La bella Europa, hija de Agenor, rey de Tiro, fue sinuosamente seducida y llevada mediante artilugios a la isla de Creta por Zeus, quien supo bien disfrazarse de toro para raptarla. Esta bella fábula, cabe decirlo, es una de las obras de la fértil mitología griega más difundidas de la historia. Nadie creyó posible, que unos cuantos siglos después, el rapto de Europa tuviera lugar en una versión posmoderna, eufemística.
Entre decenas de miles de movilizaciones sociales, que subsisten en el corazón del turbulento tercer mundo y en el cada vez más desigual primer mundo, Blockupy irrumpe como un respiro en medio de clichés y luchas que sucumben por su anquilosamiento, por su rigidez predecible.
Hombres y mujeres, de diversos orígenes, han consolidado esta coordinadora de movilizaciones sociales, que se hace protagónica en medio de la Europa convulsa de estos días. Emulando los pasos de Occupy Wall Street, movimiento que instaló su voz de protesta creativa por meses en Nueva York, centro financiero más importante del mundo, Blockupy tuvo su génesis en 2012 como una voz antagónica que alzaba su discurso firme y alto contra la situación catastrófica de Europa en ese momento.
Bajo la consigna inicial “ocupar, bloquear, manifestarse”, esta iniciativa, en la que convergen diversas agrupaciones políticas, ONG y sindicatos de trabajadores y desempleados, logró, en su primera incursión ese mismo año, reunir a 20.000 manifestantes.
Posteriormente, después de llevar a cabo la Conferencia europea de acción Blockupy en 2013 y discutir las líneas generales de la asamblea de Bruselas, realizada el 26 y 27 de septiembre de 2014, en donde un nuevo slogan “Solidaridad más allá de las fronteras, construir democracia desde abajo” enmarcó el accionar, Blockupy decide convertirse en una plataforma oficial de convergencia de diversas luchas sociales que encuentran un espacio y un lugar común para crear un escenario de disputa más estratégico.
De aquel proceso, 120 personas pertenecientes a más de 50 organizaciones, redes anticapitalistas transnacionales, sindicatos y partidos de 15 países deciden darle vida a Blockupy con el fin de trazar una hoja de ruta en contra de la austeridad y el régimen de explotación y crisis de la Europa actual (1).
Para hacer visible la disputa social en todos los campos de acción, Blockupy ha trabajado en compartir, en tiempo real, información sobre las diversas movilizaciones que tienen lugar en toda la UE, como una manera de construir una fuerza más efectiva que alce su voz de protesta en contra del racismo, el nazismo y sus acciones contra los inmigrantes, los desahucios, el tratado de libre comercio Europa-Estados Unidos y las acciones unilaterales de la troika en contra del bienestar de las mayorías del viejo continente.
El traslado reciente de la sede del Banco Central Europeo (BCE) a la ciudad de Frankfurt (Alemania), cuya inauguración tuvo lugar el pasado 18 de marzo (18-M de ahora en adelante), permitió seguir avivando la llama de protesta de esa primera etapa.
Las imágenes de aquella protesta fueron un crisol de indignación y esperanza, de irreverencia y racionalidad, de solidaridad y lazos afectivos que dejaron en claro una vez más que el slogan “basta de vivir por encima de nuestras posibilidades” no solo empieza a ser eufemístico para las mayorías sociales europeas sino a la vez comienza a convertirse en una consigna insultante.
La agitada, fría y vertiginosa Frankfurt y principalmente la gigantesca Römerplatz y sus alrededores, cambiaron su deslucido blanco y negro por unas horas para albergar a miles de manifestantes, no solo de Alemania sino de otros países, principalmente procedentes de España, Grecia, República Checa y de la entraña del sindicalismo francés.
Por ser el BCE la vértebra del accionar de la Troika y de los poderes fácticos que gobiernan el viejo continente en la actualidad, encabezados por Merkel, Draghi, Schäuble y Junker entre otros, las protestas de Blockupy han cobrado un sentido más allá de lo simbólico: representan la lucha de los millones de mileuristas o aquellos que viven con salarios que no superan los mil euros; la disputa de quienes subsisten con los “mini-jobs” o empleos a medio tiempo con remuneración precaria y la pelea de los millones de desempleados que sufren los efectos de la relocalización de las empresas alemanas en los países de la antigua Unión Soviética (2).
