El 24 de julio de 1993 se dio la inauguración del ingenio azucarero Vegachí. Ese mismo día se anunciaron más proyectos. Unas promesas vinieron del presidente de la época, César Gaviria. Gaviria se encargó de dar el discurso protocolario. En compañía del presidente estaba el ministro de comunicaciones, William Jaramillo Gómez y el ministro salud, Juan Luis Londoño, los cuales hicieron parte de la ceremonia, sin olvidar los funcionarios locales quienes también tuvieron un rol en los anuncios.
Los otros mensajes fueron dados por la alcaldesa de la época, María de los Ángeles Martínez, quien habló de la construcción de un alcantarillado, un colegio y de viviendas nuevas, todo dentro de un plan de gasto de $1.692 millones de pesos; no obstante, la apuesta importante era el ingenio.
El ingenio azucarero debía procesar, en teoría, 40.000 toneladas de caña de azúcar al día. Los productos procesados suplirían la Fábrica de Licores de Antioquia. De esta forma se cumplirían dos objetivos, el primero, acabar la dependencia de los paisas a los ingenios azucareros del Valle, y el segundo, mostrar una alternativa rentable al campesinado antioqueño. El gerente encargado del ingenio fue Oscar Darío Pérez Pineda, actual representante a la Cámara del Centro Democrático; no obstante, solo trabajo durante un año. Una apuesta importante si se tiene en cuenta los problemas de la época.
En los años 90, dentro de Antioquia, se observaban grupos armados ilegales tanto en las zonas rurales como en las urbanas. En Vegachí, por ejemplo, dos frentes guerrilleros hacían presencia, el cuarto frente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-FARC y la división María Cano del Ejército de Liberación Nacional- ELN. En otras palabras, no era muy aconsejable abrir un ingenio azucarero en la región y menos proveer la planta de equipos nuevos; a pesar de todo se le dio una oportunidad al proyecto.
Por tener el respaldo del gobierno en Vegachí se contaba con herramientas, personal e insumos suficientes. Los instrumentos de la planta eran recientes, los empleados eran por lo menos 840 y dentro de los materiales se contaba con un plan de cultivo de cañaduzales alrededor de la planta. Sin olvidar el respaldo financiero de un cliente fijo, la Fábrica de licores de Antioquia quien por diez años esperaba disponer de la fábrica.
Las primeras señales de problemas
Tres años después de su fundación el ingenio Vegachí presentó pérdidas por 800 millones de pesos, cuando lo estimado debía ser $300, es decir, había un imprevisto de 500. A los números rojos se le sumó el déficit en las hectáreas sembradas.
Para el momento se habían cultivado 2100 hectáreas cuando la meta era 3000, en otras palabras, faltaban 900 hectáreas, otra falla era la falta de infraestructura, no estaba en píe la destilería de alcoholes, la cual aceleraba los procesos, y el problema final las lluvias constantes, las cuales afectaron la calidad del producto. A pesar de todo lo anterior, la Fábrica de licores de Antioquia se mantenía firme con la compra del producto. No solo en el ingenio había incumplimientos, en la región tampoco se materializaron las promesas, los esfuerzos del departamento no tuvieron mayor impacto en la población.
Cinco años después
Vegachí no había logrado llegar al punto de equilibrio, es decir, sus ingresos no igualaban sus gastos. Día tras día, la situación se complicaba más, y ya no era un argumento estar dentro de un período de aprendizaje, sin olvidar la guirnalda del pastel, los números solo reflejaban unas finanzas con gastos excesivos, entre ellos sobresalía el rubro a contratistas. Lo último era lo más paradójico si se veía lo asfixiante de la situación.
Disolución de Vegachí
En el 2001 el ingenio comienza el proceso de liquidación, la empresa al incumplirle a sus deudores decide ponerle punto final al proyecto. El acuerdo final pensó en los 6.000 empleados; sin embargo, varios contratistas no quedaron conformes con la forma en la cual se llevó a cabo el procedimiento.
Una demanda conformada por los excontratistas de Vegachí alargarían la historia del ingenio, los contratistas José Bernardo Ramírez Vargas y otros decidieron interponer una demanda por 1800 millones. La razón era el incumplimiento de un contrato firmado en 1994, el cual no duro los diez años prometidos, solo duro cuatro años y en 1998 la empresa incumple su parte. Por la falla se interpone una demanda ante el Instituto de Desarrollo de Antioquia-IDEA- y el departamento de Antioquía, la demanda después de varios años termina en el Consejo de Estado.
El Consejo de Estado les dio la razón a los contratistas; sin embargo, estableció que la responsabilidad de la deuda no recaía en el IDEA ni en el departamento, según el Consejo la institución responsable es el ingenio Vegachí, razón por la cual no se le pude pedir ningún dinero al IDEA ni al departamento. Con la decisión se pone punto final a la demanda de varios años, por lo menos para la gobernación de Antioquia, y con la misma al fin se acaba la historia del ingenio azucarero paisa, el cual entro a ley de quiebras en 2020.