A propósito del paro nacional de Fecode, el cual encuentro, como en todos sus paros del pasado, más que una razón para acompañarlos en las calles, una razón para analizar qué pasa con la educación del país.
Lo cierto es que este análisis debemos hacerlo todos los colombianos, pues las peticiones de Fecode, al ser un sindicato donde el patrón es el Estado, si son atendidas, será algo que afecte a todos los que de una u otra manera aportamos a través de nuestros impuestos a la educación colombiana, es decir todos los colombianos, tengamos o no hijos que asistan a los colegios públicos.
Pero para comenzar, debemos pensar de donde provienen los docentes de nuestros país. Es decir, cuales son las facultades de educación que forman a los colombianos que deciden ser los profesionales que formarán a nuestros estudiantes. La respuesta a esa simple pregunta es triste. En nuestro país no son los mejores bachilleres los que deciden ingresar a las facultades de educación al menos por dos razones. En su gran mayoría las facultades de educación no son las mejores de nuestro país, pero a su vez las aspiraciones de nuestros bachilleres siempre estarán en otros sectores donde los rendimientos al final, cuando se es profesional, claramente son más altos. Para nadie es un secreto que los salarios más altos hoy están entre los profesionales que se insertan laboralmente a los sectores financiero, ingeniería y salud.
Las mayores inversiones de nuestras instituciones de educación superior también se realizan en sectores diferentes a la educación, por ejemplo en las facultades de ciencias de la salud e ingenierías. Al final, los resultados lo dicen todo. Según las pruebas Saber PRO, que son a las que están obligados todos los profesionales del país a presentar cuando terminan sus estudios superiores, nos muestran que los egresados de las licenciaturas están mal en todo. Son los que obtienen los menores puntajes en racionamiento cuantitativo, comunicación escrita y competencias ciudadanas. Sólo superan algunos profesionales de otras áreas en lectura crítica e inglés. Es decir, una combinación fatal, selección de bachilleres con bajo rendimiento y poca inversión en facultades de educación nos da como resultado, profesionales con bajo nivel de logro. Esa es la primera verdad de la carrera de docente.
Pero porqué no es atractiva la profesión docente? Aunque nuestros docentes no tienen los menores salarios del país, existen sectores más competitivos. Eso pesa mucho a la hora de elegir una profesión. El salario de enganche de un docente es más alto que el de muchas profesiones, pero podemos pensar que el país debe construir una escala más empinada de salarios para retribuir el esfuerzo de los docentes, año tras año. Pero en esto hay que poner mucha atención en que significa “esfuerzo”. Ese siempre debería estar pensado en los resultados y no en los insumos. Es decir, el esfuerzo de un maestro debe medirse en cuánto logra aportar a sus estudiantes, no en cuánta preparación ha recibido el maestro. En esto último la sociedad colombiana también ha pecado.
Existen en el país cientos de programas de especialización para maestros de no muy alta calidad. Muchas instituciones de educación superior comprenden bastante el sistema de salarios de docentes y han creado y/o ajustado sus programas a las necesidades de los docentes de ascender en el escalafón de salarios, pero a muchas IES se les ha olvidado entender bien cuáles son las necesidades de aprendizaje de nuestros estudiantes.
En fin, el problema que enfrenta la sociedad colombiana en materia de educación hoy no es menor. E insisto, este no es un problema de Gina Parody y de su equipo, el cual en mi concepto está abierto a tener las discusiones fundamentales. Esto no se trata de aumentar los salarios de nuestros maestros de hoy, solo para que dejen pensar y al menos mantengan a nuestros niños en las aulas. Esto se trata de pasar de un círculo vicioso que saque a nuestros maestros de la mediocridad y los ponga en el centro de las prioridades de todos, generando un círculo virtuoso. Qué importante sería que para todos los colombianos la docencia fuera la máxima aspiración profesional.