El martes cinco de febrero de 2.008, como de costumbre me acomodé frente a mi computador personal a verificar la información recibida en mis correos electrónicos así como para darle mi diaria revisión a los medios de comunicación de Colombia con el propósito de cumplir con mi rito diario de estar lo mejor informado posible, antes de iniciar mi faena cotidiana.18
Pronto encontré en mi buzón del portal Yahoo, un correo que por su contenido copié en su totalidad. Esa comunicación electrónica dio inicio a una historia que sin lugar a dudas, sacudió los estamentos del Estado colombiano incluido por supuesto, al Gobierno del Presidente, Álvaro Uribe Vélez.
La última vez que había visto a Yidis Medina, fue en la ciudad de Barrancabermeja, con motivo de las elecciones para alcaldes que gobernarían los municipios entre el primero de enero del año 2.004 y el 31 de diciembre del año 2.007, pues Yidis era candidata a la alcaldía del puerto petrolero y yo acompañaba en el mismo propósito a mi amigo el prestante abogado Jairo Alfonso Plata Quintero. La baraja de candidatos para regir los destinos de la “bella hija del sol” en ese entonces era de 17 candidatos.
Recuerdo, que con Yidis viajamos una oscura noche entre Barrancabermeja y Bucaramanga en mi automóvil particular Renault 9, color blanco, modelo 94, de placas EJA 560, en compañía su asesor César Guzmán y de quién fuera meses mas tarde el director de la Red de Solidaridad en Barranca el doctor Jairo Plata Quintero.
La misión de Yidis y Plata era dialogar con el candidato del Partido Liberal a la alcaldía del Puerto Petrolero, médico Pedro Florez Olivares, en su apartamento ubicado en la Ciudadela Real de Minas de la “Ciudad Bonita”, con el ánimo de buscar un acercamiento para tratar de llegar con algunas posibilidades hacia la alcaldía del puerto sobre el Río Magdalena.
Las elecciones en ese entonces, fueron ganadas por el arquitecto Edgar Cote Gravino, quién con el apoyo del ideólogo paramilitar “Ernesto Báez” y su poder se erigió como el triste alcalde de ese municipio. Valga anotar que esa alcaldía no se le iba de las manos a los grupos de ultraderecha por cuanto el segundo candidato en contienda estaba patrocinado igualmente por un miembro del Bloque Central Bolívar –BCB- de las Autodefensas Unidas de Colombia –AUC-.
Yidis Medina Padilla, Jairo Plata, Pedro Florez, y demás candidatos no sabían que estaban luchando contra un leviatán que tiempo después el país conocería en su real condición. Ya Yidis en su carrera política se movía en terrenos cenagosos sembrados de minas antipersonales, minas que volvería a pisar pero esta vez en la agradable y fresca Bogotá.
Después de ese viaje, no volví a tener noticias de Yidis Medina. Yo salí finalizando el año 2004 del puerto petrolero junto a mi familia, amenazado por desconocidos rumbo a Bogotá y seis meses después camino al Gran Buenos Aires, exactamente a Monte Grande en el sur de la populosa capital Argentina.
Debo admitir, que el correo de Yidis fue de alguna forma grato para mí, por cuanto era una persona que había compartido conmigo algunas noches frescas debajo de frondosos árboles de mango en la cálida capital del Magdalena Medio.
¿QUIÉN ES YIDIS MEDINA?
Antes de llegar Yidis al edificio que en Barrancabermeja maneja el poder, donde funcionan la Alcaldía Municipal, El Concejo de la ciudad y la cárcel local; la joven barranqueña en sus años infantiles se dedicaba desprevenidamente a Jugar fútbol con sus vecinos del barrio Miraflores, en donde quienes departían esas “recochas” conocieron el talante de la santandereana, quién no se dejaba “perratear” -como dicen los lugareños- de ningún muchacho, así fuera mayor que ella.
A los pasillos del palacio municipal de su ciudad llegó a mediados de la década del 90, a realizar oficios varios, como repartir tintos. Antes había sido reclutada por un contratista quién en un programa conjunto con el ejército local conformó equipos en escuadrones de 6 personas, entre mujeres y hombres para pavimentar las polvorientas y ardientes calles de la sede de ECOPETROL, la empresa más rica del país.
