A Sticky Fingers , el primer disco de los Rolling Stones en los años setenta, lo atraviesa un aire de renacimiento mezclado con decadencia, quizá tenga que ver algo más que la música, los eventos que la impregnan, la época, el trágico concierto de Altamont que marcó el fin del verano del amor en 1969, donde uno de los Hell Angels —pandilla de motociclistas encargada de la seguridad del concierto que pretendía ser la versión stoniana de Woodstock— mató de una puñalada a Meredith Hunter, un joven negro que se acercaba con un revólver al escenario donde tocaban sus majestades satánicas.
Parecía que la banda se acababa, meses antes Brian Jones, el guitarrista y fundador fue encontrado flotando boca abajo en la piscina de su mansión, después de abandonar el grupo. Por su parte Jagger y Richards enfrentaban cargos de posesión de drogas y su contrato con Decca terminaba, así como el dinero, estaba la amenaza fiscal…todo en torno a los Stones era corrupción, pero seguían en la cima.
Mick Taylor de la banda de John Mayall, los Bluesbreakers, reemplazó a Brian Jones y se afinó con la guitarra de Richards sin problema para trazar punteos inconfundibles sobre sus riffs. La sección de vientos liderada por Bobby Keys amplificó el sonido otorgando un tono más fiestero al tejido eléctrico y a la base rítmica de Bill Wyman y Charlie Watts. Por esta época vendría el logo mundialmente conocido, el diseño de John Pashe, los labios y la lengua jadeante que rememoraba la boca de la diosa Khali o la bocaza de Jagger al micrófono, sello que marcaría la independencia de Decca y daría identidad a Atlantic- Rolling Stones Records.
La portada es cuento aparte, sin duda una de las más recordadas de la banda, diseño de Andy Warhol, la pelvis de Jagger, de Joe Alessandro o de algún buscavidas que frecuentaba la Factory, enfundada en un jean marcado un prominente miembro. El detalle de la cremallera, el zipper pegado junto al gran paquete, pone al diseño en una dimensión realista: se abre y puede verse el calzoncillo, la piel, el nombre del artista al lado de una leyenda (this photograph may not be…etc). El reverso de la portada muestra la parte posterior del jean, los bolsillos, el trasero del modelo junto a la emblemática lengua. Al interior, fotos de Jagger bostezando junto a los demás, exhibiendo su actitud crápula; el rumor que los precedía desde mediados de los sesenta: “¿dejaría que su hija saliera con un Rolling Stone?
Más allá de la trivia, del contexto sociocultural donde emergió la música (también cuentan el que los Beatles se hubieran separado, el advenimiento de Led Zepellin y Pink Floyd), lo que cuentan son las canciones, el elegante decadentismo que reviste cada uno de los 10 temas que componen Sticky Fingers:
Lado A
Brown Sugar apareció como single junto a Let it rock (una canción original de Chuck Berry) y abre el disco con el violento riff de guitarra de Keith Richards que acompaña a Jagger en un canto sobre la esclavitud, las drogas y las mujeres negras. Acaso un guiño a Marsha Hunt el amor secreto de Jagger en esa época, en todo caso una evocación a las plantaciones de algodón, al groove, al black power. El solo del saxo de Bobby Keys abre un bache en la canción que no se resuelve sino en el baile y el desmadre. De este tema hay otro corte con Eric Clapton en la Guitarra que estuvo a punto de aparecer en el disco.
Sway es un blues lento que apacigua los ánimos luego de la descarga de la canción que la antecede, cuentan los que no estuvieron allí y que lo supieron de muy buena fuente que la canción fue escrita por Jagger junto a Mick Taylor en ausencia de Richards que empezaba su etapa más autodestructiva. Es solo la vida endemoniada que te tiene tambaleante dice el estribillo de la canción que parece dedicada al propio guitarrista.
Wild Horses fue grabada al final del tour americano del 69 en el Muscle Shoals Sound Studios de Shetfield, Alabama, con Brown Sugar y You Gotta Move, “tres canciones en tres días” recuerda Keith Richards en su autobiografía al evocar ese confortable estudio de ocho canales ubicado en medio de la nada. “La canción casi se escribe sola”, recuerda que encontró los acordes en la guitarra de 12 cuerdas, luego intentó hacer lo mismo en la de seis arrancando en Mi mayor. Finalmente, la guitarra arranca en Si menor, pero el piano no toca acordes menores dando la ilusión de una caja de música china. Depende del escucha determinar de qué se trata la canción. Jagger y Richards tienen diferentes perspectivas: era una súplica a Marianne Faithfull para que no se fuera de su lado; para el otro una canción de cuna dedicada a su pequeño hijo Marlon.
