Siempre, desde el inicio de la feroz campaña presidencial de 2018 apoyé decididamente la candidatura de Gustavo Petro. Lo apoyé en 2022 y voté por él. He estado de acuerdo con muchas de sus acciones y he sido crítico de otras. Pero en esta ocasión mostraré mi total decepción ante su gestión en materia cultural.
Primero tengo que decir que tal como piensa el profesor Fabián Sanabria, el título rimbombante aunque huero de "Ministerio de Las Culturas, Las Artes y Los Saberes" es absolutamente errado. Se habla de Las Artes liberales ya que son siete. Pero no se habla de Las Culturas de una sociedad, simplemente se dice Cultura a secas. Y eso incluye -para regocijo de los progresistas wokes- a todo tipo de manifestación cultural sea ésta folclórica, popular o erudita.
Plantear el término Las Culturas, lejos de ser incluyente y muy a despecho de esos mismos progresistas wokes resulta peligroso y beligerante porque pone en clara confrontación a sectores populares y académicos, algo que es riesgoso.
Tampoco se dice Los Saberes. De ningún modo. Basta decir Saber. El único verdadero y digno de tal nombre está fundado en la Episteme -certeza evidenciada a través de lo empírico y debidamente sistematizada que no debe conducir al error o al equívoco-. Por eso sólo existe un Saber que además debe ser racional -muy a pesar de los académicos decoloniales- . "Razón" que tanto tildan de colonial y centroeuropea pero que en realidad es potestad inherente a nuestra humanidad y que es lo único que nos separa de la animalidad. Se ha visto en cualquier civilización europea o no. En todas las que fueron antiguas o más recientes incluso, y en cualquier punto del planeta.
Cualquier creencia, idea, imaginario, presunción, superchería, sospecha, opinión y prejuicio sean individuales o colectivos y que no son comprobables mediante la evidencia empírica, ni estén sistematizados a través de la razón, me perdonan SEÑORXS decoloniales y progresistas -¿se habrá visto alguna vez semejante majadería en querer "a la brava" cambiar la gramática de un idioma?-, pero de ninguna manera pueden llamarse Saber o Conocimiento ya que están fundados en la Doxa. El verdadero conocimiento es Episteme que es justamente lo opuesto. Ergo, si esos tan alabados Saberes Ancestrales, Contextuales, Diálogo de Saberes o como se les desee llamar, están basados en la última, jamás serán verdadero Saber o Conocimiento.
Es exactamente igual a pretender que los mitos judeo-cristianos o de cualquier otra religión sean Episteme. Sencillamente no lo son. Si algo me quedó claro durante mis años de estudio en la maestría es que no existen las tales "Epistemologías del Sur" que hacen las delicias de los decoloniales -a propósito, el autor de este galimatías es tan altruista con los siempre oprimidos que hace unos meses le estalló un escándalo por abuso sexual-. La epistemología es simplemente Episteme venga del norte, del sur, del oriente u occidente. Incluso de otro planeta ¿por qué no?
Pero resulta que hoy día la Doxa se convirtió a la fuerza en Episteme en donde cualquier perogrullada que alguien dice o escribe inmediatamente es avalada por el progresismo extremo como válido en tanto conocimiento, dando como resultado la espuria relativización y manoseo de éste siendo además accesible sin esfuerzo intelectual alguno.
Porque sí, en los tiempos que se viven y muy especialmente en Colombia lo académico está maldito porque es elitista y colonial. Están de moda la "ñero-cultura" y la "ñero-educación" respaldadas como digo por mentes preclaras henchidas de títulos con los que adornan sus interminables Currículum Vitae. Todo lo anterior es más que lógico para afirmar de manera contundente que no hay Saberes. Se habla sólo del Saber -Episteme-.
Asimismo quiero derribar ojalá de una vez por todas esa mascullada creencia de que "toda opinión es válida" -doxa-. Es la puerta de entrada a la relativización a la que ya me he referido. Lo válido es el derecho democrático a opinar así lo opinado sea una absoluta barbaridad. La opinión sólo es válida en tanto sus méritos. Si yo opinara, pensara o creyera que las personas de raza negra deben continuar siendo esclavas y que a las mujeres se les debe derogar sus derechos, tengo todo el derecho a opinarlo, pero es algo completamente inválido a tenor de los momentos históricos ya atravesados y de los tiempos actuales.
