En un taller de techo alto, entre desarmadores, llaves de tuercas, gatos hidraúlicos y neumáticos a 200 kilómetros de Fránkfurt, en la ciudad alemana de Ludwigshafen am Rhein vive un auténtico rey lejos de castillos y palacios. Se trata de Cephas Bansah, un monarca africano que está partiendo en dos la historia de Ghana pues se trata del primero en gobernar a su tribu compuesta por más de 300.000 integrantes utilizando la tecnología, a más de 6.000 kilómetros de distancia en la lejana región de Hohoe, al sureste de la nación africana. En principio lo hacía por medio de telegramas, pero gracias al surgimiento de internet se ha valido de correos electrónicos y demás plataformas como Skype para el ejercer su soberanía.
El hoy monarca africano aterrizó en la ciudad donde hoy se encuentra radicado hace 45 años, cuando apenas era un joven que venía de intercambio siendo acogido por una familia cristiana. En aquél entonces estudió reparación de máquinas agrícolas y coches, pero se sintió tan bien en tierras germanas que terminó abriendo su propio taller, conociendo amigos y hasta encontrando al amor de su vida en una de las clientas que acudían a sus servicios automotrices. Para el año 1987, cuando su abuelo –entonces rey- muere, Cephas tenía toda una vida establecida en Alemania y se encuentra con la sorpresa de que el nuevo rey será él, pues tanto su padre como sus hermanos mayores son zurdos, lo cual es impedimento para ser rey en Ghana pues es sinónimo de impureza para asumir la corona.
No obstante, el hombre no estaba dispuesto a renunciar a la vida que para entonces tenía construida en Alemania; estaba próximo a casarse y ya tenía montado su taller, por lo cual convenció a la comunidad en lo que le costó conseguir un telegrama y explicar su funcionamiento. Desde entonces lleva más de tres décadas reinando por medio de telegramas, correos electrónicos o conferencias por Skype. Contiguo a su taller se encuentra su casa, y en el segundo piso de esta cuenta con una habitación desde donde se sienta en su trono frente al computador para escuchar, ordenar y decidir sobre las necesidades que aquejan a su comunidad. En ocasiones da conferencias para toda la tribu pero también brinda la posibilidad de sostener reuniones personalizadas con cada uno de los miembros.
Celebró el cuarto triunfo de Alemania en el mundial el año pasado. A la derecha, su esposa quien es reina en Ghana.
En Alemania su historia no pasa desapercibida y goza de cierto reconocimiento al punto que diversos políticos lo citan como un ejemplo a seguir. Suele realizar visitas de caridad a hospitales e inclusive inauguraciones de eventos comerciales por las cuales recibe dineros que van siempre a parar a los bolsillos de su comunidad. Todo lo anterior siempre vestido acorde a su condición real con accesorios enteramente de oro que bien podrían sumar 40 kilos que deben ser soportados por este hombre de 1.63. Es tal la humildad de su recinto que durante mucho tiempo no tuvo seguridad alguna, por lo que el pasado 29 de noviembre los malhechores penetraron silenciosamente en su morada y de la misma forma se llevaron cuatro coronas de oro heredadas por sus antepasados con más de 300 años de antigüedad avaluadas en más de 50 millones de pesos colombianos.
Su esposa Gabriele, una alemana blanca de ojos claros, trabaja en una empresa suiza y a la vez es reina madre en Ghana, asumiendo con el título las diferentes funciones que esto conlleva siendo el trabajo con las mujeres de la tribu una de ellas. Se siente muy afortunada de que en su trabajo entiendan que es la esposa de un rey, lo cual causa cierta gracia entre sus compañeros y jefes. Igualmente, Carlo, el hijo de la pareja cumple con sus funciones como príncipe que básicamente se remiten a supervisar y organizar todos los equipos para que su padre pueda sostener la comunicación con Ghana.
Normalmente se despierta temprano por la mañana, cocina su desayuno y el de su esposa, luego se ocupa de los compromisos en el taller con los cuatro empleados que tiene ahí. Posteriormente almuerza y se gasta la tarde entera ejerciendo como rey de una tribu que le obedece al otro lado de la pantalla en su tierra natal. La mayoría de sus clientes saben que es un rey, al enterarse intentan hacerle reverencia pero él lo evita pues asegura que cuando está en su taller es solo un mecánico más, pues el único rey es el cliente.
