Desde el trimestre abril – mayo – junio (AMJ) del 2023 el Centro de Predicción Climática de la NOAA y sus entidades científicas vinculadas informaron sobre el estado de advertencia de presencia del Fenómeno del Niño. Lo anterior quiere decir que desde este trimestre se presentaron condiciones anómalas especialmente en la temperatura superficial del Océano Pacífico Tropical lo cual, sumado al debilitamiento del sistema de vientos del trópico, es uno de los principales factores que pueden desencadenar la ocurrencia de un fenómeno de variabilidad climática definido científicamente y popularmente como “El Niño”.
Los cambios en las variables atmosféricas que pueden causar estos fenómenos no son iguales para toda Colombia, ya que dependen de otras condiciones geográficas como la latitud y el relieve. Por ejemplo, durante un evento “El Niño” en la región andina de Nariño se espera disminución de las precipitaciones, mientras que en la región pacífica se pueden tener condiciones normales. Otros efectos que pueden traer este tipo de eventos son los siguientes:
- Reducción en los vientos.
- Menor nubosidad.
- Déficit indeterminado en las precipitaciones.
- Mayor brillo solar.
- Riesgo en la disponibilidad de agua potable, doméstica y agropecuaria.
De los anteriores efectos existen dos que se consideran determinantes para la propagación de incendios forestales: El mayor brillo solar (asociado a tener menor nubosidad) y las altas temperaturas. No obstante, es válido hacerse el siguiente cuestionamiento: ¿Realmente las condiciones generadas por la presencia del Fenómeno del Niño son los principales determinantes de los incendios forestales y sus efectos en la pérdida de biodiversidad?
Para tratar de responder esta pregunta se ha analizado espacialmente la ocurrencia de incendios forestales identificados mediante teledetección sobre imágenes satelitales en dos periodos de tiempo, uno de abril a diciembre de 2023, el cual estuvo enmarcado en el contexto de “El Niño”, y otro entre abril y diciembre de 2022, el cual presentó condiciones de “La Niña”, este último fenómeno de variabilidad climática con efectos inversos a los de “El Niño”, es decir incremento de nubosidad y precipitaciones.
Con este análisis, es notorio como la presencia de incendios se hizo más marcada entre los meses de septiembre y octubre del 2022, llamando la atención que el mes de octubre, además de estar en medio de condiciones “La Niña”, es el de mayor intensidad en precipitaciones en condiciones normales y corresponde al segundo periodo de lluvias típicas del departamento de Nariño.
Ahora bien, observando la distribución espacial de los incendios identificados en el mismo periodo (abril – diciembre) para el año 2023 bajo condiciones de “El Niño”, se puede extraer que similarmente al 2022 los meses con mayor ocurrencia de estos eventos fueron septiembre y octubre.
A pesar de que el presente análisis no corresponde a un ejercicio estadístico, es notable cómo en la mayoría de los casos la ocurrencia de los incendios no está determinada únicamente por los fenómenos de variabilidad climática, especialmente los de “El Niño”, sino que es evidente que deben existir otros factores que influyen en la aparición de los mismos y cuyas causas pueden ser variadas.
Es importante reconocer que el fuego ha sido considerado como una herramienta utilizada históricamente en la transformación del paisaje, siendo la práctica de tala y quema, roza y quema o agricultura itinerante la más mencionada en la preparación de terrenos de cultivo alrededor del mundo, utilizada aún en la actualidad en algunos países de Centro y Suramérica y África, teniendo en cuenta los beneficios que le proporciona al productor agrícola en el corto plazo, como es el ahorro de tiempo y dinero en la eliminación de vegetación, aporte de nutrientes por medio de las cenizas, control de plagas y enfermedades, entre otros.
Sin embargo, es sabido que pasado el tiempo, estas áreas deben abandonarse para su regeneración natural dado el agotamiento del suelo. No obstante, la realidad actual en lo que compete a tenencia de la tierra, cambio climático, deforestación y pérdida de biodiversidad hacen de esta una práctica poco sostenible ambientalmente, demandando un cambio en las técnicas y métodos de producción, donde se priorice la seguridad alimentaria y se integre el cuidado del medio circundante en el sistema productivo.
Ante esto, es claro que las entidades territoriales pueden contar con las herramientas tecnológicas e informativas para poder conocer el comportamiento de importantes aspectos que determinan o influyen en la ocurrencia de los incendios forestales. Uno de estos son los relacionados con la comprensión de los fenómenos de variabilidad climática, los cuales pueden dar el suficiente tiempo para el aprestamiento de las instituciones involucradas, que permitan planificar no solo las actividades de los centros poblados sino también las actividades agrícolas y pecuarias.
Otros elementos de planificación son la orientación técnica desde las secretarías de ambiente de cada municipio, y por supuesto, el contar con información actualizada del diagnóstico ambiental del territorio y el reconocimiento de los actores que practican la actividad de “quemas”. Finalmente es fundamental garantizar un apoyo técnico, de equipamiento y formación para los cuerpos de bomberos y así garantizar una respuesta acorde a las necesidades territoriales.