La fraternidad, libertad e igualdad que sostienen a la democracia y al estado de derecho moderno están convertidos en enunciados vacíos de escaso efecto universal. Los fuertes (Estados y personas) los usan para mantener su fortaleza y los débiles los invocan como marco de protección de derechos para vivir plenamente como seres humanos. Libertad, igualdad, fraternidad son conceptos fundamentales en la construcción de sociedades democráticas y justas y a la vez principios esenciales en la formación de ideologías políticas y sociales, pero su significado, aunque relevante e invocado todo el tiempo, en la sociedad actual no tienen la representan práctica de lo que anuncian.
Las tragedias del desequilibrio causado al planeta, sequias, heladas, escasez se suman a las barbaries e intolerancias planificadas para provocar el sufrimiento de víctimas de todo orden. Montones de muertos apilados y contados como si fueran solo números sin historia, campos de refugiados a merced del hambre, éxodos imparables de gentes sin nada, expulsados de todo, desterrados. La desigualdad global muestra contabilidades exuberantes en un lado y despojos y maldades en el otro, aunque los dos lados estén al amparo de la misma libertad, igualdad y fraternidad.
El mundo es hoy más violento que al comienzo del siglo XXI, aunque sea más educado y científicamente abismalmente adelantado. El lugar más inseguro para los humanos es su propio territorio, su país, su planeta, y el riesgo más grande se corre ante sus propios hermanos, los otros humanos, estratégicamente separados por diferencias políticas, religiosas, económicas, y discriminaciones, alentadas por los dueños de la riqueza y los benefactores del poder, su poder. Más de ocho grandes guerras, de alta intensidad y decenas de conflictos armados de menor intensidad acechan a la humanidad, pero esta vez nadie acata las reglas, sí hay una norma otra la desvirtúa y la falsedad y la mentira imponen una terrorífica verdad. Se multiplicaron las técnicas de horror y tortura, las formas de matar fueron notablemente mejoradas y la impunidad da forma a la desesperanza.
Rusia y Ucrania, llevan una guerra de dos años, Burkina Faso, Somalia, Sudan, Myanmar, Nigeria, Siria, mantienen cifras que superan 1000 muertes en batalla por año. A su lado innumerables conflictos armados entendidos como disputas por territorios o por alcanzar un gobierno dejan cada una al menos 25 muertes en batallas al año. El número de conflictos aumenta, Ecuador erróneamente por decreto autoritario ha convertido a guerra su descontrol del orden público y pronto todo será peor.
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El mundo está en el momento más alto de la civilización, con imparable producción de ciencia y capacidades tecnológicas, que tienden a desbordar la idea misma de sociedad y de ser humano con la inteligencia artificial al comando. Sin embargo, lo indispensable de su saber para convivir y comprenderse como humano, que es su formación en humanidades, artes, ética, estética, está confinado por el capital que lo pone en retirada, de manera que la sociedad pueda matarse sin reglas y sin compasión siquiera. En 2022 aumentaron las muertes en combate el 97% respecto a 2021 y con relación al año 2000 el aumento fue superior a 400% y las cifras de civiles crecen exponencialmente.
Paradójicamente las potencias con visión imperial se controlan por efecto de la amenaza nuclear que las autorregula para evitar disparase entre ellas, pero no elimina que superen los límites para la experimentación científica de guerra. La pena de muerte que ocupó el centro de las reglas infranqueables del Estado de Derecho, en especial de Europa y América, apenas existe formalmente en pocos países (USA, Irán, China, otros) pero matar al “enemigo” se volvió costumbre, basta poner un estigma que inmuniza al asesino y descarta juzgar criminales. Las practicas sin reglas de la CIA, KGB, MOSSAD, SS, se extendieron y son aplicadas. El estigma tiene la eficacia de responsabilizar de su muerte a la propia víctima y estimular el clima social de sospecha para atacar a un estado débil o anunciar la palabra terrorista para eliminar humanos “sin lugar a duda” de que lo merecía.