Sin duda es una opinión que debe invalidarse. Si yo opino, pienso o creo que la tierra es plana, igualmente tengo el derecho a expresarlo, pero la amplísima evidencia científica verificable -episteme- invalidan su contenido.
Es algo que debe descartarse de inmediato de la misma forma en que se debe hacer con la creencia de que el arte y la música ejercidos desde la academia son "coloniales e imperialistas".
Pero ¿realmente es más incluyente un Ministerio por tener tan rimbombante nombre? Desde luego que no. Justo lo contrario. Al poner en claro divorcio las diversas manifestaciones culturales fomenta la cancelación cultural tan típica de nuestros tiempos con aires elevados de superioridad moral.
Creo, es más que suficiente decir "Ministerio de Cultura". Pero incluso, esto sería irrelevante si no fuera tan notable la escasa, paupérrima y demagógica gestión que el presente gobierno ha mostrado en materia de cultura y arte. Pero vayamos por partes:
1. Hace justo un año cuando el presidente Gustavo Petro propuso la creación de un sistema nacional de orquestas y coros saltaron de sus tronos impolutos los "Sabios de Duque" con carta coercitiva en mano -me llegué a enterar de que mucha gente firmó bajo presión- saboteando la idea al punto en que ésta se difuminó por completo y hoy no veo posible que eso se concrete realmente. Se llevaron a cabo unas mesas sectoriales donde seguro se denigró al paroxismo del arte académico en pro de la ñero-cultura y más de lo mismo: folclor.
O más bien, "folclorización" reduccionista y simplona de la cultura. Esto explica el direccionamiento que ha tenido esta cartera en manos de Juan David Correa. ¡Bravo señores decoloniales! A fe que lo lograron. Cancelaron culturalmente al artista que se ha dedicado durante años a estudiar con seriedad su profesión. Lograron mantener su barato Plan Nacional de Música para la Convivencia que favorece solamente a parte del interior del país y ante todo su tradición de bandas. Sus resultados artísticos más que cuestionables. Para las periferias nada.
2. El único fruto que podríamos alabar quienes estamos en la orilla de los cancelados es la creación del Coro Nacional. ¿De verdad? Pues no. De ningún modo -fue patético leer en redes sociales las quejas de muchos cantantes populares: "Qué fastidio, únicamente se piensa en los cantantes líricos, para los populares nada"-.
La contratación es por Orden de Prestación de Servicios y sólo por unos pocos meses, lo que perpetúa la inestabilidad laboral del artista en este país. Algo completamente incoherente en un gobierno que presenta ante el Congreso de la República una Reforma Laboral y Pensional que precisamente pretende combatir esto y eliminar las celebérrimas OPS de la espuria Ley 100 de Uribe-Gaviria. ¡Sin palabras!
3. El Ministro Correa se jacta de alabar el increíble aumento del presupuesto en Cultura que no obstante a la vez reconoce no es suficiente. No se trata de dinero sr. Correa. Se trata de verdaderas políticas culturales que aun contando con un reducido presupuesto dignifiquen la labor de los artistas y sectores de la cultura.
La gestión del Ministerio perpetúa el sistema de convocatorias con el que siempre ha trabajado, todo lo cual pauperiza al sector ya que eso significa que unos pocos escogidos son merecedores de apoyo y estímulo mientras el resto literalmente ¡se jode! porque no es digno de tal cosa. La guerra de las limosnas. ¿Y a lo que se acabe el dinero dado a los afortunados, qué? De regreso al mismo "pordioserismo" de siempre.
Resulta insultante también observar que en la actual Convocatoria de estímulos además de tanta bisutería que exigen como requisitos se explicite claramente que la prioridad es apoyar "nuestro rico patrimonio cultural y artístico" por sobre cualquier otra cosa, de igual manera que se le da prelación al artista informal, callejero, no académico que siempre ha vivido en la inestabilidad como si la misma fórmula no describiera el devenir triste del artista de escuela en esta dolida patria.
