El Mal no triunfa cuando te derrota, sino cuándo te contagia. (Subcomandante Buendía)
Somos 44 millones de Colombianos que pertenecemos a la minoría, 5 millones de desplazados somos minoría, 5 millones de afrodescendientes somos minorías, hasta los 9 millones de Uribistas son minoría, todos nos sentimos oprimidos, marginados, quizá como resultado de un acomodamiento social que nos permite tolerar nuestras aparentes derrotas, nuestras inconformidades con nosotros mismos, o como una manera de magnificar nuestros aparentes triunfos en caso de que estos ocurran.
Hace poco asistiendo a una reunión de uno de los partidos etiquetados como de izquierda, se discutía sobre la posibilidad y necesidad de unir a todos los sectores ubicados en la oposición incluyendo al partido verde que se renovaría para poder pertenecer, debido a que según los “cálculos” realizados por cada facción izquierdista, por separado, era muy posible que ninguno de sus partidos y movimientos lograra escaños en la próxima contienda electoral, y por consiguiente , aniquilando cualquier posibilidad de oposición y la muerte del proceso socialista en el país. El partido verde para ingresar a este selecto grupo, llamaría a sus filas a Alonso Salazar, apoyaría al alcalde Petro, ó, sin pedirles tanto, al menos no lo atacaría; y finalmente para probar que tienen sangre revolucionaria, saldrían de la unidad nacional.
Si el verde fuera un color primario, todo esto sería posible, pero un color que es resultado de mezclar el azul y el amarillo no puede aspirar más que a vivir en una eterna encrucijada, por un lado los 3,5 millones de votos que obtuvieron en las anteriores elecciones presidenciales se han diluído en la permanente desilusión de aquellos que votamos llenos de esperanza, deslumbrados por la pureza, la rectitud y la alegría que debía tener un partido moderno y evolucionista, y sin decirnos mentiras, porque se oponía en demasía a la robusta y descarada maquinaria Uribista. Entonces ahora un año antes de elecciones sin ser mal pensados, puede ser una casualidad, los verdes pretenden nuevamente pintarse de verde, y traer a los líderes que de una u otra forma representan una política limpia, y dejar atrás el hecho de pertenecer a la Unidad Nacional, su falta de propuestas y que su precandidato presidencial sea tan cercano al Uribismo.
Los otros cálculos del verde son similares pero hacia la otra orilla, si se retiran de la unidad nacional, que harán sin sus cuotas burocráticas que tanto han ocupado y rechazado al mismo tiempo, como si fuera una paradoja posible, teniendo en cuenta que la elección de Santos es inminente en la ausencia de otros candidatos fuertes y con el as de familias en acción, de las 100.000 casas, de la restitución y del proceso de paz, es bastante probable un segundo periodo.
Pero si los verdes fueran verdes, entenderían que no importa ser minoría, que no huele mal tener dignidad, que no queremos un partido que haga cálculos para ganar, si no para trascender, que el triunfo no tiene sentido si es el mismo triunfo de unos pocos, porque al menos en la derrota hemos estado todos y la hemos probado en porciones iguales, un partido que no se sienta como un partido, que nadie pueda definir que es, pero que sea algo bueno, que genere confianza,no podemos seguir permitiendo el sofisma político y cultural de montarnos sobre los hombros de los gigantescos monstruos de la corrupción y la violencia, para alcanzar el poder, prometiéndonos que al llegar matarán al monstruo.