La confrontación Rusia-Ucrania está en el tablero global de las potencias con vocación de imperio, el tablero regional se juega en Gaza, el primero es una lucha de gigantes, el segundo de David y Goliat, allí no hay una guerra si no un Genocidio abierto a la luz del día adelantado por el sionismo israelí, contra el pueblo de palestina ocupada. Las reglas de la convivencia son destituidas por la barbarie pura y ruda y las reglas de la guerra mancilladas. La declaración de derechos y los convenios de Ginebra, así como las instituciones globales y regionales de derechos están amordazadas. Según la letra de los convenios de Ginebra, el mundo está expuesto a criminales de guerra, Hitleres de nueva era, legitimados en sus gobiernos y con barbaros alistados en la batalla. Todos los principios, acuerdos, pactos y convenios previstos para la paz o la guerra, están confiscados por la voluntad de poder de empresarios globales que cofinancian la destrucción y se encargaran de la reconstrucción, como simple negocio que los enriquece; mercenarios llamados ahora contratistas que acumulan fortunas asesinando inocentes a los que nunca miran a los ojos; una diplomacia de baja capacidad admitiendo sin critica que los compromisos de cooperación, respeto y acatamiento a la ONU, garante de la paz y la convivencia sea atacada, humillada puesta a disposición de sus financiadores.
A los Estados y gobiernos en guerra no les importa la vida de la gente, ni la imparable destrucción de bienes, no los conmueven las atrocidades cometidas, la sangre es el gran negocio de las ultraderechas políticas y sus asociados dueños del capital. El genocidio en Gaza tiene todos los componentes del orden criminal del mundo, un Estado, un partido, un ejército, unas inversiones muy rentables y el manto de impunidad de los poderosos.
El genocidio de Israel sobre el pueblo palestino completó 100 días y 24000 asesinados, 20 palestinos a razón de cada israelita muerto. Los nazis aplicaron la fórmula de matar a 10 “civiles” por cada soldado nazi muerto (Film, Historia de un crimen,) a lo que llamaron “actos de represalia” que quedaron impunes con la ley Dreher de 1968 en Alemania. De manera similar los paramilitares de Colombia fuertemente vinculados con la ultraderecha, ahora oposición, asesinaron a 38 civiles en un “acto de represalia” por el robo de 430 cabezas de ganado de propiedad de Enilce López, alias la gata (masacre del salado, febrero de 2000).
El genocidio ha resultado altamente efectivo para intentar doblegar al mundo civilizado que cree en derechos y dignidad. Han destruido más del 60% del total de infraestructuras, viviendas, edificios, casas, escuelas, hospitales, universidades, calles, parques, comercios, fuentes de pesca, cortado el agua, los alimentos, la energía, rociado con pesticidas, empujado a morir de hambre. Este como otros ejércitos en guerra, está compuesto por “dementes activos y reservistas”, que parecen ir de vacaciones a matar gente como en un juego. Sudáfrica ha levantado su voz ante la Corte Internacional de Justicia de la ONU, otros elevan su voz a la CPI, Los Huties han alzado sus armas en el mar rojo, la UE calla.
La lógica en Gaza muestra como los poderes globales dividieron al mundo en humanos de primera, segunda y tercera a quienes aíslan, atacan, agreden, acosan, someten al hambre, para luego tirarles bolsas de comida buscando que se destrocen por ella, los tratan como no civilizados, como infrahumanos. Igual a como actuaron los nazis, actúan hoy los sionistas, celebran sus bajas, cada soldado eleva a dios sus triunfos y le pide más protección para seguir asesinando. El horror sigue el libreto nazi ya probado, pero ahora mejorado en sus técnicas y avances científicos para provocar dolor, sufrimiento y silencio ante retoricas en las que la mentira se tomó el lugar de la verdad.
Los pueblos, las organizaciones sociales, grupos políticas progresistas, demócratas, científicos, académicos, humanistas, luchadores sociales, activistas por derechos, en síntesis, los que creen en la vida y su dignidad como la mejor riqueza del planeta, tienen de su lado la enorme capacidad de sumar la indignación para para el mundo, expresarse con vetos, movilizaciones, escritos, voces y boicot globales contra estados, empresarios, ejércitos, medios de incomunicación, instituciones y gobiernos que amparan al orden criminal. Es momento para rediseñar rutas de libertad, igualdad y fraternidad.
P.D. Un recuerdo de aprecio y amistad para mi lector y buen vecino, Luis Alejandro Garzón, q.e.p.d.