Cuando una lluvia de 300 drones, misiles de crucero y balísticos cruzaron el sábado los cielos para llegar a Israel desde Irán, la sombra del líder supremo de esa nación empezó a dibujarse en todo el planeta. El ayatolá Alí Jamenei es uno de los más desconocidos caudillos de Oriente Medio aunque lleva 34 años en el poder, es uno de los más poderosos del mundo, y su palabra es ley en Irán. Es su poder supremo el que está detrás del ataque a Israel en el fin de semana.
El líder supremo está por encima del presidente electo Ebrahim Raisi, ratifica cualquier decisión política, tiene la última palabra en seguridad nacional y política exterior, es el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de irán, incluida la Guardia Revolucionaria, un ejército ideológico que depende de su oficina y que hoy tiene enorme peso económico, y controla la milicia de voluntarios conocidos como basiyís.
Es, por sobre todo, el líder que reúne en sí mismo el poder religioso y político. Tal como lo instituyó el fundador de la República Islámica de Irán, el ayatolá Ruholá Jomeini en 1979. Entonces nadie cuestionó lo que él llamó velayat-e faqih -mandato de Des y conocimiento para solucionarlos problemas de la comunidad- poque su carisma era tan grande que era imposible dudar de su liderazgo espiritual y político.
Cuando murió en 1989 tampoco había dudas de que su sucesor difícilmente tendría su talla. Las críticas llovieron a la decisión de la Asamblea de Expertos que designó a Alí Jamenei. Pero desde entonces suplió la falta de carisma con otras jugadas estratégicas para convertirse en el más poderoso de Irán.
Jomeini fue el mentor del actual líder supremo. Alí Hoseini Jamenei, 84 años, empezó sus estudios religiosos siendo un niño en su natal Mashad, algo muy común entre las familias chiís. La suya tenía ocho hijos y un padre de origen azerí, que era clérigo, Jalad Hoseiní Jamenei. El joven Alí recibió clases de estacados ayatolás, entre ellos Jomeini. Y fue en su época de estudiante cuando entró al movimiento islamista opositor del sha de Persia Mohamed Reza Pahlevi, que lo llevó a la cárcel en seis ocasiones.
El gran cambio se dio en 1979. Ruholá Jomeini voló desde París a Teherán, la revolución había triunfado. En pocos días la monarquía laica del sha y la bella Farah Diba, y los militares castrenses afeitados por norma dieron paso a la república islámica de clérigos y hombres de barba por obligación.
Jamenei estaba desterrado en una provincia cerca de la frontera con Pakistán. Antes de irse a París Jomeini lo había incluido en el Consejo Revolucionario Islámico, junto a Rafsanyani, Beheeshtí y Motahharí con quienes fundarían más tarde la República Islámica. Desde entonces arranca la enemistad con Rafsanyani.
El mundo también cambió para Alí Jamenei. La política estaba ahora en el centro de su dedicación, ahora habría menos jardinería y poemas. No así el estudio del Corán, ni sus seis hijos, ni los libros que ha escrito sobre el papel histórico del islam, ni la traducción al persa del árabe que domina bien junto al azerí, la lengua paterna.
En un atentado terrorista a fines de junio de 1981, durante una conferencia de prensa, una bomba escondida en una grabadora explotó a su lado y dejó inutilizado para siempre su brazo derecho. Todavía estaba recuperándose en octubre cuando fue elegido presidente, el trampolín para llegar a ser líder supremo. Lo cual no fue tan fácil, porque la rivalidad con Rafsanyani estaba de por medio y este era el presidente del Parlamento.
Ninguno de los dos tenía el rango clerical necesario. Rafsanyani se alió con el ayatolá Montazerí, Jamenei optó por un triunvirato. Otra vez Jomeini salió al paso. Cuando estaba cerca de la muerte destituyó a Montazerí por haber criticado las torturas en las cárceles, y nombró a Jamenei líder de la plegaria del viernes en Teherán. Señal inequívoca de su sucesor. La Asamblea de Expertos lo eligió con 86 votos a favor.
Consciente de su falta de carisma buscó fortalecerse con las Fuerzas Armadas y con los clérigos en fundaciones y seminarios. Ha tenido éxito. Nadie duda de su enorme poder en un régimen autocrático. Nunca toma decisiones solo, pero ninguna puede ser tomada sin su consentimiento. Quienes conocen la política iraní sostienen que Jamenei ha gobernado con base en consensos en lugar de a través de decretos y siempre teniendo en la mira la supervivencia de la teocracia.
Las calles gritan “dictador”
Las calles han mostrado el rechazo a muchas de sus políticas ultraconservadoras. Grandes manifestaciones como en la segunda victoria de Mahmud Ahmadinejad en 2009, un presidente cercano al de Venezuela Nicolás Maduro, a quien acompaño en su posesión. O en las de 2022 En las calles de todo el país, encendidas tras la muerte de la joven Mahsa Aminí, en las que los manifestantes no solo clamaban por el fin del velo obligatorio, sino que gritaban “muerte al dictador”, que no era otro que el líder supremo. Las protestas fueron y han sido sofocadas con violencia, torturas y muertes. Todavía hiere en la retina los cuatro jóvenes ahorcados, uno de ellos pendiente de una grúa en Mashad.
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Jamenei tiene responsabilidad directa en la política exterior de la República Islámica que no puede llevarse a cabo sin su aprobación y participación directas. Tiene un equipo propio de política exterior que incluye dos exministros de Relaciones Exteriores, independiente del de la presidencia y en cualquier momento puede corregir una “medida o decisión incorrectas”.
Según Jameneí, es “evidente que el conflicto y la confrontación» entre la República Islámica de Irán y EE. UU. son algo natural e inevitable”, En estas dos décadas ha condenado los atentados de las Torres Gemelas del 11-S del 2001, en el 2006 advirtió que cortaría el flujo de combustibles por el estrecho de Ormuz por una intervención militar en Afganistán, en el 2007 se fue lanza en ristre por eLl“terrorismo ciego” de la invasión a Irak.
Jameneí es un firme oponente al estado de Israel y el sionismo, “Este tumor canceroso debe ser eliminado de la región» y nadie permitirá que un puñado de matones y bandadas repugnantes de Londres, Washington y Moscú gobiernen a los palestinos”. Eso lo dijo en 2000. El discurso no ha variado mucho hasta hoy. Su palabra influye en otros países de la región: Hamás y la Yihad Islámica en Palestina, Hizbulá en El Líbano, las Fuerzas de Movilización Popular en Siria e Irak, los hutíes en Yemen. Todos estos grupos están bajo la tutela de Irán y la República Islámica.
Jameini ha prendido las alarmas en la respuesta a Israel por el bombardeo al consulado e Damasco, donde murieron 16 miembros de la Guardia Revolucionaria. La respuesta del presidente de Israel, Benjamín Netanyahu tiene al mundo en ascuas, y mirando hacia Teherán donde un otogenario años tiene en sus manos el destino de la guerra, o de la paz.
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