Y eso pasa por esto días en los alrededores del parque principal de Usaquén, irónicamente a las puertas de la alcaldía local que parece hacerse de la vista gorda e incluso impulsarlo.
Muchas calles del tradicional barrio están levantadas y desbaratadas y hay partes donde ni siquiera se puede pasar sin enlodarse.
En Holanda logran construir un túnel en apenas un fin de semana, y en China, un edificio modular de 10 pisos en menos de 29 horas.
Pero en Colombia… (ay, en Colombia) la construcción de obra pública, de tan ineficiente, es por lo general una vergüenza, de la que se lucran sobre todo contratistas descarados.
Si uno de verdad buscara mejorar las calles o los andenes de forma eficaz y eficiente, minimizando costos, uno podría emplear la misma maquinaria, la misma mano de obra y la misma polisombra (que aísla el área intervenida) para primero terminar una calle y luego seguir con otra.
Así las molestias y el traumatismo para los vecinos, visitantes (nacionales y extranjeros), restaurantes y demás comercios de la zona serían mínimos.
Pero no. A los bolsillos del contratista descarado y seguramente del político que lo alcahuetea les conviene romper y desbaratar muchas calles a la vez para no avanzar en ningún frente como debieran y así alargar el contrato indefinidamente, con los consecuentes sobrecostos.
Ojalá organismos de control como la Contraloría distrital, las veedurías, la Procuraduría o hasta la Fiscalía tomen cartas en el asunto para acelerar estas obras, exigir que las terminen lo más pronto posible y sancionen a los irresponsables por incurrir en prácticas onerosas e ineficientes en detrimento de las arcas de la ciudad.
Sólo así, con castigos ejemplarizantes, es que aprenden los corruptos.