El mal ejemplo está cundiendo en Colombia.
Se da mal ejemplo cuando se miente para desprestigiar al gobernante. En esa mala intención arrasan con el esfuerzo de buscar formas de salir de tanta inequidad. Mienten porque no encuentran otra forma de controvertir, porque están desarmados de conocimientos, de creatividad, de honestidad, de humildad.
Mienten los que bostezan envidia porque los bajaron de sus curubitos. Mienten los que lograron volverse a encaramar en ellos con el mero fin de lograr desde allí, con una falsa confianza, hacer creer que todo va mal, que las reformas son un desastre, que el país va de cabeza hacia el estanco.
Tanta mentira está cansando al país, lo está confundiendo, lo está enfermando, lo está acostumbrando, le está enseñando a mentir, lo está volviendo incrédulo, lo está desesperanzando.
Está cansando al país, porque con esa sarta de mentiras en lo político, en lo jurídico, en lo económico, en lo espiritual, y en lo moral, se está llevando una carga tan pesada, agregada a sus obligaciones que se le está haciendo difícil soportar.
Lo está confundiendo, porque al no saber si lo que se dice es verdad o no, se empieza a caminar dudando de todo y de todos.
Lo está enfermando, porque al no poderse atener a la verdad se llena de incertidumbre que lo lleva a la nostalgia, al miedo, a la inseguridad, a la ansiedad, y a la depresión.
Lo está enseñando a mentir porque ese es el espejo en que se mira. La mentira empieza a normalizarse en el cerebro y en los corazones; y los hijos de los hijos, con el ejemplo de sus mayores, serán los resultados de esa obscuridad.
Lo está volviendo incrédulo porque tanta mentira genera desconfianza.
Lo está desesperanzando porque al llevar a cuestas toda esa carga emocional producto de tanta mentira, perderá poco a poco el apego de vivir dignamente y buscará otros caminos que le aplaquen su estrés y su inconformidad.
Se da mal ejemplo, cuando no se respeta ni siquiera a quienes se mueren. ¿Qué se creen? ¿Dios en el Juicio Final? Ese desbordamiento es satánico. Produce espanto y terror. Se cruzan las líneas rojas sin Dios ni ley. Todo permitido en aras de la libre expresión. ¡Qué esperpento!
Se da mal ejemplo cuando se encubre al criminal, teniendo las armas jurídicas para enjuiciarlo, y se gastan el tiempo en acusar a quien está tratando de hacer las cosas bien, porque no les interesa hacer justicia sino politiquería. ¡Qué engendro!
Todo ese mal ejemplo es el que no deja crecer al país. Lo está envolviendo en una atmósfera enrarecida que tarde o temprano hará mella en los valores, en la cotidianidad y, por lo tanto, en la vida misma. Y todos sin exclusión estaremos sufriendo ese fenómeno que será monstruoso y desafiante.
Unidos en el buen ejemplo se puede amainar el descalabro. Se verán las sanas consecuencias. La vida es una y hay que vivirla en un mundo mejor.