Can´t You Hear me Knocking tiene una duración de siete minutos, allí Keith Richards hace gala de su riff de tres acordes — que parece de seis—, el secreto está en el silencio que produce la guitarra con cinco cuerdas, “la velocidad que genera llenar ese vacío entre las cuerdas crea ese potente efecto que también se siente en Start Me Up y Honky Tonk Woman”, nos cuenta. La guitarra genera un jam session con las congas de Rocky Dijon y el saxo de Bobby Keys: al final Mick Taylor agrega un solo de guitarra que lleva la canción al nunca acabarse. La voz de Jagger evoca a un Joe Cocker negro. En la gira mundial del 2003 fue incorporada al repertorio sonando igual que siempre.
You Gotta Move, un blues tradicional del Mississippi compuesto por Fred MacDowell, es retomado por los Stones agregando batería y slide guitar, Jagger frasea socarrón un tema religioso: “que puedes ser pobre, que puedes ser rico, pero cuando el Señor está listo te tienes que mover…
Lado B
Bitch abre la segunda cara del disco con el mismo espíritu de Brown Sugar, los vientos imponiéndose sobre las guitarras, pero la línea de bajo de Bill Wyman se deja sentir en contratiempo a la batería de Charlie Watts. Mick Jagger demuestra aquí lo que hace un buen letrista de canciones, no hace poesía, ni expresa grandes ideas, sino que sabe encajar la voz en la música: You got to mix it, child, You got to fix it, must be love, It's a bitch…
I got the blues es una espiral descendente, una canción triste que evoca las baladas soul de Otis Redding. El escritor suicida Andrés Caicedo la cita en su novela ¡Qué viva la música!, cuando muere la mejor amiga de la protagonista. Canción de pérdida, remordimiento, nostalgia y de todo lo que puede estar sintiendo alguien que canta a una ausencia a las tres de la mañana. Es el perfecto preludio para el cierre del disco.
Sister Morphine, trata directamente el tema de las drogas del mismo modo en que Lou Reed lo hiciera en su célebre canción Heroin, sin hacer apología al recrear los sinuosos caminos del vicio. En los créditos figura Marianne Faithful, quien escribió varias líneas de la canción al lado de Jagger durante su fuerte adicción a las drogas duras. Parece ser la historia de algún moribundo que espera en la cama de un hospital a que alivien su dolor con morfina o cocaína…El contrapunto de guitarra acústica y eléctrica que se resuelve en el slide guitar de Ry Cooder le dan una atmósfera única a esta pieza.
En Dead Flowers, los Stones cumplen con su acostumbrado número country que parece una parodia al género mismo. Otra referencia a las drogas: alguien que prefiere confortarse con la aguja y la cuchara mientras su novia apuesta en el Derby de Kentucky en compañía de otro hombre. Otro tema donde la guitarra eléctrica traza líneas sobre una base acústica sobre una canción campesina.
Moonlight mile, sobre Milla de luz de luna Keith Richards ha dicho que es una canción de Jagger y Mick Taylor, aunque Taylor no aparezca en los créditos. “Incluso fue suya la idea de agregar los arreglos de cuerda de Paul Buckmaster”, agrega. El disco cierra perfectamente con está lacónica canción de carretera que evoca el frio y el deseo de retornar a casa. Algunos van más lejos afirmando que es una canción sobre la cocaína.
El disco fue producido por Jimmy Miller, presente en los cuatro discos más importantes de los Rolling Stones: Beggar’s Banquet, Let it Bleed, Sticky Fingers y Exile on Main St. Cada uno de ellos merece especial atención ya que consolidaron a la banda de rock and roll más grande de todos los tiempos.
En el mes de junio saldrá una edición especial de Sticky Fingers, que cumple cinco décadas, acompañada de material no editado como la versión de Brown Sugar con Eric Clapton en la guitarra, además para la próxima gira americana prometen presentar en vivo el disco en su totalidad.