Cali, capital del Pacífico, para lo bueno y para lo malo
Opinión

Cali, capital del Pacífico, para lo bueno y para lo malo

Cali tiene ubicación privilegiada y biodiversidad, pero está atada a los múltiples conflictos del Pacífico que urge resolver. Ojalá el presidente lo entienda

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febrero 26, 2024
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La designación de Cali como sede de la Cop16, el evento medio ambiental más importante del mundo, es, nunca mejor dicho, natural. La capital del Valle tiene una ubicación privilegiada: se localiza en medio de dos cordilleras, en su jurisdicción se encuentra uno de los parques naturales más ricos de Colombia, el Farallones, está a cien kilómetros del océano Pacífico, a dos horas del eje cafetero y a otras dos horas de Popayán.

En materia de biodiversidad, Cali es inmensamente rica: es de clima cálido pero basta recorrer 12 kilómetros para llegar al Saladito y disfrutar una temperatura primaveral. El territorio caleño es atravesado por siete ríos y sus cielos son surcados por unas 260 especies de aves, lo que convierte a Cali en una de las ciudades del mundo más ricas en variedad de ese tipo de animales.

En buena medida, esa inmensa población aviaria se debe a la cantidad y calidad los árboles que crecen en la ciudad: cientos de guayacanes, ceibas y samanes, por mencionar los más conocidos, les dan sombra a los caleños.

Por esas y otras muchas razones, no hay lugar más adecuado en Colombia, para realizar un evento medioambiental de la importancia del Cop16. Y así lo reconoció en buena hora el Gobierno Nacional, al darle la sede del evento a esta ciudad. Porque, además, muchas de las amenazas que se ciernen sobre el ecosistema global y que serán objeto de estudio en ese foro se viven en Cali: la deforestación, la depredadora minería ilegal, la contaminación de las fuentes hídricas, la polución. Con lo cual, esta ciudad también es sitio propicio para estudiar los cánceres que padece nuestro planeta.

Los caleños esperamos que el COP16 se convierta en un pretexto para darle un gran impulso al desarrollo de la ciudad, como en su momento lo fueron los juegos Panamericanos de 1971. Y es que a Cali vendrán unas 15.000 personas, provenientes de 180 países, los cuales le darán un gran empujón a la economía local y en especial a sectores intensivos en mano de obra como el comercio, la hotelería y el sector gastronómico.


 Muchos de los problemas que vive la ciudad como la inseguridad, la violencia, las invasiones, la pobreza, nacen de su situación geográfica


Pero ser la capital del Pacífico no solo le aporta a Cali beneficios. Muchos de los problemas que vive la ciudad como la inseguridad, la violencia, las invasiones, la pobreza, nacen de su situación geográfica.

En el Pacífico colombiano está ubicado el 60 % de los cultivos ilícitos que tiene Colombia, situación que le genera múltiples problemas a la capital del Valle. Muchos de los litigios que surgen por esos cultivos se dirimen en las calles de Cali. Estadísticas oficiales indican que el 80% de los mil homicidios que se perpetran en la ciudad cada año tienen que ver con el negocio del narcotráfico. Los desplazados de todas las violencias que se viven en el Pacífico recalan en Cali. Por eso es una de las ciudades del país con mayor porcentaje de asentamientos informales. Solo en el distrito de Aguablanca y Siloé viven unas 800.000 personas. Como dijo el exalcalde Germán Villegas, Cali no crece, se hincha.

Esta capital está ubicada a menos de una hora en carro del norte del Cauca, una de las zonas más conflictivas de Colombia. Municipios como Caloto, Caldono, Buenos Aires, Villarica y Santander de Quilichao, localizados a pocos kilómetros de la capital del Valle, padecen una recurrente guerra entre los grupos que se disputan el control de los cultivos ilícitos y de las rutas de narcotráfico.

Últimamente el norte del Cauca se ha convertido en escenario de un conflicto étnico entre comunidades indígenas y afrocolombianas. Muchos afros derivan sus ingresos de los cultivos de caña en donde trabajan y, temerosos de perder la fuente de su sustento, se han rebelado en contra de los indígenas que, con el argumento de recuperar la ‘madre tierra’ vienen atentando contra esos cultivos: destruyen maquinaria, queman los sembrados y han llegado a matar trabajadores de la caña.

La suerte de Cali está atada a la de su entorno y para mejorar la calidad de vida de los caleños es indispensable resolver los múltiples conflictos que vive la zona del Pacífico. Ojalá el presidente Petro entienda que el camino para devolverle la tranquilidad a esta región del país pasa por solucionar sus conflictos y no por alimentarlos, como hace cuando se refiere a los blancos explotadores y a los indígenas explotados. Blancos, mestizos, indígenas y negros deben aprender a convivir en paz y el Estado debe atender las necesidades de todos.

En fin, Cali vive en un entorno muy complejo y buena parte de sus problemas se originan más allá de sus fronteras. El estado colombiano tiene que ser consciente de esa realidad porque sin su apoyo, Cali no podrá salir adelante. Por muchos esfuerzos que hagan el alcalde Alejando Eder y la Gobernadora Dilian Francisca Toro, la redención definitiva de la ciudad, y de la región, sólo será posible con un decidido apoyo estatal.

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