Chinchilla tiene raíces en los Santanderes, pero por su lado Pastrana en el Huila y por lo Dorado en el Cauca. En su búsqueda conciliatoria de un mestizaje vibrante a través del arte, amalgamó las entrañas de la Sierra Nevada del Cocuy, la geología del Cañón del Chicamocha, las faldas del nevado del Huila y los colores de las plantas vasculares del corredor biológico de cercanías del Puracé y el Paletará, para integrarse en su obra; su última serie pictórica y escultórica (algo que no se diferencia en su audaz obra), notamos que está casi desprovista de las nieves de la Entropía (2009), juega con la paleta de una infancia bolsiverde y su nacimiento en la puerta del Amazonas que hoy se respira ágil en los trazos de su obra. Sus Vuelos Andinos e Indéxico Emancipado (2024) verán la luz en Bogotá a través de un vernissage en el mes de febrero.
ORÍGENES
Por un traslado de su padre, don Gustavo Chinchilla Pastrana, oriundo de Palermo, Huila, de raíces santandereanas y opitas, nuestro artista nació en Florencia, Caquetá y es adoptado por Pitalito, Huila, la tierra que vio nacer al vate Ángel Sierra Basto, nom de pluma de Víctor Manuel Cortés Vargas (para quien ilustró su postrimer libro de poemas), lugar comercial a orillas del Puracé donde se asentó con su madre caucana, doña Edelmira Nieto Dorado, parienta del cineasta Antonio Dorado y luego continuó su formación en la Universidad del Cauca… Los Pastrana, oriundos de Gigante, Huila, muchos se dedicaron al arte y hasta pusieron hace unos 50 años un presidente de la República. Parientes de Roberto Páramo y de Ricardo Borrero Álvarez…
DEVENIR PLÁSTICO
Hoy tiene 53 años, 30 de trabajo y colecciona notables exposiciones y premios: Museo Rayo, Museo Negret, Museo Ramírez Villamizar, Museo de Arte del Tolima, Museo Valencia de Popayán, 14 y 15 Salones Regionales de Artistas de Mincultura, 4to Salón Solo Pintura, Museo de Arte de Manizales; primer puesto en obra tridimensional (escultura) del 4to Salón de Artistas 2022; orden Cacique Timanco por la Asamblea Departamental del Huila, Escudo Ciudad de Pitalito y exposiciones en Inglaterra, México, Venezuela y otras salas de Colombia.
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ENTREVISTA
¿Cuáles son sus artistas de cabecera [escritores, pintores, escultores, dramaturgos, poetas]?
Javier Chinchilla: Desde el hombre lítico, hasta Giotto; Leonardo d’Vinci, Miguel Ángel Buonaroti, Francisco de Goya, Decotex, Luis Caballero, Juan Antonio Roda, Edgar Negret, Eduardo Ramírez Villamizar, Mozart, Andrés de Segovia, Tchaivskoski, Gentil Montaña, Silvio Rodríguez, Chardin, Kant, Sócrates, Platón, Krishnamurti, Omar Rayo y el mencionado Oteiza entre muchos más.
Hablemos del misticismo, hacia donde parece que transita su obra. Jacanamijoy pinta las experiencias de su conciencia despierta a través del yagé. Arran Stephens y Valerie Tarrant pintaron en cambio los planos internos y los maestros con los que dialogaron en meditación…
J.CH.: Bueno, Jorge Oteiza, escultor, poeta y filósofo, dice que el oficio de la creación tiene un componente sagrado. Por mi pasado ancestral bebí durante tres años yagé. Supongo que algo de eso también se respira en los colores de mi obra. En ese proceso, al igual que pasa en Sant-Mat, llegué a experimentar una sonoridad que me ascendía por la espalda hasta resonar en el medio de mi frente. Pero mi pasado no es solo indígena, sino también español y por ello católico. No hago obra para posar de nativo y aumentar las ventas; como mestizo también persigo el Kempis o la imitación del Cristo. Recordemos que el Inca Garcilasso, el más universal de los americanos, nos mostró que somos algo más que la simple suma de lo indígena y lo español, y lo expresó de una manera hermosa a través de la poesía.
