Por casualidades de la vida, lo conocí cuando ambos estudiábamos en un colegio de Armenia. Entonces Julio Victoria jugaba tenis y, si mal no recuerdo, ya tenía algo de recorrido como artista, aunque era difícil que los que no éramos fanáticos de la electrónica dimensionáramos su verdadero potencial. Mucho menos, que adivináramos que pronto estaría recorriendo el mundo.
¿Cómo fue que este DJ pasó de ser uno de los tantos talentos emergentes que hay en el país, a dar el enorme salto que lo posicionaría entre los carteles de los principales festivales nacionales e internacionales como el III Points Miami, el Kolorádó Fesztivál de Hungría, la edición argentina del festival Lollapalooza, el BAUM Festival o el Estéreo Picnic y a programar fechas en cuatro de los cinco continentes?
“Afuera soy conocido por mi versatilidad”, remarca. El Colegio Carlomagno, donde estudiamos, pudo tener algo que ver; por ser un lugar que recibía a los jóvenes revoltosos de otras instituciones –no digo que ese haya sido el caso de Julio Victoria– y donde la pedagogía se manejaba de una manera completamente diferente.
En ese secundario que parecía una selva y tenía perros, conejos, pececitos de colores y hasta guacamayas, incentivar la creatividad de los alumnos era prioridad. Un detalle que probablemente Julio Victoria llevaba consigo desde su infancia, pero que allí pudo haberse potenciado.
De una pequeña ciudad en el Eje Cafetero, pal’ mundo
Julio también explica que Armenia es un lugar que le ha permitido ser libre desde temprana edad, porque permite conectar más con las personas y la naturaleza, dos componentes muy presentes en su arte.
Es que una de las mayores virtudes de este DJ y productor de música electrónica que creció escuchando tanto Kraftwerk como Metallica –también la música clásica y las bandas sonoras, enfatiza en nuestra charla–, fue haber entendido que la música que hace no debe quedarse encapsulada en los clubes, sino salir a los teatros, a las galerías y a otro tipo de recintos donde también pueda existir un público amante de los detalles.
Detalles como el arpa o la marimba, –que ha incorporado en su formato de banda en vivo que ha venido amalgamando en los últimos años–, como puede apreciarse en un espectacular show en vivo que grabó en el Teatro Julio Mario Santo Domingo con apoyo de Shock y que terminó llamándose Lo Que (Se) Fue.
Para octubre de este año doblará la apuesta, también en el Julio Mario Santo Domingo, pero en nuestra charla no da muchos detalles; sólo menciona esta presentación que será igual o más transgresora. Enfatiza el esfuerzo que ha puesto en desarrollarla y destaca que incluirá más voces, nuevos instrumentos. ¿Un tiple montañero, una gaita, una guacharaca quizás?
Vale la pena destacar, que aunque Julio Victoria utilice elementos muy autóctonos, su proyecto no busca tener un sonido latino, sino que estos elementos tan queridos tanto por él como por muchos colombianos, sirvan para crear atmosferas auténticas y grandilocuentes.
Además, para este año está preparando una muestra musical con el artista bogotano Bernardo Ortiz, de la galería Casas Reigner, una galería especializada en arte contemporáneo que ha servido de plataforma para muchos talentos colombianos.
Este año también continuará la gira de su álbum Memories flowing, con la que no sólo recorrerá continentes como América, Europa, Asia y África, sino que también espera darles importancia a sus presentaciones dentro de Colombia.
En medio de estos recorridos, Julio Victoria ha compartido tarima con DJ, productores y cantantes tan diversos como LCD Soundsystem, Flume, Chet Faker y hasta la Rosalía.
El camino para crear la “obra maestra”.
Julio Victoria se crio entre el corazón cafetero de Colombia y el sur de Alemania, para luego convertirse en un DJ que ha tocado en países como Estados Unidos, España, Chile, Argentina y hasta Sudáfrica.
¿Pero qué puede hacer un artista cuando afuera ya ha hecho todo –o casi todo– lo que un productor de música electrónica puede hacer?
En el caso de Julio Victoria la respuesta es trabajar lo que está adentro. No sólo el sonido que lleva preparando con su banda desde hace más de cinco años. Sino en las experiencias previas que lo ayuden a crear la obra maestra que tanto anhela, como ha confesado en varias entrevistas.
Su necesidad de experimentar música en vivo, viene de la influencia de su padre, quien le mostró sus primeros discos. Pero años más tarde, visitando una tienda europea, terminará de fascinarse, los vinilos se convertirán en su nueva obsesión y las canciones de house y el techno, sobre todo la creación de ellas, marcarán el rumbo del resto de sus días.
No sólo ha experimentado con la música que produce, sino también con el componente visual que quiere dar a sus shows. No es casual que una de sus presentaciones haya sido en el Planetario de Bogotá.
En una entrevista de hace dos años, con Alejandro Marín, el músico explicaba que su equipo de trabajo reúne 14 personas, entre músicos, expertos en visuales y encargados de iluminación, con la mayoría de ellos también trabaja hace más de cinco años a fines de que la experiencia esté cuidada hasta en el más mínimo detalle.
La actualidad de Julio Victoria
Como el buen hijo siempre vuelve a casa, Julio Victoria ha vuelto a Armenia para montar su propio negocio. Un restaurante-bar llamado La Victoria que se ingenió con un amigo arquitecto llamado Sebastián Restrepo con amigos y socios. En el bar no sólo suena música electrónica, sino rock y hasta reggaetón, si el evento de la noche lo amerita.
El lugar ha sido un éxito y casi todos los fines de semana permanece lleno. Es posible que el hecho de que Julio Victoria sea un personaje querido y admirado en la ciudad, por lo menos por los millenials de mi generación, también influya en el resultado final.
Este fin de semana se presenta en Bogotá, dentro del cartel de una de las fiestas de electrónicas más exclusivas del mundo llamada Cocoon y que es traída al país por Páramo Presenta (empresa organizadora del Festival Estéreo Picnic) con el apoyo de los organizadores del Baum Festival, otro de los eventos de electrónica más esperados del año.
"Es una fiesta legendaria porque Cocoon fue un sello musical muy importante para la música electrónica, inspirado en un club alemán y Páramo la trae al país en medio de la gira de los 25 años del espectáculo. Es un evento grandísimo que va a estar a reventar, donde voy a compartir el cartel con Sven Väth, quien es fundador del sello y uno de los más grandes a nivel mundial".