Europa debe asumir con más responsabilidad y eficacia los problemas de los inmigrantes africanos, porque gran parte de las causas del subdesarrollo, la pobreza, la miseria y la inequidad que se sufre en África son consecuencias del saqueo del colonialismo europeo. Los europeos durante el período colonial despoblaron a África con el cruel negocio de la trata esclavos, los exterminios y los arrasamientos de poblaciones enteras. Además, destruyeron sus sociedades, sus instituciones, los culturizaron e iniciaron el arrasamiento de sus riquezas.
El fin de colonialismo no cerró las brechas del saqueo, sino que con la “descolonización” los europeos estructuraron nuevas modalidades de expoliaciones más productivas con el apoyo de los propios dirigentes africanos. Esa Europa que ahora mira con desprecio a los inmigrantes africanos como pestes que invaden su territorio, tiene una alta cuota de responsabilidades en el subdesarrollo de las naciones africanas. Indudablemente que con las complicidades de las clases dirigentes africanas, que siguen actuando como títeres de los intereses de las potencias y de sus emporios empresariales transnacionales.
El hambre, la miseria, las faltas de oportunidades de trabajo y de progreso que padecen millones de africanos, obliga a cientos de ellos a iniciar largas travesías desde sus países de origen, en la búsqueda de mejores oportunidades de vida al otro lado del Mediterráneo.
Evidentemente que la inmigración africana, también es alimentada por las guerras y los conflictos étnicos, religiosos y tribales, además de las luchas por el control de los recursos naturales y el reparto del poder, al igual que las tensiones geopolíticas que existe entre los países, muchas de ellas conexas con los intereses estratégicos de las potencias europeas y de Estados Unidos.
Los inmigrantes africanos en la búsqueda de cambios en sus condiciones de vida son víctimas de los carteles de traficantes de personas que se han estructurado, tanto en África como en Europa. No existen cifras exactas sobre los africanos que logran llegar clandestinamente a Europa, ni sobre los que mueren en las travesías, ni los millones de dólares que mueve este repudiable negocio. Sin embargo, se especula que la travesía desde las costas africanas por el Mediterráneo a Europa mueve más de US$650 millones al año.
Las estadísticas de la Agencia Europea de Control de Fronteras Externas, señala que sólo en el primer trimestre de este año 57.300 inmigrantes llegaron a Europa desde África, Medio Oriente y los Balcanes. Una cifra que triplica la cifra de los 22.500 que entraron en el primer trimestre del año pasado. El naufragio que sucedió la semana pasada en el Mediterráneo donde murieron más de 700 inmigrantes fue una tragedia de mayor magnitud que la que ocurrió hace dos años en Lampedusa (Italia). Lo triste es que el drama continúa.
Giovanni Pettorino, almirante de la Guardia costera italiana, dice, que los traficantes compran barcos viejos por 100.000 o 150.000 dólares y los llenan de inmigrantes que huyen de las faltas de oportunidades y de los conflictos en sus países. Personas que están dispuestos a pagar hasta 6.000 dólares por viajar a Europa. Es decir, por cada travesía puede reportarles a los traficantes ganancias de 5 millones de dólares.
El mar Mediterráneo se ha convertido en el gran cementerio de los inmigrantes africanos que buscan alcanzar el sueño europeo. Un mar que en el pasado fue sinónimo de poder y de grandeza, centro de grandes civilizaciones e imperios, ahora es una extensa tumba para los inmigrantes africanos y del Medio Oriente.
Las mafias que controlan el tráfico de inmigrantes por sus aguas son poderosas estructuras con tentáculos en las estructuras políticas, militares y económicas en Europa y África. Para los inmigrantes africanos sus travesías por el Mediterráneo se han convertido en símbolo de triunfos o fracasos y en retos de vida o muerte. Los relatos sobre las peripecias de las travesías son escalofriantes y los dramas desgarradores.
El enfoque de la política de la Unión Europea sobre la inmigración está basado en estrategias represivas. El parlamento europeo hace poco estableció sanciones para los empresarios que contraten a inmigrantes en situación irregular y los países tienen dos años para aplicar la legislación. Es evidente que la política represiva está destinada al fracaso si los países no son capaces de afrontar la inmigración africana como un problema común y global.
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