Mientras el Ecuador construye el puerto de aguas profundas en Posorja y en Perú el gigantesco puerto de Chankay habilitados para recibir los grandes buques cargados de contenedores que pudieron pasar después de la ampliación del canal de Panamá, el Pacífico colombiano, carece de un puerto de aguas profundas, más factible en Tumaco, que se complemente con el descuidado Buenaventura.
Las exportaciones de países que entendieron hacía donde se volcaban grandes volúmenes del comercio internacional, como Chile, Perú, México con puerto en el Pacífico, crecieron aceleradamente con destino a China y los poblados países asiáticos -superando las exportaciones enviadas a Estados Unidos, lo que no sucedió en Colombia- que con su enorme desarrollo industrial demandaron gran cantidad de productos agrícolas, materias primas e inundaron al mundo con sus productos fabricados a gran escala.
Gracias a que la mayoría de los presidentes de la República han sido del centro del país o de Antioquia y el eje cafetero, el desarrollo se concentró desde esas regiones mirando hacia el océano Atlántico y los mercados norteamericano y europeo.
Las grandes autopistas se construyeron alrededor de Bogotá, los Llanos, Cali, Medellín, Barranquilla, Cartagena, privilegiando la costa atlántica y sus puertos.
La clase dirigente del país, Valle del Cauca, Cauca y en general del suroccidente colombiano, no ha valorado el enorme potencial territorial y humano que alberga el litoral pacífico, al que miraron como una gran selva poblada de indígenas y negros, y en décadas recientes, como refugio de guerrillas, narcoparamilitares y otras bandas que desplazan a la población a los extramuros de las ciudades vecinas (ej: distrito de Aguablanca en Cali) mientras luchan por apoderarse del narcotráfico, la minería ilegal envenenan los ríos, talan la biodiversidad de la selva y abren las puertas a los cultivadores de palma, teca, ganaderos, etc.
A diferencia de lo que sucede con los empresarios y congresistas de Antioquia y la costa atlántica que actúan en bloque cuando se trata de patrocinar proyectos que benefician sus regiones complementarias, (Álvaro Uribe tiene haciendas en la costa) en el suroccidente colombiano no hay unidad de acción.
La clase política y dirigente del Valle del Cauca, con la ciudad más importante, el departamento más desarrollado y con sus “líderes” en el pelotón secundario, chupándole rueda al uribismo y otras organizaciones políticas, no ha trascendido de los estrechos límites departamentales.
No han pensado el suroccidente como una gran región que integrando esfuerzos puede salir adelante, vinculando a proyectos de desarrollo sostenible, cultural y ecoturístico a las áreas costeras de los departamentos de Nariño, Cauca, Valle y Chocó, que hoy carecen de oportunidades de estudio, empleo y servicios para sus habitantes, obligados a emigrar a los tugurios urbanos, asediados por el desplazamiento de sus territorios y la violencia enseñoreada en poblaciones que son inaccesibles por falta de vías, aeropuertos, y además están en manos de bandas armadas de distintas marcas, supuestamente ideológicas, que depredan su territorio.
La clase dirigente del pacífico surcolombiano es parroquiana.
Se ha limitado a bregar por migajas que invierta el gobierno nacional en sus departamentos y después de décadas no han logrado construir la doble calzada ni el ferrocarril a Buenaventura ni una carretera moderna y decente que comunique a Cali con Pasto. Por problemas de trámite burocrático tardaron en iniciar las obras de construcción de la doble calzada Santander de Quilichao-Popayán, a pesar de que seis años antes ya había sido licitada la concesión y asignado presupuesto durante el gobierno de Santos.
Hace un año, después del hundimiento de la Panamericana en Rosas, el presidente Petro anunció la construcción de la doble calzada Popayán Pasto, iniciando por la variante Timbio-El Estanquillo, vía urgente para superar los frecuentes derrumbes y hundimientos que registra la Panamericana, en el trayecto surcado por la falla del Romeral, entre Rosas y El Estanquillo, y que incomunican al país con Nariño, el Ecuador y Suramérica. En el Cauca prometió apoyar la construcción de la carretera a la costa pacífica.
El presidente Petro acaba de visitar poblaciones ignoradas del pacífico colombiano y anunció importantes obras y proyectos. Es el momento cuando de unirse todos los estamentos sociales, entidades administrativas, clase política y gremios del suroccidente colombiano, para gestionar que sean financiados e incluidos en el presupuesto nacional y el Plan de Desarrollo.
Si miramos la región del Suroccidente y del Pacífico como un todo, con sus particularidades haciendo sinergia, saldremos adelante, en la medida que superemos el aislamiento y los problemas, mediante esfuerzos mancomunados de integración regional en la que todos ganamos: nariñenses, caucanos, vallecaucanos y chocoanos, haciendo parte efectiva de Colombia.
Que el otorgamiento a Cali, de la sede de la COP-16, sirva de punto de partida para el rescate de “El Chocó Geográfico”, como los geógrafos y académicos internacionales, conocen a la extensa y biodiversa selva que limitando con el océano se extiende desde el norte del Ecuador, Nariño, Cauca, Valle del Cauca y Choco y para la integración a todos los niveles de la región del pacífico del suroccidente colombiano, con Ecuador, Suramérica y hacia el norte con el resto del país.