El potencial de recursos naturales que tiene Colombia, aunado con el interés de las políticas públicas por lograr una transición energética efectiva y eficiente, han permitido que el país sea reconocido por el Consejo Mundial de Energía (WEC por sus siglas en inglés) como un actor importante en el cambio energético de América Latina.
Las intenciones parecen tener estructuras más consolidadas y claras y los distintos sectores e industrias empiezan a repensar sus procesos. Según el último informe sobre los Proyectos de Energías Renovables No Convencionales (FNCER) para el 2024 de la Asociación Energías Renovables Ser Colombia, el portafolio de este año totaliza 66 proyectos, 3.040 MW de nueva capacidad, incluyendo proyectos en prueba, en construcción y en desarrollo contingentes a trámites.
Pero, a pesar de que estas cifras muestran un claro interés de las empresas en trabajar por la transición energética, con inversiones cercanas a los $2.2002 millones de dólares, la lenta entrada sigue siendo un desafío. En promedio, el inicio de operación de un proyecto de pequeña escala tarda entre 3 y 6 años. “Estos tiempos de entrada se reducirían a la mitad si se cumplen los plazos normativos de trámites y se definen términos para los permisos que no los tienen”, sentencia el informe.
Partiendo de esta situación, se hace necesario identificar cuáles son los aspectos de urgente abordaje en el camino hacia el logro de la transición energética. Katherine Vargas, gerente de Recursos Naturales de Esri Colombia, empresa líder en Sistemas de Información Geográfica (SIG), hace un alto en lo que deberían ser los puntos de partida para potenciar este proceso y el uso de energías renovables.
Y es que, una vez evaluado el potencial de recursos renovables disponibles del país (como la energía solar, eólica, hidroeléctrica, biomasa y geotérmica), lo siguiente es establecer un marco regulatorio claro y favorable, crucial para fomentar la inversión en este sentido. Esto incluye la definición de tarifas de conexión, incentivos fiscales, mecanismos de subasta de energía renovable y normativas que promuevan la generación distribuida.
Para la experta, detrás de la transición energética, yace una fuerza impulsora igualmente vital: la tecnología, la cual juega un papel esencial en todo el ámbito de las energías renovables, abarcando desde el diseño y la producción de equipos más eficientes hasta el avance de sistemas de almacenamiento de energía.
“Uno de los desafíos más grandes de las energías renovables es su intermitencia, de ahí que los avances en tecnología sean fundamentales. Además de mejorar la eficiencia y la confiabilidad de las energías renovables, la tecnología también desempeña un papel crucial en la optimización del uso de los recursos naturales disponibles. Por ejemplo, mediante el uso de análisis de datos geoespaciales y herramientas de modelado, los expertos pueden identificar las ubicaciones óptimas para la implementación de infraestructuras renovables, maximizando su rendimiento y minimizando su impacto ambiental”.
Detalla Vargas que una de las tecnologías clave en el proceso de energías renovables es la herramienta ArcGIS de Esri, basada en SIG, pues, entre otras cosas, ayuda a elegir los mejores lugares para los proyectos, a planificar de manera óptima el terreno, a tener más y mejor información en tiempo real para decidir y gestionar, y a informar cómo funcionarán los proyectos en diferentes situaciones. Esta contribución es esencial para hacer que los proyectos de energía limpia sean más eficientes, rentables y sostenibles en todo el mundo.
Pero, para que haya tecnología en todos los procesos de generación y uso de energías renovables se requiere de inversión y financiamiento, otro gran aspecto necesario para lograr la anhelada transición energética. De ahí, la importancia de fomentar el financiamiento público y privado a través de esquemas adecuados, como créditos blandos, garantías gubernamentales y mecanismos de inversión sostenible.
Además, la implementación de energías renovables debe desarrollarse de manera sostenible con la participación activa de las comunidades locales, lo que implica hacer consultas públicas, promover la educación ambiental y garantizar la equidad y la justicia social en la distribución de los beneficios económicos y ambientales de los proyectos renovables.
Con una hoja de ruta clara, que considere variables globales y, especialmente locales, el desarrollo de proyectos de energías renovables será una tarea más sencilla y eficiente. Si los aspectos básicos mencionados se dan en el país, las dificultades propias de los proyectos podrán trabajarse de una manera óptima, reduciendo considerablemente los tiempos de inicio de la operación.