Perfecto. No me opongo. En una democracia todos cabemos. Y no caeré en el mismo juego de la censura y la cancelación que acá critico. Apóyenlos. ¿Pero por qué ese empeño en cancelarnos a nosotros que hemos dedicado tanto tiempo a estudiar nuestro arte con dedicación y mucho esfuerzo? Cancelación cultural. Progresismo woke decolonial. ¡Bravo nuevamente! Lo lograron.
Me pregunto si acaso en materia de ciencia ¿le darán prelación al Indio Amazónico, a los millares de curanderos del país, brujos, astrólogos, chamanes, gurúes y demás talento humano de los "Saberes Ancestrales"? -bueno, la segunda al mando en el gobierno no comprende la diferencia entre astrología y astronomía.
Pero es nuestra vicepresidente -sí, con "e" porque nadie dice la "cantanta"-, tal vez la mujer menos indicada y sin la preparación necesaria para ese cargo que lo único que hace es repetir hasta la saciedad: los nadie y las nadie. Resentimiento social insoportable que esconde una profunda ignorancia. Ya sé. Las feministas y los afros en su corrección política me van a dilapidar-.
Sí claro, es que como la verdadera ciencia, esa basada en la episteme y la razón y que se inició en la Antigüedad Grecorromana pero también en la Antigua India, China, Mesopotamia, Egipto; y desde luego, en ese maravilloso centro del conocimiento que fue Alejandría donde confluían oriente y occidente, es "colonial, centroeuropea e imperialista", imagino que igualmente la cancelarán.
¿Se debe colegir de todo esto que los Maestros Guillermo Uribe Holguín, Antonio María Valencia y Germán Borda no hacen parte de nuestro "rico patrimonio cultural" y no son colombianos, así como tampoco lo son los miles de personas que nos dedicamos al arte desde la academia? Es inadmisible que después de un siglo no hayamos superado esa bizantina y ridícula polarización en torno al arte académico, popular o folclórico. Estamos en el mismo punto de la época de Uribe Holguín y Valencia. ¡Una verdadera pena!
4. Es curioso que la Cartera Cultural de un gobierno que pretende evitar la fuga de cerebros de Colombia actúe de esta manera. Precisamente toda persona que en el país desee hacer del arte académico su profesión, seguirá migrando al exterior donde por tradición siempre somos profetas debido a la invisibilización sufrida en nuestra tierra.
5. En lo personal esperaba mucho más de este gobierno en materia de cultura y arte. Llegué a pensar en un verdadero estallido en tal sentido como eje alrededor del cual construir la anhelada paz. Hubiera esperado sí que se apoyaran lo folclórico, popular y urbano por mucha distancia estética que mantenga en relación con lo último. Insisto, no caeré en el juego de la censura. Pero asimismo me resultaba creíble la posibilidad de conservatorios y escuelas superiores en todas las artes a lo largo de los principales departamentos de la nación.
Un auténtico sistema de educación artística y musical que se extendiera por todo el territorio y que no sólo involucrara nuestras raíces de forma chauvinista, sino también lo cosmopolita y considerado otrora "universal", hoy "colonial e imperialista". China y Japón jamás han renunciado a su acervo folclórico y sin embargo se han permitido la aculturación occidental poseyendo muchas orquestas, coros y solistas clásicos que hacen temblar a la misma Europa. Una cosa no debe conducir a la eliminación de la otra. Esperaba mucho más que la repartición de limosnas-estímulos entre diversas propuestas para priorizar tal vez las más precarias, amparados en el cursi sofisma de "dar voz a los que nunca la han tenido".
No me resta sino expresar que tal vez tenga que verme obligado a renunciar a mi saber. A mi conocimiento. Quizá si aparezco en redes sociales vestido como un mamarracho a lo "urbano" y cantando: "Qué chimba parce. Dale que dale mamita, muévelo rápido que aquí te cojo", logro captar la atención del "Ministerio de Las Culturas, Las Artes y Los Saberes" y me convierto en un afortunado ganador de una limosna-convocatoria hasta que se me acabe la plata y vuelvo a la misma miseria de siempre.
Pero como eso no es posible, ya que nunca habrá una dimisión de mi parte a la verdadera episteme, tal vez me una a esa diáspora colombiana que no es profeta en su tierra.