Enrique Peñalosa ha sido identificado como un aristócrata o “perfumado”, pero al revisar sus ejecutorias en sus dos alcaldías de Bogotá, los más “afectados” son los ricos, en favor de los más pobres. Lo corroboran las duras batallas contra el abuso del auto privado, la implementación de ciclorrutas (autopistas para ciclistas humildes), la expropiación de clubes como el Country, la construcción de cientos de parques públicos, la implementación de bolardos para recuperar espacio público y el fortalecimiento del transporte público a través de Transmilenio.
En su segunda administración, como iniciativa de su secretaria de integración social María Consuelo Araújo, en Navidad se convidaron a cientos de habitantes de calle en proceso de recuperación para hacerles un ágape. Se sentaron a manteles en un espacio digno y Peñalosa se puso el delantal y él mismo acompañado de sus secretarios y de muchas celebridades les sirvieron una comida especial y muy saludable.
Gustavo Petro ahora presidente y fanático de los actos populistas, quiso reeditar la gesta de su archirival, sabiendo que tendría mucho más impacto y sería entronizado por sus fanáticos. Pero no calculó, que nada se olvida en este país.
De inmediato aparecieron las comparaciones y el presidente Petro mal asesoradode nuevo se arriesgó en X a quedar como un zapato. La imagen presidencial demuestra la falsedad de un discurso: habla de cambio climático y les sirve en desechables, mientras Peñalosa lo hizo en fina vajilla de porcelana.
Vocifera contra las bebidas azucaradas y es el primero en embutirse una colorida gaseosa enfermiza, mientras Peñalosa les ofreció, agua, café y jugo natural. En teoría ataca los comestibles procesados y ricos en nocivas grasas y a los pobres invitados les ofrece un insalubre plato de difícil digestión, atiborrado de grasa animal, mientras Peñalosa compartió una cena gourmet.
La cereza del pastel fue que Peñalosa les hizo la venia sirviendo sin discursos. Petro Presidente aprovechó cómodamente servido para lanzar arengas y críticas a sus opositores. Pero la imagen final no le salió bien, dando un mensaje de incoherencia, oportunismo, soberbia y humillación. Mientras desde su altivez, da caridad, el otro desde la generosidad compartió solidaridad.