Pronto, la exuberante y morena mujer asimiló el liderazgo y talante que le permitirían moverse con propiedad en escenarios competitivos y de “política” que supo “maniobrar” hasta su paso por los salones del propio Palacio de Nariño.
Su señora madre, una enfermera llamada Dayis Elena, se enamoró en el dinámico puerto al son de vallenatos, boleros y rancheras, de un mecánico de profesión, llamado simplemente Evert. La pareja con sus modestos salarios atinaron a hacerse a un lote en los nacientes y crecientes barrios nororientales de Barrancabermeja, asentamientos humamos que luego le darían por su problemática la vuelta al mundo, comoquiera que albergaron, y hospedan aun hoy, en sus entrañas, la guerra del conflicto armado colombiano. Barrios que sirvieron de teatro para las invasiones que ya ofrecían como “soluciones de vivienda digna” los Horacio Serpa Uribe y su pléyade de seguidores amantes del famoso movimiento político FILA, aduladores devotos del legendario político santandereano, que conociera Colombia en su defensa como Ministro del Interior, del ex Presidente de la República, Ernesto Samper Pizano, en el famoso Proceso Ocho mil, que vinculó a Samper, con dineros del narcotráfico provenientes de las chequeras de los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, capos de la Cartel de Cali, hoy confinados en cárceles de los Estados Unidos.
Yidis siempre se caracterizó por ser una líder natural, -expresa uno de sus conocidos- era una mujer que no dejaba aburrir a nadie. Allí comenzó a tener empatía con la comunidad.
Terminó sus estudios de secundaria a finales de los 90, luego de sinnúmero de obstáculos y se vinculó en Bucaramanga (a dos horas del puerto) a las Unidades Tecnológicas de Santander, para realizar estudios superiores en calidad de tecnóloga. Pronto desertó y volvió a su natal Barrancabermeja donde se matriculó en Universidad Cooperativa de Colombia, para estudiar derecho. También abortó esa intención académica.
Ya siendo amiga de políticos, tocó las puertas del Partido Liberal, donde se relacionó con el concejal Pedro León Romero y pronto llegó a las toldas del legendario senador Hugo Serrano Gómez, conocido como el “senador petrolero” uno de los políticos más reconocidos por su labor en el parlamentó colombiano.
"Tuvo la suerte de iniciar su trabajo político con decenas de mujeres que barrían las calles de la ciudad, que vendían empanadas, refrescos y con madres cabeza de hogar. Así ganó una curul en el concejo en 1995", recuerda el ex secretario de gobierno, Isaac Jiménez Vergara, famoso porque participó como cabeza visible en la campaña del controvertido ex alcalde de Barranca, Edgar Cote Gravino, quién a los 30 días de su mandato, en enero del año 2.004, lo despidió porque los jefes paramilitares de la zona no lo admitían en el equipo de gobierno del Cote Gravino.
En el concejo municipal se le recuerda por su poca participación para formular proyectos de acuerdo, pero sí, por su habilidad para olfatear y colarse en coaliciones mayoritarias. Yidis en cierta ocasión y alterada porque el Presidente del Concejo de la época no la dejaba hablar, optó por golpear con un micrófono a su compañero de labor.
Después de un fracaso electoral en 1997, logró vincularse en el año 2000, con el entonces alcalde de Barrancabermeja, el carismático Elkin David Bueno Altahona y crearon la discutidísima Cooperativa Integrar, con la que Yidis volvió a tener manejo sobre los recursos públicos, empresa que le costó líos judiciales a varios de sus integrantes y que incluso en el año 2.008, aún no habían sido resueltos.
A la Cooperativa Integrar, se vincularon cerca de 6 mil mujeres cabezas de hogar y “pimpineros” quienes entregaron dineros con la esperanza de ser subsidiados con recursos públicos para la gestación de microempresas. Este potencial electoral de Yidis sedujo al congresista Iván Díaz Mateus, para llevarla como suplente en su lista hacia la Cámara de Representantes.