Pero uno de los activos principales de esta causa, ha sido la solidaridad que los manifestantes han desplegado, desde el comienzo, con la disputa que el Estado griego, encabezado por Alexis Tsipras y su ministro de economía Yanis Varufakis, libra hoy en día contra las medidas de austeridad que la troika quiere imponerle a la sociedad helénica, que hacen peligrar el financiamiento del paquete de medidas de emergencia social que el gobierno de Syriza intenta llevar a cabo.
Blockupy, plataforma de luchas que recoge las principales tesis del altermundismo de final del siglo XX y principio del siglo XXI, ha logrado, con el paso de los años, dejar de ser una iniciativa circunscrita únicamente al territorio alemán para transformarse en un eje social articulador de la indignación europea con causas y objetivos comunes.
Referentes de esa expresión anti-globalización de aquella época, que desplegó en las manifestaciones de Seattle, Praga y Lisboa sus momentos más memorables, se hicieron presentes para mostrar su solidaridad con esta marea social creciente el pasado 18-M. Personalidades como la autora del ya clásico libro No Logo, la canadiense Naomi Klein, la parlamentaria del Die Linke alemán Sahra Wagenknecht, el comediante Urban Priol y el eurodiputado de Podemos, Miguel Urban entre otros se dieron cita para hacer todavía más visible a este conglomerado de cambio en ascenso.
Emulando a las Mareas de colores que se conformaron durante el 15-M español, en Blockupy la articulación se realiza de la misma manera. Cada color posee un énfasis temático de lucha: verde para simbolizar la educación pública, púrpura para reivindicar los derechos de las mujeres, blanco por una salud pública y obligatoria para todos que le dieron un marco común y una misma consigna a la protesta: confrontar desde lo global y lo local el avance del neoliberalismo y el capital en todos los ámbitos de las sociedades del siglo XXI.
La desfachatez, juventud y alegría de la ola de personas que se concentraron en Blockupy el pasado 18-M, tenía por objeto, desde el principio, ridiculizar el accionar represivo de la policía germana.
Los cientos de rostros jóvenes y radiantes, los disfraces, las gafas de sol y las pelucas multicolor de hace un par de semanas, contrastaron con la respuesta violenta de la fuerza pública, que aglutinó a 9000 efectivos para controlar a los manifestantes, y que terminó por atizar el odio de un reducido sector de manifestantes, pertenecientes al bloque negro de la manifestación, que según palabras de los organizadores “rompieron con el consenso que había adoptado el grupo Blockupy en contra de los disturbios violentos” (3).
Como consecuencia, el saldo de perjuicios no se hizo esperar: incendio de carros de policía, 200 marchantes heridos y decenas de vidrios rotos de entidades bancarias y estatales especialmente.
Uno de los spots promocionales de Die Linke (4), principal partido de la izquierda alemana, realizado en 2009 al calor de las elecciones para el parlamento europeo, resume magistralmente las reivindicaciones de Blockupy: en él se ve una opulenta casa, colmada de joyas, antigüedades y porcelanas de corte Art Noveau, lujos y artículos de colección en medio de una noche espléndida.
A renglón seguido, una de las tomas del comercial, muestra el relicario de éxitos empresariales del propietario y una súbita interrupción en esta panorámica idílica: una piedra que rompe el vidrio de la fachada y un lema final que enmarca los 35 segundos que dura el short film: Así no, mejor así…Die Linke!
Sin lugar a dudas, Blockupy recoge el espíritu de sufrimiento que recorre las arterias del viejo continente en versión contemporánea, convirtiéndose en una de esas ruidosas moscas que zumba al oído del poder, sin dejarlo conciliar de manera plácida su enajenado sueño: el rapto de Europa a manos de un nuevo Zeus posmoderno, sinvergüenza, neoliberal.
Twitter: @pineda0ruiz
Notas
(1) “Minutos de la asamblea de Bruselas: construyendo juntos un espacio transnacional para una Europa desde abajo”. Página Web de la plataforma Blockupy, octubre 9 de 2014. Fuente: http://alturl.com/kwcmp
(2) Entre 1998 y 2008 el número de trabajadores contratados a tiempo completo en Alemania decreció en 800.000 mientras que el número de empleos precarios o a medio tiempo aumentó 2,4 millones. A cifras de 2012, los trabajadores “atípicos” constituían el 21.2% de la fuerza laboral germana.
(3) Blockupy se distancia de los hechos violentos contra la nueva sede del BCE. La Vanguardia Internacional, marzo 19 de 2015. Fuente: http://alturl.com/caiz4
(4) El video se puede ver en la siguiente dirección: http://alturl.com/5he9z