Poco de futuro. Lo que somos como país: precapitalista y de relaciones feudales

Poco de futuro. Lo que somos como país: precapitalista y de relaciones feudales

En su primer discurso como presidente, César Gaviria expreso: "¡Bienvenidos al futuro!", frase lapidaria que hoy tiene ecos económicos y de tragedia social

Por: MARIO EDILBERTO TORRES DEL CORRAL
marzo 11, 2024
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Poco de futuro. Lo que somos como país: precapitalista y de relaciones feudales
Fotografía: Canva

En 1990 ungieron como presidente a CESAR AUGUSTO GAVIRIA TRUJILLO. Candidatura nacida en la fría losa de un cementerio, y alabada por quienes desde una orilla del poder celebraban la culminación de la “limpieza política” hecha durante la década de los 80, y que culminó con el asesinato de promesas de cambio propuestas por CARLOS PIZARRO LEÓN GOMEZ, BERNARDO JARAMILLO OSSA y LUIS CARLOS GALAN SARMIENTO.

En su primer discurso, Gaviria expreso: ¡BIENVENIDOS AL FUTURO! Frase lapidaria que hoy tiene eco al enterarnos como desde el inicio de los 90´iniciaron la implementación de las políticas neoliberales, las cuales han servido para saquear el erario público durante treinta años.

Primero, con la apertura económica proponiendo la sustitución de importaciones las cuales debilitaron la naciente industria nacional, quedando solo los grandes conglomerados económicos (grupo empresarial antioqueño, Alpina, Postobón, Bavaria, etc.), y de la mano las importaciones del sector agropecuario (trigo, la lenteja, el frijol, la cebada, los concentrados para animales, los abonos, etc.), pasando de ser un país productor de materias primas hacer un país importador de las mismas.

Las cuentas claras dicen que si gasto más de lo que produzco estaré siempre en deuda y la balanza se fue desnivelando a favor del Fondo Monetario Internacional y en contra de millones de colombianos quienes manteníamos con nuestro trabajo y por la vía de los impuestos el pago de la burocracia estatal y de los intereses de la deuda externa.

Durante 30 años, los gobiernos de turno impulsaron  las “grandes” reformas: LABORAL (ley 50 de 1990) y con ella, la flexibilización para contratar la mano de obra y afectando la estabilidad de las condiciones y relaciones obrero-patronales;  EDUCATIVA (ley 115 de 1994) y con ella la proliferación de instituciones educativas de corte privado;  SALUD (ley 100 de 1993) y con ella aparecen las Empresas Prestadoras de Salud - EPSs  intermediarias  económicas que regulaban las relaciones entre los clientes (perdón pacientes) y los profesionales del sector salud, aparecen los fondos pensionales, asemejándose a bancos de segundo piso los cuales invierten y obtienen réditos con el recurso de los contribuyentes del sistema; TRANSPORTE (ley 769 de 2002) y con ello privatizamos y concesionamos el manejo de la vías y la movilización de carga a consorcios y uniones temporales; VIVIENDA (Ley 546 de 1999) y con ello el cambio en la política del mercado de la vivienda, entre otras reformas AMBIENTE y las licencias de explotación de los recursos naturales renovables y no renovables, MINERIA y contaminación de ríos y montañas, SERVICIOS PÚBLICOS, sin consultas previas afectando territorios ancestrales y liberando las tarifas (…) y finalmente con el apoyo del proyecto paramilitar despojar y expulsar a las comunidades indígenas, campesinas y negritudes a todo lo ancho y largo del territorio colombiano, sacrificando niños, mujeres, jóvenes y líderes sociales y comunales que alzan su voz en defensa de los territorios y la vida.

No hubo sector que este afectado por esta leonina mirada de país de unos pocos. Como grupos de interés se consolidan para socializar las perdidas e individualizar las ganancias. Su caminar debe estar libre de obstáculos, presionan para que las instituciones del estado sean debilitadas o limitadas en su actuar y configuran la propaganda de la “eficientísima” y todo dador del ente privado. 

