El cambio mezquino, el gobierno del cambio que no vino

El cambio mezquino, el gobierno del cambio que no vino

Si hacemos un recuento de lo que nos ha dejado este gobierno del cambio que aún no llega, nos podemos encontrar que son más los escándalos que lo relevante

Por: Juan Pablo Guzmán Mena
febrero 06, 2024
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El cambio mezquino, el gobierno del cambio que no vino

Estamos a meses de completar los dos primeros años desde la posesión del presidente, el señor Gustavo Petro Urrego; a meses de aquella tarde en la que la simbólica Plaza de Bolívar se encontraba a reventar, no solo de las incontables personas que lo acompañaron durante su posesión, sino por la emoción y la esperanza del pueblo colombiano que decía “al fin un presidente del pueblo, un presidente de izquierda”. A meses desde que él mismo llenó su pecho de arrogancia, y ordenó la presencia de la espada del Libertador durante el acto; a meses desde que pronunció: “hoy empieza la Colombia de lo posible. Estamos acá contra todo pronóstico, contra una historia que decía que nunca íbamos a gobernar, contra los de siempre, contra los que no querían soltar el poder. Pero lo logramos. Hicimos posible lo imposible”. 

Entonces estamos a meses de completar esos dos primeros años en los que más de 11 millones de personas pusieron todas sus esperanzas en las promesas de un hombre que juró que habría un antes y un después desde su llegada a la Casa de Nariño, pero nos quedamos en el antes y ese añorado después, en el que los empobrecidos y violentados vivirían en gloria no parece que será realidad en un futuro cercano. Nos hemos encontrado con un poder ejecutivo que muchos se han atrevido a llamar “desgobierno”, que refleja una continuación de las mismas prácticas de corrupción, nepotismo, favores políticos y tapujos, que han enfrentado a todos los sectores políticos. 

Creer en el cambio ha sido un faro de esperanza para muchas personas, y hay quienes aún se aferran a la idea de defender lo indefendible, así salten a simple vista hechos y momentos que, de suceder en otro gobierno, hubieran suscitado más estallidos sociales, interminables enfrentamientos con la fuerza pública y la necesidad de poner en la picota cuántos ministros hubiesen querido; pero, como es el momento del cambio, un cambio mezquino y cochino, aquí no ha pasado nada, cuando sí debería pasar y encargarnos de medir con la misma vara a este presidente de promesas fallidas. 

Si hacemos un recuento de lo que nos ha dejado este gobierno del cambio que aún no llega,  nos podemos encontrar que son más los escándalos, que los hechos relevantes y significativos para hacer de Colombia un país justo y equitativo. Y que van en total contravía a las palabras pronunciadas por el presidente que posesionaba aquella tarde. 

Tenemos un presidente que en medios nacionales y a toda voz dijo que era el jefe del Fiscal General de la Nación, y desde entonces no se ha preocupado por ocultar su irrespeto por la separación de poderes.En cambio, sí logró poner a la Corte Suprema de Justicia en el ojo del huracán con sablazos, ya que no se mueve al ritmo de sus caprichos y exigencias. También, tenemos los interminables desacuerdos con la Procuraduría General de la Nación, la cual ha encontrado toda clase de movimientos dudosos y reprochables en las entrañas del gobierno. 

Y, hablando de la Procuraduría, ya ha pasado más de una semana desde el anuncio de la suspensión del canciller Leyva, quien muy descaradamente firmó 12  decretos y  un documento en el que responde a un cuestionario de un debate control político que fue radicado el 30 de enero de 2024, es decir, cinco días después de dicho anuncio; ¿Petro pretende casar una nueva pelea al no anunciar un ministro encargado?

Al tener el tema de los ministros presente, entonces, el ministro de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, meses atrás se atrevió a asegurar que “fuimos y nos convertimos en un experimento”, con las vacunas que llegaron al país para hacer frente a la pandemia de COVID-19. ¿Qué sería de la salud y la suerte de los colombianos si hubiese manejado la pandemia el actual ministro?, un desastre como todo este gobierno. Ya se alejaron del presidente los ministros que sí reflejaban sensatez como Ocampo o Gaviria, que hoy son atacados en gavilla por el ejecutivo. Asimismo, ¿no debería salir ya o ser llevada a control político la actual ministra de Deporte? ¿no es su cabeza la que debería rodar por el fiasco en que resultó la falta de gestión para la realización de los Juegos Panamericanos en Barranquilla? Si se cayó Carrasquilla por una reforma que no tenía las mínimas posibilidades de ser aprobada, Rodríguez está jugando tiempo extra en las filas del gobierno. 

No nos sorprendamos, por favor, porque ahora es su turno de gobernar de manera corrupta y no dejarán a Colombia mejor de como lo encontraron. Es la misma corrupción que rodea a la política nacional y que no tiene diferencia si es de derecha o de izquierda porque priman los intereses particulares de quienes se encuentran en ella. Un ejemplo claro de ello son los costosos y numerosos viajes con sus extensas comitivas al exterior, con jugosos presupuestos para viáticos.

Tales viajes que parecen ser más adictivos que el mismo café, con más de 36 visitas a diferentes países. Claro, son diferentes a los que tienen en la mira a Verónica Alcocer, quien ha sido, incluso, nombrada embajadora en misión especial, y que con total mezquindad el gobierno se defiende al mostrar la relación de viajes y asignaciones a María Juliana Ruiz, esposa del expresidente Duque ¿o sea que porque otros lo hicieron, ellos lo harán con más vehemencia y descaro?, ¡grande el cambio! 

Lo relacionado con la ex primera dama es un golpe bajo y mezquino contra Maria Juliana de parte de un presidente que se hizo elegir con las banderas del feminismo. Claro está que solo parece importar el cuidado y el respeto por las mujeres durante la campaña, porque durante la administración pasaron de largo y, sin ninguna repercusión, las denuncias de acoso por parte de Hollman Morris en RTVC y Señal Colombia a algunas mujeres. ¿Será que no le importa al gobierno del cambio o será que a como dé lugar se deben pagar favores a Morris en su actual puesto? 

Para no hacer muy largo el recuento, está la joya de la corona: los dineros recibidos por Nicolás Petro Burgos para la financiación de la campaña de su papá, No nos detengamos aquí porque es un tema sensible que refleja la más cochina corrupción de la que se jactaban que jamás tendría lugar en la tan añorada izquierda. Sin embargo, vale la pena preguntarse ¿dónde estaríamos y qué tanto hubieran exigido si los hijos de Duque, Santos, Uribe o Pastrana hubieran sido comprometidos con una acción igual y estuvieran siendo procesados? La respuesta es fácil: destrucción total. 

Finalmente, solo le podemos reconocer al presidente que en estos casi dos años solo ha llenado su ser de arrogancia, y lo que verdaderamente cambió fue el dominio de la página web de la presidencia que inicia con su apellido, por lo demás solo vemos corrupción y mezquindad sin pena alguna.

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