La Casa de los Famosos de RCN le está colocando la lápida a la televisión pública colombiana.
En la siempre presente lucha contra el analfabetismo (y no me refiero a esa incapacidad de leer y escribir), los años noventa fueron una época de pragmatismo, donde parecía que no había espacio para el sabio, el intelectual, el líder de opinión, el poeta, o aquellos hombres y mujeres que realmente tenían algo significativo que comunicar.
Fue en este contexto que Antonio Gala, poeta y dramaturgo, junto con Jesús Quintero, periodista, concibieron la idea para una serie de televisión en un canal andaluz (Canal Sur), que resultó ser trascendental.
La serie, llamada Trece Noches, abordaba temas que iban desde el amor y la muerte hasta la religión y el sentido de la vida, pasando por el arte y la belleza, todo en un formato íntimo y sencillo que tocaba la fibra de los espectadores más sensibles, cansados del artificio y la basura que predominaban en la televisión de la época.
Este no fue un fenómeno exclusivo de España. En México, el comediante y escritor Ausencio Cruz, conocido como "Brozo", comenzó a destacarse a finales de los años ochenta en el programa La Caravana, donde mostraba su talento y expresaba opiniones críticas sobre el gobierno mexicano, desafiando las restricciones impuestas y que sí se notaban en otros medios de comunicación.
Brozo se convirtió en un icono relevante para un segmento específico de la sociedad mexicana, especialmente aquellos que compartían sus puntos de vista y su valentía para confrontar a las autoridades gubernamentales, incluido el presidente y el Secretario de Educación Pública.
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Continuando con la línea discursiva, en Colombia, descartando de entrada la contribución a la plena alfabetización de millones de personas en los años 60, bajo el gobierno del presidente Alberto Lleras Camargo y esa “múltiple” oferta de la televisión pública que se proyectaba como una herramienta educativa de clases de ciencias, matemáticas, dibujo, geografía y música, parece destacar Jaime Garzón con ¡Quac!, el noticero, producido entre 1995 y 1997 por RTI Televisión, que proyectó un modelo de expresión satírica que promovió en el ciudadano-espectador el mantenerse informado y que, muy en el sentido de Brozo, se hizo calar en el local. Una época en la que la televisión sí educaba para la vida, y con momentos de difícil ubicación en la parrilla de programación más actual.
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Entonces, con ese sentimiento de inconformismo y extrañamiento, parece interesante preguntarse por ese: ¿cuándo la televisión dejó de ser un medio “educativo” para convertirse simplemente en una forma de entretenimiento banal? Buscando en internet, la respuesta al interrogante pudiera llegar con el especialista francés Jean François Mariet y quien sostuvo en para el inicio de este milenio que "la televisión no fue creada para educar, sino para entretener", recomendando además el “dejar de ver televisión” como una solución al problema. Un consejo que en cierta medida ya se estaba desarrollando. Obsérvese así:
Los estudiosos del tema han determinado que en tiempos más recientes la audiencia parece estar abandonando la televisión en favor de otras alternativas, percatándose a su vez de la pérdida de tiempo, el contenido poco interesante, la promoción del consumismo, la proliferación de ideales irreales, la falta de creatividad y la calidad deficiente tanto en forma como en contenido. Características propias de lo que también se ha definido como Televisión Basura y que aparece manchada por la vulgaridad, el morbo, e incluso la obscenidad: el declive generalizado del medio tradicional.
La Casa de los Famosos de RCN le está colocando la lápida a la televisión pública colombiana.
Por estos días, los medios de comunicación nacionales discuten el bajo rendimiento del nuevo reality show del canal RCN, y que se transmite en la franja prime de la noche, atribuyendo la falta de audiencia a varios factores como la falta de reconocimiento de los "famosos" participantes, el predominio del contenido comercial o la calidad de las presentadoras.
Sin embargo, cuando se observa lo que se está transmitiendo en el programa, aparece ese contenido poco interesante, la promoción del consumismo, la proliferación de ideales irreales y la falta de creatividad, enmarcándose en esa televisión basura… entonces, como un espectador más y que llegó a La Casa de los Famosos por azares del ejercicio de ‘canaleo’, prefiero cambiar a Caracol y, encontrando más de lo mismo, opto por apagar el televisor.