el marco de la negociación del exitoso paro nacional que conquistó la Ley General de Educación. Ese régimen especial, quedó a cargo del Fondo Nacional de Prestaciones Sociales -FOMAG- creado por la ley 91/89 como una cuenta especial de la Nación, encargado de responder por el suministro de atención médica a los docentes activos y pensionados y sus familias, y de pagar las pensiones de jubilación y demás prestaciones sociales de los docentes al servicio del Estado.
Pero al igual que a los troyanos, que resistieron muchos años el asedio de los griegos, y fueron engañados por éstos al aceptar el regalo de un monumental caballo que tenía adentro los hombres y armas con los cuales iniciarían la contraofensiva para derrotarlos, a la organización de los maestros y a la mayoría de las centrales y organizaciones de los trabajadores, les regalaron un caballo de Troya con nombre propio: Gustavo Petro. La mayoría de los jefes sindicales se encandilaron con el regalo, apoyaron fervientemente al candidato Petro, le aportaron dinero y votos para su campaña y pensaron que todas sus reivindicaciones serían resueltas ahora sí por el “gobierno del cambio”. Pero una vez que triunfaron, del interior del moderno caballo de Troya comenzaron a salir medidas contra los trabajadores: la reforma tributaria, por ejemplo, redujo los niveles de ingresos de renta sobre los cuales se paga impuesto afectando a un significativo grupo de docentes y trabajadores de nivel medio que antes de la reforma no pagaban ese impuesto; el alza continuada del precio de la gasolina por la eliminación del subsidio que se mantenía desde años atrás, que afecta a todo el mundo pero impacta duramente a los trabajadores y educadores que poseen un automóvil o una moto para desplazarse a sus labores; el incumplimiento de acuerdos pactados por FECODE con el gobierno nacional para impulsar una reforma constitucional que descongele del Sistema General de Participaciones, que aporta los dineros para financiar la educación pública; la continuación de la política de congelación de ascensos del gobierno anterior (sólo en los últimos días se convocó concurso para ascensos y reubicaciones de escalafón para docentes del D. 1278); la propuesta de una reforma pensional que afecta a los docentes y trabajadores con ingresos superiores a dos salarios mínimos que deberán afiliarse forzosamente a los Fondos Privados para aportar sobre los ingresos que sobrepasen ese nivel y llegarán entonces a unas mesadas pensionales muy inferiores a las que actualmente reciben quienes tenían ese tipo de salarios.
La gota que rebosó la copa: desde los inicios del mes de mayo se ha venido presentando una oleada de protestas de los maestros colombianos en todas las regiones del país; una razón completamente justificada es la explicación: el sistema de atención en salud de los docentes activos y pensionados y sus familias ha entrado en una crisis originada en decisiones tomadas por el gobierno de Gustavo Petro. Todo comenzó el 1° de septiembre de 2023, cuando el presidente Petro, sin ningún tipo de consulta con Fecode, anunció desde Bucaramanga su decisión de cambiar el modelo de salud para el magisterio colombiano. Dijo que lo hacía por la corrupción en los manejos de los recursos de salud por parte de la Fiduprevisora, el Fondo de Prestaciones Sociales del Magisterio y los prestadores del servicio en las regiones, adicionado con las innumerables quejas por la mala prestación del servicio. Ordenó después suspender el proceso que debía culminar con una nueva contratación del servicio de salud para los maestros y sus familias, además de la seguridad y salud en el trabajo. El proceso se había iniciado con unos nuevos términos de referencia aprobados por unanimidad, incluidos los tres ministros del gobierno, en el Consejo Directivo del FOMAG y por Acuerdo 05 de 2022. La decisión de suspender la convocatoria la tomó unilateralmente el gobierno con sus tres votos en el consejo directivo del FOMAG, sin contar con la aprobación de los dos delegados de Fecode, que expresaron dudas sobre su legalidad. La justificación pública de la ministra de Trabajo, Gloria Inés Ramírez, ya no fue ahora la corrupción alegada por el presidente Petro, sino la poca cantidad de oferentes, aun sabiendo que era la convocatoria con la mayor cantidad de proponentes en la historia de este modelo. El ministro de Salud que, en el contexto de la Ley 91 de 1989, no tiene incidencia en estos procesos, se ha metido a intervenir de una manera absolutamente exagerada, inclusive por encima de los Ministerios de Educación, Hacienda y Trabajo, que son los que representan al gobierno en el FOMAG.
Luego de cancelado el proceso de contratación, el gobierno, con los tres votos en el consejo directivo del FOMAG, aprobó nuevamente y de manera unilateral una prórroga de seis meses y además modificó el manual de contratación para que en adelante no se haga por licitación pública, sino mediante contratación cerrada y directa. Ante esta decisión, los dos delegados de Fecode, por orientación del Ejecutivo, votaron en contra y volvieron a expresar dudas sobre su legalidad. Pero finalmente el Comité Ejecutivo de FECODE, con un solo voto en contra, de la profesora Victoria Avendaño, la única persona de la dirección nacional del gremio magisterial que se opone a esta imposición, aprobó firmar un acuerdo con el gobierno de Petro y con la Fiduprevisora para poner en marcha un “nuevo modelo de salud” desde el 1° de mayo; suena irónico, y resulta siendo una afrenta, que el día de la clase obrera, los trabajadores de la educación reciban como regalo la eliminación del sistema de salud que tenían vigente para entrar en un caos que está poniendo en peligro sus vidas y las de sus familiares beneficiarios del sistema. Y resulta peor aún si lo que se está intentando hacer es ensayar lo que sería el sistema de salud que se implante para todos los colombianos si sale adelante la reforma cuya aprobación está a punto de fracasar en el Congreso. En este momento los maestros y sus familiares son conejillos de Indias de un modelo que se inicia en medio del más rotundo fracaso.
Para resumir, el magisterio colombiano, que luchó muchos años para conseguir su régimen prestacional especial, hoy asiste al desmantelamiento de sus dos pilares principales, el régimen pensional y el régimen de salud; y quien los está desmantelando es un gobierno por el cual votaron muchos maestros, muchos trabajadores cansados de los atropellos y desmanes de los gobiernos neoliberales que llevaban más de treinta años arrasando con sus derechos; creyeron que la era del cambio había llegado; en efecto, estamos experimentando un cambio, estamos pasando de mal a peor.
El gobierno de Gustavo Petro es un auténtico caballo de Troya para los maestros, los trabajadores y la mayoría del pueblo colombiano. El FMI, el Banco Mundial, la OCDE, los organismos financieros internacionales que deciden la política económica de Colombia, reconocen públicamente que el gobierno colombiano está actuando en la dirección que ellos consideran correcta.
Quienes tienen el control mayoritario de FECODE y de la CUT tienen el mismo grado de responsabilidad que el gobierno en la debacle que hoy atraviesa el gremio magisterial, por una sencilla razón: entregaron la independencia y la autonomía de las organizaciones sindicales, renunciaron a la movilización en defensa de los derechos de los trabajadores y se pusieron bajo las órdenes de Petro y su gobierno. Aún están a tiempo de rectificar, de recuperar el terreno perdido, de retomar su papel de dirigentes, de ponerse al frente del descontento de las bases sindicales que crece más todos los días. Y deben hacerlo antes de que sea demasiado tarde.