Una vez elegido el nuevo gobierno de izquierda las motivaciones de la protesta laboral cambiaron para las tradicionales centrales obreras.
Después de cañar que eran los líderes y voceros del movimiento social de los indignados de los años 2019 y 2021, con el triunfo de Petro las motivaciones de las protestas cambiaron sustancialmente.
En el primer año de gobierno, el presidente convocó a sus seguidores y, sindicatos afines, en la búsqueda de apoyo a sus reformas sociales , con el convencimiento de que iba a tener la misma participación de años atrás. Pero no fue así, y estas centrales obreras decepcionaron, se evidenció la verdadera fuerza que han tenido, raquítica.
Los indignados ciudadanos de las marchas sociales de años atrás van mucho más alla de la convocatoria de unos caducos liderazgos sindicales.
En recientes días volvieron a convocar, por orden del presidente, a una nueva marcha, supuestamente para apoyar nuevamente las reformas sociales, pero en la práctica estas terminaron siendo unos mitines de protesta y presión a la corte suprema de Justicia para que se eligiera de manera pronta el próximo fiscal.
La protesta sindical se desnaturalizó para convertirse en correas de transmisión de las órdenes políticas del presidente y en las que estas centrales han terminado convirtiéndose en aparatos burocráticos al servicio del gobernante de turno.
Es una crisis histórica que no es de ahora sino que viene de décadas anteriores, y que son producto de su burocratizacion, funcionalidad al clientelismo en el estado, de la ausencia de liderazgos, de la perdida de confianza y legitimidad , de su baja cobertura de afiliación, de la negación al relevo generacional , y de la falta de rendición de cuentas interna y externamente.
Ya pasaron las épocas de la violencia política paramilitar, y de la maximización del neoliberalismo y, el sindicalismo tradicional no se renueva. Y , las nuevas alternativas sindicales no dan la talla q se exige históricamente.
No tienen sintonía con las nuevas realidades sociales, políticas y tecnológicas de la sociedad, ni nuevas propuestas, salvo el apoyo ciego e inconsulto a las reformas sociales del presidente.
En la construcción de un nuevo sindicalismo habría que refundarlas ,y promover toda una formación educativa desde el bachillerato hasta la universidad, en el ejercicio del derecho de asociación y la democracia , que en este gobierno del cambio no será.