Un grupo de intelectuales de distintos centros académicos conocedores del tema de las drogas y sus efectos nocivos para la sociedad hicieron público su respaldo a la recomendación del Ministerio de salud de ponerle fin a la fumigación con glisofato. Este es su pronunciamiento:
"La recomendación del Ministerio de Salud de suspender el uso del glifosato en la erradicación de cultivos ilícitos es de suma trascendencia y significa uno de los mayores aportes para que Colombia diseñe una política anti-narcóticos con un paradigma alternativo y superador al de la “guerra contra las drogas”.
Los abajo firmantes hemos investigado y evaluado el tema de manera sistemática y rigurosa en las últimas tres décadas y hemos participado en debates nacionales e internacionales al respecto. En estudios, informes, documentos, seminarios, mesas redondas y notas de opinión hemos mostrado, una y otra vez, que la fumigación con glifosato de los cultivos ilícitos constituye una estrategia equívoca, dañina, costosa y fútil. El país ha sido el mayor laboratorio mundial en materia de erradicación forzada y con herbicidas. Los efectos humanos, ambientales y políticos han sido negativos. Los resultados específicos en materia de volúmenes de producción y exportación de cocaína, así como de ganancias ilegales, acumulación de poder mafioso y capacidad de lavado de activos del crimen organizado en el largo plazo han sido mediocres. Las consecuencias diplomáticas han sido delicadas: Washington ha elevado su margen de presión y exigencia, pero el Estado y la sociedad colombiana en nada se han beneficiado de la masiva aplicación de glifosato. Investigaciones recientes en el exterior como las adelantadas, entre otras, por el London School of Economics and Political Science de Inglaterra, el Washington Office on Latin America de Estados Unidos, el Transnational Institute de Holanda, confirman el fracaso de la fumigación química. En breve, hay un consenso amplio, dentro y fuera del país, acerca de la política en cuestión.
La lógica punitiva, militante y estigmatizadora de la “guerra contra las drogas” se debe desactivar paso a paso, componente por componente. El país irá dando vuelta la página de una cruzada que ha tenido muchos proponentes en el exterior pero que se ido librando solo con la muerte de colombianos.
Por eso apoyamos la decisión del Ministerio de Salud, le solicitamos al Consejo Nacional de Estupefacientes que respalde tal determinación y le pedimos al Presidente Juan Manuel Santos que ratifique la voluntad política de Colombia de propiciar un sendero diferente al prohibicionismo a ultranza y a favor de modelos de regulación modulada de las drogas".
La recomendación del Ministerio de Salud de suspender el uso del glifosato en la erradicación de cultivos ilícitos es de suma trascendencia y significa uno de los mayores aportes para que Colombia diseñe una política anti-narcóticos con un paradigma alternativo y superador al de la “guerra contra las drogas”.
Los abajo firmantes hemos investigado y evaluado el tema de manera sistemática y rigurosa en las últimas tres décadas y hemos participado en debates nacionales e internacionales al respecto. En estudios, informes, documentos, seminarios, mesas redondas y notas de opinión hemos mostrado, una y otra vez, que la fumigación con glifosato de los cultivos ilícitos constituye una estrategia equívoca, dañina, costosa y fútil. El país ha sido el mayor laboratorio mundial en materia de erradicación forzada y con herbicidas. Los efectos humanos, ambientales y políticos han sido negativos. Los resultados específicos en materia de volúmenes de producción y exportación de cocaína, así como de ganancias ilegales, acumulación de poder mafioso y capacidad de lavado de activos del crimen organizado en el largo plazo han sido mediocres. Las consecuencias diplomáticas han sido delicadas: Washington ha elevado su margen de presión y exigencia, pero el Estado y la sociedad colombiana en nada se han beneficiado de la masiva aplicación de glifosato. Investigaciones recientes en el exterior como las adelantadas, entre otras, por el London School of Economics and Political Science de Inglaterra, el Washington Office on Latin America de Estados Unidos, el Transnational Institute de Holanda, confirman el fracaso de la fumigación química. En breve, hay un consenso amplio, dentro y fuera del país, acerca de la política en cuestión.
La lógica punitiva, militante y estigmatizadora de la “guerra contra las drogas” se debe desactivar paso a paso, componente por componente. El país irá dando vuelta la página de una cruzada que ha tenido muchos proponentes en el exterior pero que se ido librando solo con la muerte de colombianos.
Por eso apoyamos la decisión del Ministerio de Salud, le solicitamos al Consejo Nacional de Estupefacientes que respalde tal determinación y le pedimos al Presidente Juan Manuel Santos que ratifique la voluntad política de Colombia de propiciar un sendero diferente al prohibicionismo a ultranza y a favor de modelos de regulación modulada de las drogas.
Helena Alviar García, Bruce Bagley, Sandra Borda, Mauricio García Villegas, Hernando Gómez Buendía, Javier Guerrero, Álvaro Gúzman Barney, Francisco Leal Buitrago, Antonio Madariaga, Pedro Medellín, Daniel Mejía Londoño, Iván Orozco, Socorro Ramírez, Mauricio Reina, Alejandro Reyes, César Augusto Rodríguez Garavito, Arlene Tickner, Francisco Thoumi, Juan Tokatlian, Rodrigo Uprimny, León Valencia, Constanza Vieira y María Inés Villa Martínez en ﷽﷽﷽﷽﷽y ectos humanos, ambientales, socialeses
