El día sábado en la tarde, fui al planetario junto con dos grandes amigos que para mí fortuna, la vida confabuló para conocernos en la ciudad donde trabajo y hago mi familia… Yo estaba solito sin mi compañera de camino, ya que ella viajó de urgencia atender asuntos familiares en la capital. Llegamos al planetario con mis amigos y un telescopio que tenía guardado mi suegro en el zaguán, nuestra intención era aprender a utilizarlo, por lo menos lo básico, puesto que los intentos de ser Galileanos, no habían funcionado y por el contrario sentíamos el agotamiento y frustración causada por nuestra falta de ubicación estelar. Fracasos que nos habían llevado a alejarnos del sueño de ver de forma más cercana las estrellas, pero lo que no se había mitigado era nuestra persistencia y deseo de aprender, por esa razón estábamos parados en frente del planetario mendigando información y pidiendo ayuda.
Salió a nuestro rescate un astrónomo aficionado llamado Arturo y su pequeña sobrina con ojos soñadores, me impacto la amabilidad de su trato, cosa muy rara en la ciudad donde vivo, inició indicándonos como se calibraba la mirilla de amplio rango, lance mi primer uuuaaaauuuuu tío, como dice mi sobrino cada vez que se sorprende, nunca lo había hecho de esta forma lógica, ubicó un objeto en el firmamento, y luego sintonizo la mirilla, obvio!!! Pero nunca se me ocurrió. Luego aparece en el oeste, tenuemente parpadeante una pequeña estrella, Arturo nos dice que es Venus y nos enseña en su app stelarium cómo vamos a verla, en otras palabra nos da una visión de futuro para nuestra observación, nos explica que la veremos en una de sus fases crecientes, la igual o similar a la de la luna, lance mi segundo uuuaaaauuuuu tío, y pienso, he descargado googlesky y siempre vivo perdido y casi nunca logro ubicarme entre tantas constelaciones y eso me abruma y me siento cual chimpancé con Smartphone. Entre todo, Arturo nos enseña unos tips para no perdernos y aprender a utilizar estas útiles herramientas, además saco un láser de largo alcance, lance mi tercer uuuaaaauuuuu tío, porque que fue mi juguete durante el resto de la observación, tengo que comprar uno, pues me sentí como chimpancé con chipote chillón.
Luego procedemos a visualizar con la lente de menor aumento, ubicamos y vemos que esa pequeña estrella se transforma en una una media luna, una pequeña partícula en la nada, parece una mota, Arturo nos indica que esta pequeña partícula tienen un tamaño similar a la Tierra, lance mi cuarto uuuaaaauuuuu tío, al pensar que todos los que conozco vamos flotando en una pequeña mota, y entiendo a Carl Sagan cuando decía que la astronomía te hace humilde, allá en su programa Cosmos en los años 80´, luego junto con mis amigos, Arturo y su pequeña sobrina de ojos soñadores, que corría alzando una silla para poder ver nuestros pequeños logros de avistamiento en el firmamento, ubicamos a Júpiter y tres de sus lunas, lance mi quinto uuuaaaauuuuu tío, pues logramos ver algo de sus rayas características producto de sus nubes de diferente densidades, y con algo de dificultad distinguir algo de la gran tormenta, de la cual recuerdo que Carl Sangan decía que en esta gran tormenta cabían tres veces la tierra, en resumen toda la inmensidad de nuestra Tierra es menos que el tamaño de una lluvia en otro planeta, lance mi sexto uuuaaaauuuuu tío, al imaginar que es como si lloviera aquí y en tres cuadras adelante está el sol radiante y estoy tan cerca pero a la vez tan lejos de la verdad, no puedo enterarme que está lloviendo, es más ni me entero que hay un planeta metido en esa tormenta, lance mi séptimo y definitivo uuuaaaauuuuu tío, al pensar que en comparación a otros planetas, somos muy chiquitos, insignificantes, pero eso aún así siendo tan pequeño, mi mente no logra dimensionar.
Luego de unas tres horas finalizamos, por esta noche, nuestro sueño de ser Galileanos; nos retiramos para no ser más los invitados de honor en la comida de los mosquitos vampirescos que durante nuestros avistamientos se aglutinaron a disfrutarnos en frente del planetario, nos fuimos y fui invitado a cenar en la casa de mis amigos, allí entre la comida, el vino y la música, la charla completo una buena velada.