Hoy después de 34 años, vemos realmente como esos "empresarios y grupos económicos nacionales" capturaron al Estado colombiano, a los H.P. “honorables padres” de la patria (senadores y representantes a la cámara) que a cambio de que se les financien sus campañas “politiqueras” y su permanencia en el congreso, ellos aprobaran todo aquello que facilite los negocios y beneficios de los “privados”; amelcochan a los gobiernos de turno y a sus funcionarios “comprables” los amasan con dádivas decembrinas (anchetas, whisky importado y tabacos habaneros) y pequeños porcentajes de la partida (el ponqué), por supuesto valores ya incluido en las licitaciones y contratos celebrados; capturan la voluntad de las fuerzas militares con privilegios para generales y comandantes, mientras los soldados rasos dan sus vidas en una guerra que no les pertenece, finalmente, ajustan el método y como remoras y pulpos, atrapando cuanto recurso salen del presupuesto público y a más no poder extienden las manos para recoger rentas de cuanto oro, petróleo, dólares y propiedades mafiosas se derramen de las arcas y las finanzas públicas, generando sobre ellos "privilegios" por ser eficientes y los mejores derrochadores (perdón inversionistas) de la comarca.

Así vemos, como esos grandes empresarios nos entregan el puente quebrado de Chirajara, convirtiendo la vía al llano en la mejor trocha 5G… pasamos de demorarnos tres horas a demorarnos 8 horas por trayecto, y eso cuando podemos pasar.

Como los hijos de Uribe se enriquecen comprando lotes rurales en la noche y en la mañana se vuelven zonas francas; como una ministra abudinea 70.000 millones de pesos, y simplemente no pasa nada…¡ah! nos faltaba la reforma a la justicia y las fiscalías, contralorías y la, procuradurías de bolsillo.

Hoy salen los empresarios reunidos en gremios (ANDI, FENALCO, FEDEGAN, etc.) a decir que el gobierno del cambio les está cambiando las reglas de juego y que se está acabando el país.

Su cinismo enfermizo y mitómano les nubla el sentido de la vergüenza. Se aferran al modelo “chupasangre” de vivir a costas de los recursos públicos y del esfuerzo de los trabajadores del mínimo.

Un empresariado que no da iniciativas ni que gestiona empresas con visión de país, solo buscando fondear sus “negocios”, como lo que paso con el grupo AVAL que durante la pandemia reportó ganancias significativas, es decir que mientras la nación colombiana en su totalidad presentaba dificultades vitales, los “cacaos” de la banca tradicional vivían de los recursos que le trasladaba el gobierno Duque a sus cuentas y que eran fruto del pago de impuestos. 

En un país capitalista la empresa privada trabaja con sus propios recursos, independiente del estado, definen su actuar a través de la competencia libre en el mercado, buscan el beneficio y el crecimiento económico y la libertad empresarial que promueven la eficiencia, la innovación tecnológica y la creatividad de los mercados.

Nuestros “empresarios criollos” distan de esa concepción, mas bien y desde sus cómodos sillones de clubes y fincas de recreo, se reúnen cual manada de hienas calculando sus próximos “jaleos”, mientras el común de la gente se contenta con la novela de moda, el “reality show” o los noticieros prepagos medios de propaganda de los mismos que saquean las arcas colombianas.  

En el campo, la vida pastoril se mantiene a la zaga de su desarrollo, sin tecnología ni democratización de la tierra. Clasificados como en la época feudal por clase sociales entre arrendatarios y aparceros, entre modelos de ganadería extensiva y medianos productores, entre sin tierra y latifundistas, entre nobles (patrones) y siervos (sirvientes) sin seguridad social (salud, pensión, arl ni caja de compensación);  ciudadanos en una ruralidad sin derechos ni oportunidades reales, en medio de una guerra que convierte sus vidas en una tragedia permanente pero en realidad es la estrategia soslayada  de despojos que los vetustos señores feudales mantienen para mantener y aumentar su poder económico y el control de los territorios.

Ahora solo se comenta la llegada de nuevos “ejércitos defensores de los pobres y sufridos latifundistas”, de Mancuso y su ventilador made in USA, de la visita a los caballos propiedad del extraditable # 82 alias “matarife”, y de que si llueve se inundan, pero si hace sol se mueren de sed.

Colombia tiene en el gobierno del cambio la oportunidad de renacer, aunque “las viejas castas” del régimen se aferran y hacen lo que sea necesario para mantenerse: mentir, desacreditar, invalidar, inclusive… incendiar socialmente a la nación y al congreso, para que las reformas por la vía civilista no se den.

El camino hacia una nueva Colombia depende de los ciudadanos y su voto a conciencia, pero también depende de quienes dirigen el proyecto político alternativo, caer en vanidades personales y permitir las debilidades ideológicas al interior de las fuerzas que lo componen más que un retroceso, es una desviación y traición al empeño emprendido desde hace más de cuatro décadas de lucha.

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