Es común que los docentes nos preguntemos sobre cómo integrar las redes sociales en nuestras acciones formativas, aunque también es válido preguntarnos si es oportuno bloquear su acceso.
Una respuesta políticamente correcta estaría en la opción de establecer momentos en los cuales se bloquea el acceso y actividades en las cuales su uso es válido. Por otra parte, dependiendo del desarrollo evolutivo de los estudiantes es válido cortar del todo su uso.
Una ventaja de bloquear las redes sociales consistiría en un mejor mantenimiento de la atención de los estudiantes en lo que los docentes privilegian. Estudios muestran una mejor atención cuando los estudiantes tienes sus dispositivos apagados que cuando los tienen encendidos con restricciones.
Por otra parte, una desventaja estaría en el desaprovechamiento de las oportunidades que pueden brindar las redes sociales para integrar las TIC en las actividades formativas.
En la sociedad actual, el uso de las redes sociales puede llevar a la depresión, y a otros problemas de salud mental, especialmente a los jóvenes que comparan sus vidas con las de otros, con un estilo de vida que aparenta opulencia o quienes se ajustan más a los estándares de belleza física contemporáneos.
Facebook tuvo problemas al ocultar estudios que mostraban esto, aunque el escándalo se silenció con el lanzamiento de Meta.
Algunos años atrás se discutía con frecuencia como usar Facebook para crear comunidades de aprendizaje, o Twitter (hoy X) para desarrollar procesos de escritura creativa o “comunitaria”, o YouTube para acceder a video-tutoriales o contenidos educativos relevantes.
Hoy pareciera que gran parte de las discusiones se están centrando en el uso de Inteligencia Artificial, especialmente la generativa, es decir, herramientas como Chat GPT. Aunque muchos de estos debates se quedan en la superficialidad de suponer que todos los estudiantes son perezosos, en lugar de profundizar en las oportunidades pedagógicas que pueden brindar estas herramientas.
A pesar de que Chat GPT esté focalizando la atención de muchos actores involucrados en los procesos educativos, aún es relevante cuestionarnos sobre la pertinencia del uso de las redes sociales y las mejores formas de su incorporación en los procesos educativos.
De acuerdo con la normatividad legal vigente, se debe tener en cuenta las edades de los estudiantes (aplica para básica primaria, secundaria y media) para limitar el uso redes sociales y dispositivos móviles, aunque en la práctica esto resulta muy complejo, incluso en la básica primaria.
La incorporación de las TIC en la educación es algo muy importante, para mejorar la competitividad de los estudiantes mediante el desarrollo de habilidades de diferentes tipos, pero debe considerarse que la tecnología por sí sola no es la panacea que todo lo soluciona.
Para pensar en la incorporación de las redes sociales en la educación, debemos preguntarnos qué diferencia una comunidad académica digital de una red social típica, y en este orden, si es viable transformar una red social “tradicional” en una “académica”, o si la única opción es adoptar redes especializadas en temas profesionales (como LinkedIn) o académicas-investigativas (como ResearchGate).
De esta manera, los docentes tenemos el reto de pensar cuál red social es más conveniente en función a los objetivos (o resultados) de aprendizaje, incorporando criterios pedagógicos, curriculares o evaluativos; o incluso, si lo que conviene más son otro tipo de herramientas como los blogs o las wikis.
Para que los procesos educativos sean eficientes, debe pensarse también en la preparación de los docentes, no de manera limitada al uso de las tecnologías sino profundizando en su aprovechamiento en términos pedagógicos y didácticos.