Ellos entraron en la cocina y de pronto saltaron camarones del refrigerador, verduras nacieron de los canastos, y se fabricaban aceites y esencias de los estantes. Ellos empezaron a combinar los ingredientes guiados por un libro de recetas, fue como ver dos brujos con su libro de hechicería y sus carcajadas de maldad, pero el resultado no fueron zancas de rana para el mal de amores, ni pociones mágicas pal mal de ojo, sino que el resultado fue una suculenta cena, que creo, que tenía el objetivo de tratar de recuperar algo de la sangre cedida como vida a los vampiros que comparten nuestro pequeño mundo e hicieron fiesta en nuestra noche estelar.
Mientras cenábamos, y como buenos colombianos hablamos de muchos temas, fascismo, imagen, clasismo, belleza, el éxito, entre otros, pero creo que podría resumir, con mucho atrevimiento, que nuestro tema principal, fue que nuestro ego nos está llevando a nuestra fatídica autodestrucción… creo que no llegamos a ninguna conclusión precisa, esta será para una próxima cena donde jugaré a ser brujo como mi compañera de camino.
La mañana siguiente mientras limpiaba mi casa, vi por la ventana el asomo de un rayo de sol que permitía a mi vista ver muchas partículas flotando como nebulosa de polvo celestial, e imagine por un momento, que ese espacio iluminado por el rayo de sol representaba el final de cola de la vía láctea y en un grupo de esa motas flotantes estaba nuestro amado sistema solar, y aclaro, eso fue por dale un gran tamaño a nuestro sistema dentro de las motas flotantes, puesto que la verdad es que nuestro sistema solar es aún más insignificante dentro de ese grupo de motas iluminado por el rayo de sol; bueno me perdonaran Arturo y los otros astrónomos de mundo el atrevimiento de la aberración de mi mente.
Luego imaginé que inmerso en este pequeño grupo de motas que representaba nuestro sistema solar, encontraría una pequeña mota, una de las más pequeñas y esa es nuestro pequeño planeta tierra, y aquí es donde todo lo vivido la noche anterior se conspira, se integran.
Recordé a Venus como una pequeña mota flotante parecida a nuestro planeta Tierra, por ser del mismo tamaño, esa mota que cabe tres veces en el espacio vacío de otra de las pequeñas motas flotantes, pero de mayor tamaño, nuestra mota cabe tres veces en un espacio vacante de la mota que representa Júpiter que aun para la dimensión de las motas iluminada por el rayo es insignificante, en esa mota vamos todos los seres que conocemos y amamos, vamos todos montados como pequeños virus que se multiplican sin importarle la salud del huésped.
Aquí en esta pequeña mota nacemos, crecemos, vivimos y nos esforzamos por dejar huella. Compartimos esta minimota con los mosquitos vampirescos y toda la vida que nos rodea, la compartimos con todos los seres humanos cuyo inmenso ego, del que hablamos la noche anterior, no permite ver que vamos en una mota, ese ego que nos hace creer que somos los dueños del mundo y del universo conocido, en otra palabra creemos ser dueños de la mota y las motas que puedo ver por el rayo de sol, es más, ese ego que nos siega y nos hacer creer que nuestra huella tienen algún significado, en otras palabras, creemos que lo que hacemos significa mucho para nuestra mota y las motas iluminadas por el rayo de luz, ese ego que lleva a que aplastemos a otros seres que comparten nuestra mota, es más, ese ego puede llevar a que aplastemos a nuestra especie, ese ego que impide que veamos que esta mota requiere que nos comportemos bien y brindemos caricias, para que la mota nos siga permitiendo quedarnos y albergar, a nosotros y a toda la vida que crece bajo su protección, esa mota demanda que dejemos el ego que alimenta nuestras ambiciones, codicia y consumismo, y que cuidemos la mota, que solo es una mota cedida para nuestra habitad en comodato que tiene como cláusula permitirnos habitarla solo una pequeña fracción de segundo de su gran pero finito tiempo, esta mota nos permite vivir en ella en este tiempo, no se adapta a nosotros, nosotros nos adaptamos a ella y no sabemos vivir sin ella, pero ella, la mota si puede vivir y seguirá viviendo sin nosotros, al igual que las otras motas iluminadas por el rayo de sol que no requieren de nuestra existencia, pero nosotros sí de la existencia de esta mota, por lo cual si queremos seguir montados en esta mota, debemos, de forma inmediata, bajarle al peso que le subimos a la mota como subproducto de nuestro ego y nuestra inmensa arrogancia, antes que nos sacuda y pare el comodato, pues si nosotros no aprendemos a comportarnos, esta mota nos sacará como el virus que somos y será el fin nuestro y de nuestro inmenso ego creyente de ser dueño de todas las motas iluminadas por el rayo de sol. Por lo cual, mi propuesta es simple, empecemos a aprender que somos navegantes temporales de una mota.
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