Las problemáticas de seguridad en Bogotá son una realidad que vivimos y padecemos todos los habitantes de la capital a diario y en diferentes horas del día. No se trata de hacerle mala propaganda a la Alcaldía Mayor de Bogotá, ni a la Policía Metropolitana de Bogotá, quienes seguro intentan hacer lo mejor por mantener el orden en la ciudad. Sin embargo, no se puede omitir el descuido y la indiferencias que hay entre el Distrito y la Policía, las cuales pueden incidir en la manera como se afronta la delincuencia en Bogotá.
Es entendible que el alcalde Petro considere que hay persecución en su contra por parte del Concejo de Bogotá, distintos partidos políticos y los medios de comunicación, quienes en repetidas ocasiones se han preocupado más por afectar la gestión de la Alcaldía que por informar y ejercer un control político de manera neutral. Pero este viento en contra de las acciones de la Alcaldía tiene su razón de ser: desde sus inicios, el alcalde mostró debilidad y falta de continuidad de los funcionarios en su gabinete, sin mencionar varios problemas de comunicación, la cual es clave para llevar a feliz término las tareas que se traza la Alcaldía para gobernar a Bogotá. Pero bueno, lo anterior solo son hechos desafortunados con los cuales ha tenido que convivir el Alcalde. Para no dilatar más el tema central de esta columna, iniciaré explicando qué sucede, a mi modo de ver, con la seguridad en Bogotá.
Independientemente de las cifras que se tengan en Bogotá sobre la seguridad, las que manejan la Alcaldía y la Policía se contradicen. Se debe entender por qué. Para varios habitantes de la capital se perdió la seguridad. Si empezamos por las diferentes modalidades que tienen azotada a Bogotá, iniciando de lo macro a lo micro, tenemos en primer lugar a las bacrim, las cuales se han logrado infiltrar en localidades como Bosa y Ciudad Bolívar, promoviendo el micro tráfico en la ciudad. Después tenemos al Bloque Capital, conformado por las AUC, el cual vive de amenazar a diversos líderes locales en Bogotá. Posteriormente, la extorsión que se comete en mayor medida a comerciantes y empresarios; el sicariato, el hurto o fleteo, en el cual se roban celulares y objetos personales; el halado de carros y motos; las bandas de apartamenteros; la llamada millonaria; el cosquilleo, la tomasera, la chuzada y el robo a almacenes. Entre las localidades con mayor presencia delincuencial están Los Mártires, Kennedy, Ciudad Bolívar, Usaquén, Engativá y Bosa.
Es extraño que pese a que las autoridades en marzo del presente año presentaron cifras que disminuían los hechos delincuenciales en un 6%, los bogotanos, por el contrario, manifestan una percepción de inseguridad del 49%, según una encuesta realizada en las 20 localidades, por la Cámara de Comercio de Bogotá. Como dato que resaltó en esta encuesta, está la percepción de inseguridad de los usuarios de Transmilenio, con un 89%, y no es para menos, pues aquellos que somos usuarios del sistema no podemos negar el descuido que hay en el mismo, el cual no vine de la administración distrital actual, sino de las dos alcaldías anteriores a las de Petro, en donde el distrito permitió que la ciudadanía le perdiera respeto al Transmilenio.
En mi caso personal fui objeto de dos hurtos, uno para el año 2013 y otro para el 2014. Ambos sucedieron adentro de la estación de Transmilenio de la Calle 45, la cual está muy descuidada por las autoridades. En las dos ocasiones que fui asaltado entendí el tedio y la odisea que es poner una denuncia, pues la policía de los cuadrantes en donde sucedieron los hechos no recibía las denuncias. En el CAI de la Policía tampoco las recibían; algunos policías me remitían a la Fiscalía, hasta que después de insistir durante una semana me recibieron la denuncia en la estación de Policía de Teusaquillo. Realizaron los retratos hablados de los delincuentes y se abrió un proceso, el cual difícilmente avanzará, pues yo tendría que aportar pruebas nuevas a la investigación, algo casi imposible.
Con respecto a los argumentos de las autoridades en materia de la falta de denuncias que sustenten los hechos de hurto que las personas mencionan, ellos pueden decir que la gente no se toma el trabajo de denunciar, por dos razones. La primera por la falta de credibilidad de la ciudadanía en la Policía, y con ella la falta de seguridad que tienen las víctimas en que avanzarán las investigaciones, y, en segundo lugar, se encuentra que los usuarios prefieren dejar de denunciar los hurtos, pues consideran que nunca pasará nada.
Para mejorar la seguridad en la capital, y específicamente en Transmilenio, se requiere algo más que el aumento de estrategias en seguridad. También urgen campañas de cultura ciudadana, pues como lo mencionaba el concejal Flórez en el programa “En Jaque”, de Hassan Nassar, “no solo con garrote se soluciona la seguridad en Transmilenio, también hay que educar a los usuarios y recuperar la cultura ciudadana a través de campañas”. A pesar de que la Alcaldía en días pasados había mencionado que se implementarían nuevos policías en las estaciones de Transmilenio, aún ese aumento policial no se ve. De hecho, en los trayectos del día a día que uno realiza se ve cómo algunas estaciones de gran tamaño ni siquiera cuentan con presencia policial, ni cámaras de seguridad en funcionamiento.
Por el bien de la ciudadanía esperemos que la Alcaldía Mayor y la Policía logren recuperar la seguridad en Transmilenio, y la percepción de la misma, que está por el piso. Los hurtos en días pasados a varios usuarios de Transmilenio ojalá fueran una estrategia de manipulación mediática como lo plantean algunos funcionarios del Dstrito, y algunos militantes del progresismo, pero la realidad es otra; es tan poca la presencia de policías en las estaciones de Transmilenio, que literalmente la gente hace lo que le da la gana y no hay quien ejerza control. Hay unas bandas dedicadas al hurto que se suben al Transmilenio, y al ver la falta de presencia policial, cometen el delito.
Para terminar, quiero referirme a algunas medidas puestas en funcionamiento en Transmilenio como la implementación gradual de las puertas anti colados, las cuales no sirven de nada si no hay presencia policial al interior de las estaciones con ese sistema. Las nuevas barreras que separan el carril exclusivo de Transmilenio del de vehículos particulares y de servicio público, con el fin de evitar los colados, es una buena medida pero no está implementada en las principales estaciones. La falta de presencia policial en las estaciones más grandes de Transmilenio genera facilidad para que los delincuentes cometan delitos. El desinterés de las autoridades competentes por cuidar las estaciones y a los usuarios, por preferir jugar en el celular y chatear, genera en los ciudadanos una pérdida de respeto hacia las autoridades.
Twitter: @JCTOMATE