Luego del escándalo de la cooperativa donde se despilfarraron cerca de 2 mil millones de pesos, Yidis viaja a Italia, para disfrutar unos días de vacaciones. “A su regreso, la estaba esperando la 'palomita' de reemplazar a Díaz Mateus en el Congreso. Sus allegados recuerdan que salió a pedir prestados tres millones de pesos para irse a Bogotá a comprar trajes elegantes. Aun así, se sintió relegada por sus compañeros y funcionarios del Gobierno. "Me veían como una provinciana sin experiencia política", indicó que decía la ex congresista, el periodista barranqueño y amigo de infancia de Yidis Medina, Rosberg Perilla.
Tras su paso por el Congreso y luego de haber decidido la suerte de la reelección, Yidis regresó a Barranca y en el puerto comenzó a trascender que a Medina le habían entregado por su voto el manejo de la Clínica Primero de Mayo, del Seguro Social, el Sena Regional, la Notaría Segunda, la Red de Solidaridad y Etesa en Bucaramanga.
Yidis dijo en la indagatoria ante la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia que a varias de esas fichas, les exigió un porcentaje de su sueldo para sostener el movimiento político y les obligó a firmar una carta de renuncia abierta, sin fecha y una letra de cambio firmada en blanco, para utilizarla si alguno incumplía los acuerdos pactados.
En las últimas elecciones Yidis perdió su trabajo como quiera que apoyara a sus amigos Pedro Flórez Olivares a la Alcaldía de Barranca y a José Agustín Quecho a la Asamblea de Santander. Ambos se 'quemaron'.
Yidis se crió en medio de combatientes del Frente Urbano de Resistencia Yariguies “Fury” guerrilla del Ejército de Liberación Nacional -ELN- , de la guerrilla de las FARC y de militantes del Ejército Popular de Liberación, -EPL-todos grupos al margen de la ley, apoderados de la barriada nororiental del Puerto Petrolero.
Medina se levanta en medio de las revueltas sociales producidas por los recalcitrantes militantes del sindicato obrero de los trabajadores de ECOPETROL, la Unión Sindical Obrera, -USO- quienes para la época, paralizaban a Barrancabermeja, con sus constantes paros cuyas consecuencias fueron famosas en Colombia hasta mediados de la década del 80.
Yidis, es una hija de la guerra, se acostumbró no solamente al repicar insaciable de las balas, como consecuencia de la guerra que vivió junto a sus generaciones en las calles de la ciudad, sino también, al tráfico y robo de combustible donde están vinculados no sólo actores al margen de la ley sino empleados directos de ECOPETROL. Se acostumbró a las mañas de los mal llamados “dirigentes políticos” hombres liberales, conservadores, de izquierda y de derecha, quienes en prácticas horrorosas en el ejercicio de la política le enseñaron como aspectos “normales” las anormalidades corruptas de sus costumbres, en un municipio con arcas económicas boyantes, producto de las regalías petroleras que genera la refinería más importante de Colombia enclavada en la ciudad natal de Medina.
Yidis aprendió de sus “profesores” políticos, a atender no solamente requerimientos de los grupos guerrilleros que azotaban la región, mientras hurtaban las arcas del privilegiado puerto, sino que posteriormente vería como también se negociaba con las AUC, mientras se seguía puliendo en el arte de realizar los llamados “acuerdos políticos”. Yidis Medina sin lugar a dudas es una exuberante exponente no sólo de la clase política barranqueña, sino fiel reflejo de la clase política colombiana.
Yidis se amanta de las “virtudes” de la política regional, aprende allí los comportamientos que años después la llevarían a pasearse por los pasillos del Congreso de la República y del Palacio presidencial, con los resultados que hoy todos conocemos.
Yidis es una mujer candida, que está pagando el precio a su atrevimiento. Esa osadía de irrumpir en las élites colombianas que todos los días hacen este tipo de “acuerdos políticos” especialmente a manteles en sitios tan privilegiados como el Gun Club, Jockey Club o el Club el Nogal de Bogotá, lugares donde denominan “acuerdos políticos” a los pactos de rebatiña burocrática que hacen por inercia los “honorables” congresistas y que desaprueban al unísono estos mismos parlamentarios cuando personajes “pintorescos” llamados Yidis o Teodolindos, saltan de la noche a la mañana a hacer uso de sus mismas prácticas. Entonces estos advenedizos y extraños actores son calificados como hacedores de costumbres execrables, y reciben calificaciones como piltrafas e indeseables, provenientes del lumpen que produce la provincia colombiana y que por tanto debe ser castigados con todo el peso de la ley.