El Bagre, un enclave minero

El Bagre, un enclave minero

Nunca olvidé esta frase que me zumba en la cabeza. “El Bagre surgió gracias a que otro tuvo que desaparecer de la faz de la tierra”: el corregimiento de Pato

Por: Carmelo Antonio Rodríguez Payares
febrero 28, 2024
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El Bagre, un enclave minero

“El abuelo Rodrigo Hernández Atencia cerró sus ojos por un instante. Cuando los abrió parecía venir de otro mundo. Comenzó a hacer una especie de inventario de los recuerdos del campamento, un pueblo maravilloso, que levantó y luego demolió la empresa aurífera estadounidense Pato Consolidated Gold Mining, después de sacar el último tomín de oro que había en las entrañas de su tierra. Aunque el pueblo, una especie de sueño americano, fue construido para vivir en el esplendor eterno, hoy, sus últimas ruinas, en medio del desierto y la maleza, herederas naturales de la explotación irracional del oro en el nordeste lejano antioqueño, se resisten a venirse a tierra”.

                            Así comienza una estupenda crónica escrita por el colega José Guillermo Palacio Patiño, publicada en las páginas del diario El Tiempo de Bogotá el 31 de agosto de 1993, y ahora cuando la volví a leer para estos efectos, recuerdo una charla sostenida con el entonces alcalde de Zaragoza, Rafael López Mejía, que hablaba bellezas del corregimiento de Pato, lugar donde le prestó sus servicios a la empresa, al decir que aquellos campamentos estaban bajo el gobierno de las directivas de la compañía, mientras que las autoridades locales eran parte del paisaje.-

Lo que si no pude olvidar fue la frase que todavía me zumba en la cabeza: “El Bagre surgió gracias a que otro tuvo que desaparecer de la faz de la tierra”.-

Pato era, a finales del siglo XIX, un importante centro proveedor de servicios para los mineros y sede del campamento de la empresa norteamericana Pato Consolidated Gold Mining, con una población estimada en principio de por lo menos 500 habitantes, entre americanos, colombianos y de otras nacionalidades.- Desde ese sitio se atendían los distintos frentes de trabajo de las dragas que la compañía tenía en las riberas del Nechí, hasta cuando en 1952, luego de más de medio siglo de explotación las 24 horas, las instalaciones debieron ser construidas de a poco en un sitio en donde hoy es El Bagre, corregimiento de Zaragoza hasta cuando la Asamblea de Antioquia lo elevó a la categoría de Municipio, en virtud de la Ordenanza 22, aprobada el martes 30 de octubre de 1979, es decir que estamos cerca de celebrarle sus 45 años de vigencia.-

José Guillermo cuenta que el abuelo Rodrigo, en su afán de reconstruir con sus palabras el que una vez fue un pueblo, le dijo: “Allá, dice levantando su mano para señalar un lugar casi imaginario, a orillas del río Nechí, había varias cabañas de seguridad. El control era perfecto porque los americanos no permitían que ningún extraño pisara por más de 24 horas su territorio. Después, se levantaban los barrios El Palomar, La Cortina, Plan de la Loca, San Andrés y San Andresito. Sus calles eran asfaltadas y siempre estaban frescas por los jardines y los numerosos almendros, acacias, carboneros, caracolíes, ceibas y de caña fístulas”. Y le relata la historia hasta cuando su pueblo fue arrasado sin misericordia y quedaron bajo tierra para siempre lo que era el orgullo de los nativos: “La fábrica de hielo, los casinos donde recibían sus alimentos, los campamentos donde se alojaban empleados y trabajadores; los barrios de los gringos, la casa de las monjas, las escuelas y la forma como se sacaban arrobas de oro del Nechí y a nadie le faltaba nada, mientras que afuera, en todos los pueblos vecinos, faltaba de todo” .-

Sobre la decisión de destruir los campamentos es muy poco lo que se sabe, pero lo cierto es que lo primero que movieron fueron los equipos utilizados para la extracción del material aurífero y, a renglón seguido, dieron la orden de desentechar todo el campamento. Eso no es nada, cuando llegó la hora de pasar las máquinas por encima de las casas, el casino, las canchas, los bares, la planta de hielo y los jardines, el recuerdo es espantoso. -

Aquel abuelo contó, hace más de treinta años, que “sólo quedaron en pie, como testigos del daño, el hospital, que aún no comprendemos por qué no lo destruyeron; los sótanos donde se añejaba el vino y la cerveza, y los árboles más frondosos. -

