La influencia de China en la economía de Brasil es cada vez más clara. El presidente Luiz Inacio Lula da Silva está cediendo áreas clave a empresas del Partido Comunista Chino. El último hecho muy significativo es la concesión de derechos a la gigante State Grid Corporation of China que le da la operación de la infraestructura eléctrica en el sureste de Brasil durante los próximos 30 años y suministrará la energía a las dos grandes capitales de la política y la economía, Brasilia y Sao Paulo.
Aunque el país no ha formalizado su adhesión a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China, las acciones recientes del Gobierno de Lula sugieren una alineación cada vez mayor con los intereses chinos que tiene a Latinoamérica en el radar geopolítico de Xi Jinping.
State Grid fue la primera empresa china en penetrar en el mercado energético de Brasil a partir de 2010, y ahora ha ganado la mayor subasta en la historia de ese país para las redes de transmisión, con una inversión de USD 4.472 millones. Los demás participantes acusan a la Agencia Nacional de Energía Eléctrica (ANEEL) de haber hecho una licitación a la medida de los chinos.
Lula ha cedido cuotas de mercado a las empresas chinas en el último año, como es el caso de Usiminas, en el sector siderúrgico. La empresa que fue una comprometida en la campaña de Lula ve ahora como es golpeada por la importaciones de acero chino que el Partido Comunista manda a precios irrisorios subsidiados por el Estado.
En el sector agrícola se trata de 140 millones de hectáreas equivalentes al 16,5 % del territorio que planean recuperar los chinos a cambio de que lo producido se envíe exclusivamente a China en los próximos 30 años. Actualmente hay un programa llamado PronaSolos, puesto en marcha por el anterior gobernó de Jair Bolsonaro. Sin injerencia extranjera. Hasta algunos petistas son partidarios de seguir delante con este plan en lugar de ceder producción a los chinos.
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