La palabra “resistencia” en suajili, lengua de más de 14 países africanos, significa “fuerza, rebeldía y memoria étnica” este vocablo siempre ha acompañado la diáspora africana que llegó esclavizada al continente americano.
Con la llegada a Colombia los negros volvieron a nacer como un junco enlazado y extensivo para la producción de tierras, comercio intercontinental e industrialización de un país agreste y hostil a sus costumbres y tradiciones ancestrales.
Desde Nuflo de Olano, primer acompañante aventurero negro que pisó estas tierras caribeñas y además avizoró el océano pacífico hasta el presente con la vicepresidenta Francia Márquez Mina han transcurrido más de 200 años de negación oficial de la historia real de una población que a pesar de la exclusión, discriminación, invisibilización y señalamiento ha hecho una nación y un país posible, claramente más diverso, rítmico, místico y menos esclavista.
El control sistemático de la población negra tiene tan altos alcances bio-políticos que han intentado quitarles todo, hasta el nombre, ahora constitucionalmente “afrocolombianos-as” que de manera muy inteligente Manuel Zapata Olivella en Changó, el Gran Putas, hace un llamado quejoso, doloroso y desgarrador al recordar literariamente como a través de un llanto musical en la templada cuerda de la Kora, la cuchilla afilada hirió a un ancestro para pellizcar el dolor “¡Kissi-Kama, padre, despierta! Aquí te invoco esta noche, junta a mi voz tus sabias historias. ¡Mi dolor es grande!” ese mismo dolor de patria distante y ajena la viven millones de negros que nacido en Colombia se les dificulta hacer empresa, estudiar, trabajar y tener vida digna.
Da coraje y desanimo que no se tenga agua potable y condiciones mínimas de saneamiento básico en las poblaciones ribereñas a los ríos en todo el corredor pacífico e incluso en las grandes capitales donde los núcleos de miseria lo engrosan los negros y negras que viven excluidos, marginados e invisibilizados en ciertos territorios de los “nadie”, de los mal nacidos, desnudos, desnutridos y sin tierras.
Es hora que el gobierno del cambio genere ya mismo las políticas propias, los proyectos o programas orientados a concretar acciones étnicas afirmativas para los más excluidos y humildes, hoy deshumanizados por las políticas económicas recurrentes de exclusión del Estado colombiano.
En este sentido, una escuela de pensamiento y de saberes de los negros tiene que abrirse espacio en las universidades para seguir la descolonización del pensamiento, de las prácticas y de las formas de vivir que se han trazado para la población desde la edad media.
Es vergonzante o da pena pedirle a una mujer negra vicepresidenta que evidencie los gastos de combustibles, hoteles y alimentación al cumplir una misión diplomática al continente madre de la humanidad. Al parecer les duele a las “elites de bien” y dueños de la patria robada que sea una mujer negra la que ostente el cargo. Hay que decirlo públicamente, ¡basta ya de tanta inhumanidad, sevicia y matoneo político a una población representada hoy en algunos pocos cargos públicos, es una injusticia social que se traduce en miseria política para los negros!
Según el informe DANE 2021 desde el censo del año 2018 la población Negra, Afrocolombiana, Raizal y Palenquera corresponde a 4.671.160 habitantes autorreconocidos (9.34%) del total de colombianos. De los cuales 980 municipios con menos de 5 mil personas, concentran 11,8% del total de esta población. 69 municipios con, entre 5 mil y 15 mil personas, concentran 19,3% del total de esta población. 31 municipios con, entre 15 mil y 30 mil personas, concentran 21,3% del total de esta población. 16 municipios con más de 30 mil personas, concentran 47,5% del total de esta población. Si se sabe dónde están ¿Por qué no se hace nada para generar equidad? Para protegerlos del conflicto armado, de los desplazamientos forzado, de las pobrezas y otros males.
Es hora que gobierno nacional disponga una gerencia especial para hacer posible un proyecto transformador de los Índices de Desarrollo del Pacífico (donde se concentran la mayoría de la población) o que lo haga directamente sobre la gente Negra.
Es una forma estratégica de enderezar la historia y dignificar una población o ciudadanía excluida de las “ganancias” del Estado y del dominio de unos pocos feudos de la nación. De lo contrario, tocará decir en pocos meses que el gobierno del cambio expresó sus intenciones que se quedan como en el conflicto armado interno, cargado de buenos anuncios y pocas ejecutorias en beneficio de los más resilientes y necesitados, los negros.