Javier aparece por primera vez en la prensa de Popayán, por allá, en 2009, en El Liberal; eso ya hace 15 años y su primer contacto con nosotros fue a través de los pintores Gustavo Hernández Vélez y Rodrigo Valencia Quijano, valga agregar, el primero, su profesor de historia del arte en la Universidad del Cauca; y el segundo, el más notable y profundo pintor contemporáneo del sur de Colombia junto con los hermanos Santiago y Juan Cárdenas.
¿Por qué el cambio del blanco de hace 15 años hacia la paleta de verdes en su nueva serie Indéxico Emancipado (2024)?
J.CH.: Persigo en esta nueva apuesta conceptual, un intento por entender la relación del hombre con las ideas y de las ideas con los demás semejantes, lo que significa el equilibrio entre el hombre, la naturaleza y el cosmos; pero también es una aproximación a mi infancia entre las cordilleras central y oriental de Colombia.
¿Cómo encontró su sello artístico, donde combina lo escultórico con lo pictórico a través del metal de manera inseparable?
J.CH.: Lo queramos o no, el metal nos ha unido, vencido, sometido y por ello hecho mestizos. Hace algunos años visité el Cementerio Central de Bogotá; llevaba sobre mis hombros un soliloquio sobre la muerte. De pronto me topé con la tumba de un revolucionario del arte: Epifanio Garay; eso sí que fue una epifanía -risas-. Pero hablando en serio, me sentí como frente a una especie de Bolívar: Epifanio era un hombre a quien seguir para saber que no había que imitar a nadie.
Orfeo pulsaba una lira; Pitágoras un Monocordio. Usted, ¿una guitarra?
J.CH.: Sí. Papá era aficionado a los boleros de Julio Jaramillo, los Tres Reyes, Tres Ases y Los Panchos. Nuestros juglares. Hoy que no está mi papá, disfruto mucho al interpretarlos. Soy solo un diletante.
Imaginamos que tiene algunos tesoros literarios, pictóricos, en su Museo de Pitalito.
J.CH.: Conservo con gratitud un libro, obsequio del maestro Juan Antonio Roda, autografiado en Bogotá un año antes de acaecer su deceso. Otra obra que guardo con cariño es un libro de dibujos de Eugene Delacroix, recibido de manos de mi maestro de colegio Teófilo Carvajal Polanía alias “TeCapo” –risas-. De otra parte, los maestros David Lozano Moreno, Fabián Sanabria, Benhur Sánchez e Isa López Giraldo quienes han elaborado apreciaciones significativas sobre mi obra, y de cierta manera me han formado. Son todas estas obras que conservo con mucha gratitud; referentes que fueron escalones y me alentaron en el ascenso hacia la plástica.
Hablemos de “Devenir Plástico” y “¿Escribir es dibujar? Dibujar es escribir”, sus dos libros.
J.CH: Me gusta escribir sobre crítica. Alejandro Jodorowsky, en su obra “El Maestro y las Magas” relataba algo del acontecer diario del escultor en su trabajo de intelectualizar lo físico y lo metafísico, y en plasmarlo a través de una obra que perdure. Este me lo dio usted hace 15 años. “Los artistas toman un bloque de materia y crean su escultura desde la superficie hacia el interior. Los dioses parten de un centro, la fuente de origen, donde se concentran, y desde allí hacen crecer la obra, el cuerpo, nuevamente del interior al exterior… Las vísceras que hoy te han hablado se llaman así porque moran en el interior de tu cuerpo. Si estuvieran en la superficie de él, se llamarían órganos”. Yo tengo unas vísceras que se llaman obras y unos libros que son mis órganos.