María Corina Machado: "Esta es una lucha espiritual"

María Corina Machado: "Esta es una lucha espiritual"

Venezuela merece un cambio, y esa transición debe enmarcarse en cualidades humanas, políticas y profesionales como las de María Corina

Por: Sara Moreno
febrero 26, 2024
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María Corina Machado:

“Se equivocan los que piensan que esta es una lucha por plata o poder político. Esta, es una lucha espiritual”. Han sido las reiteradas palabras de María Corina Machado, candidata presidencial de Venezuela, en su discurso de campaña.

¡Y yo le creo!

María Corina es ingeniera industrial; ha sido profesora universitaria de la cátedra de gerencia de recursos humanos e incursionó en la política, según ella, inspirada por el trabajo social que hizo al lado de su madre en la Fundación Atenea; una fundación que ha atendido por más de treinta y ocho años a niños en situación de vulnerabilidad en las calles de Caracas. Esa experiencia, dice María Corina, le cambió la vida para siempre.

Pero no fue sino hasta después de la elección de Hugo Rafael Chávez Frías como presidente de la República de Venezuela, que María Corina Machado incursionó en la política. Al respecto, María Corina cuenta que, desde su elección, supo la suerte que correría Venezuela con el liderazgo de  Chávez, y lamenta no haber actuado antes.

Fue elegida diputada de la Asamblea Nacional de Venezuela por el estado Miranda en 2010; inició su mandato en enero de 2011, siendo la candidata con más votos en la historia de la Asamblea Nacional de Venezuela. Quizás, quienes aquí me leen, recuerdan la confrontación que, en enero del 2012, la diputada sostuvo con el presidente. En aquella ocasión, le reclamó haber descrito por ocho horas un país muy distante del que estaban viviendo todas las mujeres y madres venezolanas.  María Corina se pone de pie y se dirige, estoica, a Hugo Chávez: “este es el momento de escuchar a las madres y mujeres que en estos trece años han perdido a sus hijos, a sus esposos, y a sus padres. El tiempo se les acabó. Acepte el debate presidente”.

Pero Hugo Chávez, con su reconocido carácter folclórico, le contesta que, lamentablemente, "ella está fuera de "ranking" para debatir con él. Que gane primero las primarias; que águila no caza mosca". Una respuesta indigna de su cargo e irrespetuosa, pero que no sorprende del popular mandatario. Ante su intervención, un nutrido sector de la asamblea se pone de pie para ovacionarlo. Así estaban las cosas en ese entonces, desde el cual María Corina no ha dejado de defender, con gran valentía y sacrificios, la democracia de Venezuela.

Hugo Chávez fue elegido presidente en 1999. En el año 2001 viví unos meses en Miami; entonces, varios de mis vecinos eran venezolanos recién llegados, que empezaban a sacar sus capitales del rico país, temiendo perderlos bajo el mandato de Chávez. Los recuerdo refiriéndose a Chávez y a sus seguidores de manera despectiva. Como a una “chusma”. La mayoría de los seguidores de Chávez no podía instalarse, como mis vecinos, en Miami para incursionar en negocios nuevos. Esos venezolanos no contaban con capitales de esas dimensiones; de hecho, veían en Chávez su oportunidad para conseguirlos. Oportunidad que no habían tenido antes, según ellos, por una mezcla de gobiernos corruptos y clases dominantes mezquinas. Pero para los venezolanos como mis vecinos, se había tratado de falta de interés y de ganas. En Venezuela, decían, todo el que hubiera querido, hubiera podido hacerse así rico. Yo no lo creo y creo que allí se escondía una parte del problema.

Otra situación que recuerdo de esos inicios, es que cuando Chávez emprendió su proyecto de construir viviendas para los pobres con las ganancias de PDVSA, los grandes empresarios y las clases altas venezolanas pusieron el grito en el cielo. Acusaban a Chávez de estar patrocinando la zanganería. Sin embargo, en la misma medida en la que los calificativos despectivos hacia los seguidores de Chávez crecían, crecía el fervor hacia él, y a Chávez se le subían los bolívares a la cabeza.  Si no les gustaba que construyera viviendas para los pobres, menos les iba a gustar que les regalara plata a los gobiernos de Cuba y Bolivia. Lo cual se dispondría a hacer inmediatamente. ¿Por qué? Porque se le daba la gana y podía.

Años más tarde, cuando Chávez murió y su sucesor Maduro asumió la presidencia de la república, ya yo no vivía en Miami; entonces vivía en Montreal. Desde la polarizada Colombia por el acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC, las críticas que más escuchaba hacia el nuevo presidente estaban relacionadas con su pasado como conductor de buseta. Parecía que los respetables, educados, trabajadores y prósperos colombianos, tampoco habían entendido que entre más despectivos fueran con el gobierno bolivariano, más remota sería la posibilidad de otro gobierno. Lo cual nos afectaba gravemente.

María Corina reconoce haber cometido errores. Hoy dice, de una manera que considero muy sentida, que los venezolanos están unidos. Unidos para reestablecer la democracia y para reencontrarse (para volver a casa, en sus palabras); para construir una nueva Venezuela, en la que todos los venezolanos tengan las mismas oportunidades.

Veo a María Corina Machado, quien se define así misma como liberal: se ha pronunciado a favor del matrimonio igualitario y la marihuana medicinal; apoya la despenalización del aborto para casos de violación y ha manifestado que no impondrá sus creencias religiosas católicas a la sociedad; apoya la eutanasia en ciertos casos y defiende el libre mercado, como una posibilidad real y honesta hacia la transición democrática en Venezuela.

Una transición que debe trascender las diferencias ideológicas, las cuales son, por demás, fundamentales para la democracia. Una transición que debe enmarcarse en las cualidades humanas, políticas y profesionales de María Corina, en un momento en el que el mundo atraviesa una grave crisis mundial en esas competencias. Doy algunos ejemplos con nombres propios de esta crisis, probablemente bien conocidos por todos, quienes aquí me leen: Donald Trump, Vladimir Putin y Benjamin Netanyahu.

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