Se supone que la razón y la democracia deberían primar como principios fundamentales en una sociedad armónica para los colombianos, pero la verdad es que, la falta de identidad en los intereses nacionales y sobre todo, la sed de poder, han convertido el Estado social de derecho en un botín. Si la salud del Estado es la concordia, estamos de cuidados intensivos.
Casi todos en la Corte Suprema de Justicia han sido o son docentes y seguramente, en sus cátedras magistrales han hablado de Montesquieu, el padre de la separación de los poderes y las ramas del poder público.
Todos en la Corte Suprema, en algún momento, casi que sobre seguro, han citado al filósofo y jurista francés que estaría profundamente decepcionado de ver cómo algunos magistrados y docentes de Derecho, pregonan sobre los principios para garantizar la teoría de pesos y contrapesos, mientras se niegan a elegir la fiscal general que remplazará a aquel o aquellos que contrataron a sus esposas y familiares en la Fiscalía.
Ojalá esté equivocado, pero, a pesar de que Montesquieu fue ciego al final de sus días, no bastaría ni uno solo de sus ojos para repudiar con toda su alma, esa deformación que le hicimos a su teoría de pesos y contra pesos, pues a pesar del espíritu de las leyes, le abrimos “puertas giratorias” a las ramas del poder público para que no sean independientes y por el contrario, queden intercomunicadas para que el tráfico de influencias”, “el tapen tapen” y el “yo te contrato los que me digas y tú me eliges” puedan transitar de una rama a otra, de una institución a otra, algo realmente descabellado.
La teoría de pesos y contrapesos en el Estado es lo que permite que entre instituciones se puedan vigilar y controlar el despotismo, la opresión o la dictadura, por lo que, se creería que en este caso, la Corte Suprema de Justicia no debe retardar la elección de la nueva fiscal general, la Corte, debería elegir para ejercer el contrapeso oportuno a la Fiscalía.
la Corte Suprema de Justicia no debe retardar la elección de la nueva fiscal general, la Corte debería elegir para ejercer el contrapeso oportuno a la Fiscalía
Que no se cambie de raíz la nefasta administración de la Fiscalía en los tiempos designados constitucionalmente, ocasiona un incumplimiento flagrante al acuerdo social porque en la Constitución se nos prometió que a cambio de nuestra obediencia y respeto por el Estado de derecho, se garantizaría la vida, el debido proceso, el disfrute de la propiedad, la libertad y pudor sexual, el derecho a la familia, la persecución al crimen y entre otras, a la erradicación de la violencia de género, pero la verdad es que, la impunidad sembrada por el fiscal Barbosa y su vicefiscal, ha permitido que los asesinos circulen con libertad, que nos roben por doquier, que las familias y mujeres sufran por la violencia de género que es una de las mayores derrotas de la Fiscalía General de la Nación. Y por si fuera poco, que nos dejan embargadas todas las cuentas de la entidad y que se niegue el acceso a la administración de justicia a los colombianos, pues la mayor tasa de archivo e inactividad de las denuncias provienen de esta “fiscalía histórica”.
Las instituciones políticas, dice Montesquieu; dependen del tipo de estado y este a su vez, del tipo de sociedad. Si somos una sociedad que ha normalizado que el poder político se sustente en la corrupción, si somos una sociedad que se acostumbró a ver a la Fiscalía General de la Nación sumida en la oscuridad absoluta en la que se encuentra desde que fue utilizada como instrumento para prolongar la guerra y estancar la lucha contra la corrupción, entonces, nos merecemos que la Corte se retarde todo lo que quiera y no elija la nueva fiscal general de la Nación.
Me resisto a lo anterior, puesto que, en cuando el ser humano deja de regirse por la legalidad, se sumerge en la anarquía y en la lucha de poder. Es por esto que en Colombia, en nuestro contrato social como lo formuló Rousseau, todos perdemos un poco de la libertad natural, es decir, que no podemos hacer todo lo que queramos por encima de los derechos de los demás, a cambio de la libertad civil contenida en la voluntad general que nos brinda la anhelada libertad y orden.
¿Será que retardar la elección de la fiscal general en la Corte Suprema de Justicia atiende el interés de los ciudadanos que claman para que al fin se persiga el delito desde la Fiscalía, o será que esa nueva forma de mora judicial es apenas el ejercicio del acceso al botín?
@hombrejurista