¿Ya estás matriculado o fuiste estudiante de pregrado, especialización o maestría de la Universidad Nacional o de la Uniandes?
¡Enhorabuena! Es probable que, en un futuro, el avión carguero de tus elevados conocimientos aterrice en un puesto o emprendimiento de alto vuelo. O a lo mejor ya tienes un trabajo digno o una jugosa renta, y en este momento te rascas la barriga mientras lees plácido estas líneas en tu zona de confort.
Bueno, si no eres de las susodichas universidades, sigue adelante. Para atrás ni para coger impulso. Para eso te daré un breve consejo. En serio. Como dice el quechua-inca-peruano Alfredito Linares en el tema salsero Mi dulce amor: ya lo verás. *
Los egresados de La Nacho, Unal o sencillamente UN ─como el logo─, pueden obtener chambas vacanas porque esta alma máter es de las mejores del país. Por otra parte, los andinos pueden conseguir oficio incluso estudiando, debido a que la mayoría cuenta con familiares de estratos estratosféricos que tienen vínculos con establecimientos privados y palancas en entidades del Estado. A quien Dios se la dio, San Pedro se la bendiga.
Ahora bien, si no estudias ni pasaste por las U de marras, que te importe un bledo-pito-cacahuete cómo califican tu institución educativa. Tú puedes alcanzar un destacado nivel intelecto-emocional-laboral por ti mismo y con ello un justo tributo a tu fuerza de trabajo.
Te comento, a manera de ejemplo, mi periplo de vagante-estudiante-itinerante por un montón de universidades colombianas. Quizás esto te motive a visitar las de tu ciudad o región, lo cual de alguna manera podría llevarte a incentivar tus deseos de mejorar en lo humanístico, académico y profesional.
Veamos primero las de Mocanápolis. O sea, las barranquilleras. Lo de M/p rescata el nombre de los aborígenes mocaná, cuyos genes tenemos la gran mayoría en Curramba La Bella, La Arenosa o Puerta de Oro de Colombia.
En la UA, Universidad del Atlántico, estudié primer semestre de economía. Allí tuve de profesores al sociólogo y escritor Abel Ávila, al economista y político Iván El Pibe Romero Mendoza, y al matemático Blas Torres. Tengo entendido que el entonces revoluto joven Gustavo Petro llegó a esta U por los años 80 del siglo pasado, para reunirse con activistas del M-19.
En la antigua Corporación Educativa Mayor del Desarrollo Simón Bolívar, ─que hoy es la Universidad Simón Bolívar, USB o Unisimón─, me gradué en ciencias económicas, en 1985. Por ese entonces el rector era el economista y escritor José Consuegra Higgins.
En la Universidad de la Costa, conocida como CUC o Unicosta, estudié dos años en la sección anexa de bachillerato.
Otras que conozco por dentro, en Barranquilla, son la Libre, la Norte, la Autónoma y la Metropolitana.
Demos un triple salto regional de Caribia al Altiplano Cundiboyacense, y pasemos revista a las de Vacatápolis. O sea, a las bogotanas.
En la Nacional he asistido a actividades culturales puntuales.
En la Javeriana, año 1998, fui a indagar sobre los requisitos para un posgrado de politología. Al salir me topé con un amigo, a quien le comenté tal propósito. Me recomendó pensarlo dos veces. Me dio a entender que era mejor hacer la especialización en una materia económica, como podría ser negocios internacionales. Fue así que me puse a meditar y cambié de idea: terminé comprando un Hyundai Accent Next cero kilómetros, en Autonorte. No me gradué de politólogo, pero sí de turista-conductor yendo a Villavo, La Vega, Girardot, Melgar, Flandes, Arbeláez, Faca, Zipa, Fusa, etc.
En la Santo Tomás, Santoto, una vez diserté en un curso de derecho sobre los sistemas electorales merced a la grata invitación de un profesor de apellido Barliza. Luego de la charla realicé una encuesta sobre cuál sistema preferirían los asistentes, y ganó de manera holgada el de escrutinio mayoritario por encima del de representación proporcional.
A la Tadeo iba a pagar el arriendo al amigo dueño del apartamento que ocupaba en Prados de Castilla, un conjunto residencial del sector de El Tintal.
Y también fui a otras U de otras ciudades.
A la UPTC, Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, de Tunja, llegué a finales de 1982 por ser uno de los representantes de la Unisimón al Primer Encuentro Nacional de Estudiantes de Economía. Asistí a charlas de Jesús Chucho Bejarano y Salomón Kalmanovitz.
También pisé la de Antioquia, la del Valle, la de Cartagena y la UIS, con compañeros de excursiones, allá por 1983 y 1984.
Ahora bien y como te decía al principio, si eres alumno de una de tantas universidades, corporaciones de estudios profesionales, SENA, ESAP u otra institución por el estilo, tú puedes ser un estudiante ful preparado ─más que un yogur, como dicen por ahí─ si te fijas esa meta entre ceja y ceja. Incluso si eres autodidacta en una de miles de ramas del frondoso árbol de los cultivos cognoscitivos en la gran viña del señor. Aquí va el consejo:
Ponte a leer y a redactar resúmenes, ensayos, crónicas, libros, etc. Visita bibliotecas, escucha conferencias y documentales, adquiere obras de tu especialidad en librerías y mercados de las pulgas. Asiste a grupos de estudio, participa en clase, foros o seminarios. La clave 1A, consigna, lema, eslogan u orden perentoria es leer, estudiar, escribir, participar…
De mi parte, me inicié en esto de escritor enviando breves textos a diarios. Hoy es posible socializar notas en internet y publicar libros en editoriales virtuales.
Una excelente calidad, repito, te la debes dar tú mismo.
Busca un sitio tranquilo, iluminado y aireado en tu casa o apartacho para leer libros y escribir. Si no tienes tal espacio en tu vivienda, asiste a la biblioteca pública más cercana, ¡y echa palante, lector-redactor-participante!
(*) Canción en: https://www.youtube.com/watch?v=eZrCNH2A7nA