Paralelo a los trabajos de demolición sin piedad a la que fue sometido el próspero corregimiento de Pato, sin que nadie levantara un dedo en su defensa para evitar los estragos que se veían venir, otro grupo de operarios se encargaban de adelantar las obras de los nuevos campamentos de la empresa que estarían ubicados aguas abajo de Pato y Zaragoza, unas dos horas o más o menos, sobre unos terrenos altos y poco inundables que la empresa había visto desde años atrás.- Fue allí donde surgieron como por encanto los nuevos campamentos, los nuevos casinos, los nuevos talleres y el nuevo y moderno hospital, el recordado Franklin; todo ello como si fuera un dibujo calcado de lo que antes había sido Pato y, más atrás, como si se tratara de un barrio rural de un estado de los Estados Unidos.- Ah, y el aeropuerto, pero aquel caserío no tenía nombre ni estaba en los mapas académicos en donde se enseñaba la geografía de Colombia.-

Aunque hoy se quiera borrar de la memoria de sus nuevos moradores, aquellas construcciones fueron llamadas: El Alto, Las Dúplex, el Club Bellavista, el Americano, Diez y Cinco Familias, Pueblo Nuevo, las escuelas para niños y niñas en ese mismo sector, y más allá, hacia la cabecera norte del aeropuerto, cuatro especies de galpones para ser habitados, siendo los primeros en construirse, con el nombre de Cornaliza y su respectivo lavadero de ropas abierto al público las veinticuatro horas.- La empresa estuvo bajo el mando de la firma norteamericana durante varias décadas, hasta cuando llegó el año de 1974, hace 50 años, que hizo presencia un grupo de inversionistas colombianos, que traían bajo su manga el nombre de Mineros Colombianos S.A. y ese mismo año se hizo a la mayoría de las acciones de las empresas Pato Consolidated Gold Dredging y Chocó Pacífico.-

Documentos de entonces dejan ver unos manejos opacos en el negocio para que Mineros Colombianos pudiera completar la compra a través de un préstamo a partir de los fondos de pensiones de los trabajadores de la Frontino, que para muchos pudo haber sido calificado como una malversación de fondos. -

Testigos de la época recuerdan que esas operaciones financieras se llevaron a cabo justo antes de que la Frontino ingresara a la etapa de concordato, con el argumento de que la empresa no podía cumplir sus obligaciones de pago de pensiones, con lo cual se llevó a afirmar que parte de la compra de las dos empresas se pagó con dinero de los trabajadores.- Por tratarse de un tema de amplia complejidad, cuyos entresijos fueron el centro de discusión por mucho tiempo, digamos, en aras de seguir la historia que nos ocupa, que en el entretanto se presentaron tres variables que incidieron por completo en el cambio de la situación de la minería del oro en la Colombia de aquellos años.-

En primer lugar e impulsado por las fuerzas mismas del mercado de la oferta y la demanda, alentados por hechos fortuitos en diferentes sitios del mundo, los precios del metal alcanzaron sus máximos históricos.- Sin saber cómo ni cuándo, la zona del nordeste y del Bajo Cauca, se convirtió en el epicentro de la presencia de los grupos paramilitares de extrema derecha, con el objetivo de tomarse el control político y militar de las regiones ricas en recursos minerales; y en tercer lugar y sin que sus autores así lo avizoraran, porque se buscaba adoptar un nuevo modelo económico neoliberal, la legislación colombiana fue modificada para favorecer la explotación masiva de los recursos y el capital internacional, como ha quedado demostrado en números estudios acerca de este asunto.-

Mientras todo ello ocurría, aquel pequeño enclave minero llamó la atención de mucha gente de otras regiones del país, que ilusionadas por los cantos de sirena provenientes de esa tierra en donde, según los comentarios menos optimistas, corrían ríos de leche y miel, hicieron de sus pertenencias un atado de ropa y se fueron a la tierra que nadie les había prometido.- Allá llegaron, algunos en tropel, otros en solitario, y cuando alguien les preguntaba el por qué llegaban, la respuesta era casi la misma: “Yo vine porque todos venían”, y como para todos no había un espacio en donde ubicarse, comenzaron entonces las invasiones sin control alrededor de sus campamentos, y de aquel maremágnum fue que surgieron sectores como Bijao, que fue el primer nombre que sus colonos le dieron a ese paraje y que será motivo de nuevas entregas en estas narraciones hasta llegar a la fecha cuando un grupo de líderes tomó la decisión de marcarle un nuevo rumbo a El Bagre.-

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